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Seguimos con Javier

Leo la columna de hoy de Alejandro V. García en el Diario de Sevilla titulada «Javier ante los obispos» y me gustaría hacer al menos tres consideraciones al respecto:

Primero, enmarcarla dentro del periodismo de columna fácil y barata -precisamente por su facilidad- que abunda en estos días. Leña al obispo, que es de goma y disiente del discurso oficial.

Segundo, el Sr. García cuela de rondón en su artículo dos posiciones como defendidas por los obispos sin que éstos defiendan esas posturas. Dice D. Alejandro que para los obispos, antes que Javier y su hermano mayor gravemente enfermo están los embriones. Y dice también que en la lista de cosas que están por delante de Javier para los obispos se puede llegar hasta los espermatozoides. Ambas afirmaciones son insostenibles, y basta leer, no ya documentos de la doctrina de la Iglesia Católica, sino simple y sencillamente la nota de prensa que sobre este caso concreto ha publicado la Conferencia Episcopal. Ningún embrión está por delante de Javier. Pero tampoco Javier, su hermano, sus padres, el Sr. García, el Papa de Roma ni yo estamos por delante de ningún otro ser humano, sea de la edad y el tamaño que sea. Lo de los espermatozoides es tan ridículo que no merece ni comentario. Ahora bien… ¿El Sr. García dice estas cosas porque ignora la posición de «los obispos» a pesar de lo cual pretende hablar autorizadamente sobre ella, lo que le convertiría en un necio? ¿O quizás sí sabe que lo que dice es falso pero le viene bien para atacar a los obispos, lo que le califica como mentiroso? En cualquiera de los dos casos, me deja claro que desempeña una profesión para la que no está capacitado.

Y tercero, la conclusión final de su artículo es un monumento a la demagogia. Dice D. Alejandro que «estamos con los obispos o estamos con Javier». No, Sr. García. O estamos defendiendo la vida humana inocente en cualquier fase de desarrollo, como los obispos y mucha otra gente que ni es ni aspira a ser obispo, o estamos con la utilización y eliminación de vidas humanas inocentes al servicio de otros.

Yo que no soy obispo, pero sí padre, estoy con la vida. Por supuesto con la de Javier y con la de su hermano mayor. Pero también con la de sus hermanos eliminados por no «dar la talla». Con lo que no estoy es con la mentira y la manipulación de Alejandro V. García.

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