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La parejita feriante

Miércoles de feria de Sevilla, a eso de las 7 de la tarde. De cada una de mis manos, una de mis hijas haciendo esfuerzos por seguir, peleando con sus volantes rosas y blancos, el paso que abusando del largo de mis piernas les marco para ver si es posible que lleguemos al albero antes de que sea la hora de volver. Que para un día que vamos a pisarlo, encima con prisas.

Una mujer de mi quinta, o quizá algo mayor viene hacia mí en ruta de colisión con la cara desencajada. De repente, se para y es entonces cuando reparo en el fulano que le sigue. Cuarentaybastantes, estatura media-alta y bastante ancho. Ella le encara y le grita «es la última vez en tu p..a vida que me tocas», lanzándole un manotazo que sólo encuentra aire. Hace ademán de seguir su camino. Él se le acerca aún más y hace por sujetarla con ambas manos. Ella le agarra por las muñecas y se las sostiene en alto mientras a escasos centímetros se dicen de todo.

Miro adelante y atrás. Nadie presta atención. Y yo, con una niña en cada mano. ¿Me hago el loco? Al fin y al cabo mis obligaciones paterno filiales me reclaman. Entonces él parece ponerse más violento, la gente sigue pasando por allí sin mirar siquiera y a mí me empiezan a pasar por la cabeza imágenes varias, casi todas teniéndome a mí con la cabeza abierta como protagonista. Que sea lo que Dios quiera. Llevo a las niñas contra la pared, les pido que no se muevan por nada del mundo y me acerco a la escena pensando qué hago. En ese momento ella me mira y yo aprovecho para aparentar decisión y grito con firmeza «¿Necesita ayuda?». Ella me mira, paralizada y con cara de haber visto un ovni. Tras hacerme un escáner completo, suelta un seco «¡No!», echa su brazo sobre el hombro del maromo y se van andando, agarrados y en silencio.

Y yo me quedo pensando… ¿Esto es por que no han dejado ni una sóla botella de manzanilla en la feria o porque el personal es así? Ella, si se acuerda de algo, pensará «¿y qué querría aquel capullo metiéndose en nuestras cosas?» En todo caso, pienso, si dos manzanas más allá, u otro día que estéis en «vuestras cosas», el mozo te abre la cabeza, chica, a mí no me reclames.

3 Comments

  1. jaime salado wrote:

    El mundo está loco, loco, loco. En fin, creo que al menos te quedará la conciencia tranquila de que hiciste lo que debiste.

    lunes, mayo 4, 2009 at 18:56 | Permalink
  2. Esto es el chiste del padre que le está pegando una mano de tortas a un niño de siete u ocho años. Un señor que ve la escena se acerca y le dice «Oiga, haga el favor de dejar de pegar al niño».

    Y el niño, se limpia las lágrimas y los mocos y le dice: «Usté se mete donde le llamen, que mi padre es mi padre y si me pega será porque me lo merezco».

    lunes, febrero 22, 2010 at 16:51 | Permalink
  3. Gonzalo wrote:

    No te vayas tan lejos, acuérdate de Jesús Neira, al que la tipa le dijo que pa qué se mete, que si mi churri me endiña eso es cosa nuestra…

    lunes, febrero 22, 2010 at 16:58 | Permalink

One Trackback/Pingback

  1. Vamos tirando › Niños hiperprotegidos on lunes, febrero 22, 2010 at 13:43

    […] y llevar, al menos un día, a las niñas. Por cierto, que a la ida tuve una pequeña aventura que ya conté aquí. En la feria habíamos quedado con mi cuñada y mi sobrina, para que las primas pasaran un rato […]

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