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La ola de corrupción que ¡de repente! nos invade

Anda el patio revuelto, haciendo sesudos análisis sobre el porqué de la explosión de casos de corrupción en estos tiempos, de la munición que éstos dan a gente como los chicos de los círculos poderosos, y muchos de ellos -los de siempre- empeñados en convencernos de que son manzanas podridas y que no se debe generalizar.

Confieso que a mí también me llama la atención la proliferación de los casos que están saliendo. Pero no por su cantidad ni por su alcance, sino por el momento.

Vamos a ver, que Pujol se envolvía en la senyera para robar a manos llenas era algo que cualquiera que tuviera ojos y un mínimo de sensatez veía y denunciaba hace 30 años. Lo mismo que ningún andaluz medianamente despierto y decente ignoraba cómo corrían (y corren) los dineros públicos dilapidados por miles de millones. Igual que nadie que haya tratado siquiera dos minutos con un responsable sindical de UGT o CCOO puede torcer el gesto al saber que sus gerifaltes amasan fortunas fruto del esfuerzo de los trabajadores y contribuyentes a los que esa panda dice defender. Igual que… (rellénese con los casos de los alcaldes, consejeros o simples conseguidores de su terruño).

Nadie, insisto, puede llamarse a sorpresa, salvo que viviera en una cueva o participara del chiringuito. Y ahí precisamente es donde está lo más grave. Porque algunos llevamos 30 años señalando que este régimen, el del 78, ese que llaman de libertades y democracia que nos hemos dado a nosotros mismos no es que tenga episodios de corrupción, que toda sociedad humana en todos los tiempos tuvo, sino que es en sí mismo un régimen nacido y diseñado para la corrupción, el robo y el expolio a la Patria, a la Nación, a la Sociedad (llámese como se prefiera) sobre cuyos hombros se ha construido.

¿Por qué los manejos que se llevan realizando 40 años sin que nadie tosa ahora llenan portadas? Es más ¿cómo ahora se escandalizan los que señalaban como peligro a los que hace décadas, desde el principio, señalaban la podredumbre sistémica?

Hay que alzar la voz ante los que se hacen los sorprendidos después de años compartiendo mesa, mantel y chanchullos con los ¡de repente! revelados como corruptos. Pero también cabe ahora alzar la voz ante los chicos del círculo poderoso y otros salvapatrias que denuncian que esta ola de corrupción que ¡de repente! nos invade es fruto de una casta que «ha secuestrado la democracia». No es cierto. Es una casta corrupta, sí. A todos los niveles, sí. En todos los partidos, sí. Pero no han secuestrado la democracia. Ni la han pervertido. Simplemente representan lo que esta democracia, este régimen, siempre ha sido siguiendo el diseño de la chusma corrupta y traidora que lo diseñó e impulsó con el robo como fin y no como accidente. Y lo que nos hace poder alzar la voz frente a los oportunistas denunciantes de ahora es que ellos llevan décadas alabando al régimen, ensalzando esa supuesta libertad y democracia, mientras las migajas de los ladrones caían y les alimentaban. Y que es ahora, en las vacas flacas, cuando alzan la voz. No porque se opongan a la rapiña, sino porque ya no les llegan sus despojos.

En las maduras, cuando todos tiraban con pólvora del rey, a los que clamábamos contra ese sistema nos llamaban agoreros y aguafiestas, en el mejor de los casos. Y los que de todo aquello se sirvieron vienen ahora a decir que nos van a salvar.

La transición era esto. El antifranquismo era esto. La democracia era esto. La «más larga etapa de paz y convivencia democrática» era esto. Y sus impulsores, defensores y mantenedores, sus colaboradores necesarios. Desde las instituciones de entonces y de ahora, desde los partidos de entonces y de ahora, desde los medios de entonces y de ahora, desde las mamandurrias de entonces, de las de ahora, y de las que hubo entonces y ahora se secan haciendo que sus mamones se hagan de repente los dignos.

Todos ladrones. Todos traidores. Todos escoria.

One Trackback/Pingback

  1. Bitacoras.com on martes, octubre 28, 2014 at 12:32

    Información Bitacoras.com…

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