A estas alturas seguro que todo el mundo sabe que la Junta de Andalucía ha dado la licencia correspondiente para la ejecución de la Torre Cajasol, o Torre Pelli, al sur de la Isla de la Cartuja de Sevilla.
Contra esta torre se están alzando voces desde movimientos ecologistas y de conservación del patrimonio artístico. Recordemos que Sevilla tiene el casco antiguo más grande de Europa y sin duda una riqueza artística, monumental, arquitectónica y, porqué no, paisajística, difícilmente comparable con otras ciudades del mundo. Así que es lógico que haya quien considere situar a unos centenares de metros de la Giralda una torre que le doblará la altura, pero de acero y cristal en lugar de piedra medieval, siendo además uno de los primeros edificios que se encontrará todo el que llegue desde la parte oeste de Sevilla (es decir, todo el que venga desde Extremadura, desde Portugal, desde Huelva, desde la comarca del Aljarafe…) es sencillamente un disparate.
Y tienen razón. La imagen (disculpen que no sea tan carajote como algunos que hablan del «skyline») de Sevilla sufrirá un auténtico atentado si se culmina este disparate. También tienen razón los ecologistas, probablemente, puesto que ese mastodonte, como todo edificio moderno de oficinas, carecerá de sistemas adecuados de ventilación natural y necesitará potencias enormes de energía sólo para climatizarlo en una ciudad «normal»… y en Sevilla, ni hablemos, con 6 meses al año de más de treinta y tantos grados y un frío en invierno muy incómodo por la humedad, que afecta especialmente en las cercanías del Guadalquivir. Y la torre estará rodeada por el río.
Pero además, ¿es que nadie va a impedir que en el nexo de unión de los más vergonzantes atascos que pueden sufrirse en estas tierras, se metan, con calzador, a miles y miles de vehículos cada día en horas punta?
Miren, sé de qué les hablo. Vivo en el Aljarafe y bajo cada mañana, antes de las 9, a Triana. Y ahora, además, del viejo arrabal voy todos los días a la Isla de la Cartuja. Una vía de acceso compartida por miles y miles de vehículos que no tenemos escapatoria porque alguien tuvo la poca vergüenza de diseñar unos nudos de comunicación absolutamente tercermundistas. Y a esa red viaria absolutamente colapsada le vamos a meter unos miles de coches más. Perfecto.
Pero no sólo tenemos el problema de que no vamos a caber mientras conduzcamos… es que además la zona está también totalmente saturada en materia de aparcamientos. Pero siempre hay algún imbécil que tiene el cuajo de ponerse muy serio en una rueda de prensa y soltar una perla del tipo «generará el movimiento de unas 20.000 personas al día, pero no hay problema porque contará con un aparcamiento propio de más de 2.500 plazas». Sí, sí, no hay error. Este imbécil dice que veinte mil coches caben en dos mil quinientos aparcamientos. Con dos… cajasoles.
Y es que si decía el clásico que en España ya no cabe un tonto más, en Sevilla es que tocamos a varias decenas para cada uno…
Confiemos en que si la torre se hace, al menos se haga tan concienzudamente como el Metro… que se aprobó en 1972 (sí, lo siento pero Chaves no tuvo nada que ver) y todavía estamos esperando a que terminen media línea. Así que con esta panda al mando, igual cuando la levanten ya no existen los coches y por tanto los atascos.
Que Pelli nos coja confesaos…
Post a Comment