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El publicista sin saldo.

Una campaña publicitaria repite machaconamente por la radio el mensaje para convencernos de lo bueno que es contratar con determinada empresa una línea familiar de móviles que permite que los teléfonos de los hijos, aunque no tengan saldo, puedan llamar a los de los padres. Bien, parece buena idea. Lo rarito viene en el texto del anuncio. “Con nuestro plan ya no oirás más excusas como estas”, y una joven voz femenina dice apresuradamente “papá, papá, si yo quería llamarte, pero me quedé sin saldo y no pude avisarte de que me quedaba en casa de mi amiga a dormir”.

A mí no me haría falta una oferta de móviles para no volver a oír esa excusa, si un día me la pusieran.

A ver… ¿ustedes se imaginan, hace sólo unos pocos años, si no aparecemos en casa a dormir y les decimos a nuestros padres ¡al día siguiente! algo parecido? Evidentemente no lo mismo, porque cuando yo tenía edad de quedarme en casa de un amigo a dormir eran mejores tiempos y no había móviles. Había cabinas, había teléfono en casa del amigo… había más sentido común, y había una bronca descomunal y un buen castigo si me hubiera dado por desaparecer sin dejar rastro.

Lo que no me queda claro es si el publicista venía tonto de casa o se volvió tonto por usar mucho el móvil. Pero eso igual es otro tema.

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