Venga, hombre. ¿De verdad alguien se cree que a algunos prendas les importa un bledo que doña Sofía pueda dar su opinión sobre temas de actualidad? No, no les importa lo más mínimo. De hecho no han piado sobre lo dicho en el mismo libro sobre Obama, sobre el modelo de estado o sobre Adolfo Suárez.
Pero resulta que Doña Sofía ha hablado de lo que no se puede hablar. Y ha dicho que le parece muy bien que dos personas del mismo sexo se quieran y vivan juntas, e incluso que formalicen su unión, pero que eso no debería llamarse matrimonio.
Y los matones de siempre de la mafia rosa y arcoiris, como suelen, han sacado toda la artillería acusando a la reina de que «va contra las leyes democráticas«.
El problema de los matones de rosa y arcoiris -y cuando me refiero a esa gente no me dirijo a los homosexuales en general, sino a los Zerolos de turno en particular- no es que sean homosexuales, gays, monfloritas, sarasas, parguelas, o «de una opción sexual alternativa». El problema es que son imbéciles. Y además son como los niños pequeños, que por muy tonto que sea lo que dicen, todo el mundo tiene que aceptarlo y si no lo hacen son malos malísimos. Así, Miguel Ángel González, presidente del colectivo de lesbianas, gays, transexuales y bisexuales de Madrid (COGAM), suelta capulladas del tamaño de «Por supuesto, que vamos a ejercer acciones. Tendremos que reunirnos y si esta mujer no se retracta o abdica gritaremos ¡viva la República!».
A ver, Miguelito, atiéndeme:
Si tú eres republicano, grita ¡viva la República! o ¡viva la Balompédica Linense!, que tienes todo tu derecho. Pero decidir tu modelo de jefatura de estado por que compartan o no tu criterio en un particularísimo asunto es de imbécil perdido. Vamos a ver, imbécil Gómez: Si yo opino que no debería multarse al que aparca doble fila, pongo por estúpido caso, no estoy «en contra de las leyes democráticas». ¿Lo entiendes, imbécil? No, ya supongo que no.
¿Qué pasa, Miguelito? ¿Que yo tengo que pensar como tú y si no soy un intolerante? Pues no. El intolerante eres tú. Y además eres imbécil.
Si la reina hubiera dicho que le parece muy bien que los vecinos elijan un representante, pero que no debería ser obligatorio por la ley de propiedad horizontal, pongo por otro caso, Miguelito hubiera seguido desfilando vestido de mamarracho en el día del orgullo, sin bajarse de la carroza a imponer su visión del mundo. Pero como a Miguelito le han llevado la contraria, no sólo se enfada sino que amenaza con poner a un coro de sus colegas a gritar ¡viva la República! imponiendo, como hacen siempre, su manera de ver su propia realidad, fuera de la cual, porque ellos lo dicen, se es un homófobo, un fascista, un liberticida, un maltratador y poco menos que un asesino en serie. Y todos los giliprogres asienten y vitorean.
Y entonces viene lo mejor. Porque alguien en la Casa del Rey de repente se caga y sale corriendo a decir que sí, que no, que bueno pero que no sabe. Y lo fastidia. Porque el responsable de ese comunicado absurdo que no comunica, desmiente ni ratifica nada, es sin duda un gran monárquico, que como el 98% de los que quedan en España es un cobarde y un acomplejado que tiene que ir pidiendo perdón por serlo. Porque de eso se trata. Se trata de que si cientos de miles de españoles se ofenden por lo bien que trata el Rey al tirano del sur al que llama sobrino, pues nos jodemos y bailamos, y aquí no pasa nada. Y que si cientos de miles de españoles pensamos que con los continuos desplantes y desprecios del presidente autonómico vasco a la Nación, a la Bandera y a la Corona, no pegan mucho esos efusivos abrazos, pues nos jodemos y bailamos. Pero si una mariquita, cuyo único «mérito» para adquirir relevancia y resonancia pública es precisamente el serlo, se rasga las vestiduras y se queda en liguero porque la reina dice que vale, pero que a ella no le gusta, el secretario real se caga por la pata abajo y pide perdón sin ni siquiera decir qué es lo que habría que perdonar.
Al final acabaremos teniendo razón los que no nos importaría ser monárquicos si no fuera por el ganao que se refugia en esa corona, que es la Corona de España, que tiene una gloriosa historia y tradición sobre ella como para que vengan cobardes acomplejados a pisotearla de esa manera.
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La opinión de la reina ha sido manipulada por la prensa. Ella no ha dicho eso, ni lo piensa. Le han hecho una encuesta, y una periodista, con mala gana, y poco acierto, dice, que la reina no está de acuerdo con que los gays puedan casarse. Y resulta que la reina ha dicho lo contrario, pero como la periodista tiene que obtener publicidad, aún a costa de molestar a la reina…
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