En muchas ocasiones he tenido discusiones sobre COPE y sobre «La Mañana» de Federico Jiménez Losantos. Ya saben, la demonización de «la radio de los obispos» y tal. Empezaré diciendo que a mí Federico, por su estilo chulesco, me cae como una patada en el estómago y que ha conseguido que en mi casa deje de escucharse la COPE por las mañanas para pasarnos a Carlos Herrera en Onda Cero.
Por varias razones. La primera es la dicha, me repatea el conocido en mi casa como «El Enano Mosqueón» por su forma de hablar, sí. Pero también por su falsedad. Un tipo que critica -con razón- a Manuel Chaves por su sectaria asignación de emisoras de radio y TV en Andalucía perjudicando a la COPE pasa a ser tan sectario o más que Chaves cuando calla que su admirada Esperanza Aguirre ha tratado incluso peor a COPE en el mismo reparto en Madrid. Pero se calla, porque Espe sí le ha dado frecuencias a su engendro ultraliberal (Libertad Digital) y a su socio Pedro Jota. Entonces, la COPE es perjudicada pero que le vayan dando porque el turolense y el riojano sacan partido. Vomitivo. También me repatea su manifiesta ignorancia y recurso al tópico chirriante cuando habla de Sevilla o de Andalucía. Y yo de andalucista no tengo nada, ojo. Tampoco soporto que imponga su criterio a la cadena como cuando personalmente vetó un anuncio de Alternativa Española porque se le puso en sus partes que su mensaje no era acorde con la línea a mantener, mientras él hace publicidad gratuita de un partido como UPyD que tiene la misma concordancia con el ideario de la cadena como yo con un hare crisna o un seguidor de los Pistons. Hablando de publicidad gratuita, sería bueno que antes de salir ¡por fin! de la COPE, abonara un buen puñado de cientos de miles de euros por la que lleva haciendo años de Libertad Digital o de Unidad Editorial y que han perjudicado gravemente a COPE en el reparto de licencias de radio y TDT antes mencionadas.
Federico, como decía, en su cruzada personal contra el pepé de Rajoy, no deja de pedir el voto para Rosa Díez y su UPyD. Pues vale. No seré yo quien le haga caso pero tampoco quien le niegue el derecho a pedirlo, si quiere, para el Partido de los Horticultores del Alto Pisuerga. Aunque desde el punto de vista empresarial, sí le pediría que al menos no privara a la cadena de los ingresos publicitarios de quien libremente se quiere anunciar con una cuña en la que ni se insulta a nadie ni se defiende nada malo. En su misma línea, aunque con mejores modos y palabras podríamos encajar a César Vidal y su Linterna nocturna.
Por la tarde, Cristina López Esl… Schill… Stlicht… Bueno, Cristina López, que con su llegada a la cadena supuso un aporte de incorrección política muy agradable y una sensación de defensa de valores por encima de siglas, hace muchos años que abandonó esa postura por una defensa radical del voto pepero. Bueno, tampoco seré yo quien le haga caso, pero tiene el derecho de pedirlo, aunque sería conveniente que fuese más sincera y no argumentara valores para ello sino simple oposición al zetapismo. En la misma línea podríamos encajar a Ignacio Villa con su Palestra del medio día.
Por las noches, saltando la programación deportiva ajena normalmente a la opinión política, encontramos La Estrella Polar de José Javier Esparza, de momento la voz menos contaminada de la cadena en este sentido, que como siempre ha hecho desde que le leí por primera vez (hará unos 15 años) y como hace también desde El Manifiesto, el periódico digital que dirige, mantiene un discurso firme, políticamente muy incorrecto y basado en valores. Esperemos que la cercanía con sus compañeros no le desvíe.
El caso es que ante las críticas que en muchas ocasiones eran merecidas contra los comunicadores de la cadena, por un lado yo mismo me he dirigido a la cadena pidiendo un cambio y protestando por líneas inconsecuentes con el ideario de COPE, y por otro he mantenido que había que diferenciar la opinión de esos comunicadores y la propia línea editorial de la cadena. Ésta queda de manifiesto en un editorial diario que se repite a distintas horas y que en no pocas ocasiones ha ido en sentido contrario al de posiciones defendidas por algunos locutores en esos mismos días.
Pues bien, el pasado 2 de mayo andaba yo en asuntos más importantes que en prestar atención a la radio y no me enteré del contenido de ese editorial, que después he podido leer en la web. Bajo el título «Nuestro voto decide», se habla de las próximas elecciones europeas, las enmarca en la situación actual, y termina con un párrafo que está provocando no pocas reacciones en la red. Dice así:
«Por eso no es responsable desentenderse de estas elecciones o apoyar opciones que no van a tener un peso real en el Parlamento Europeo. Nuestro voto decide muchas cosas, por eso tiene algo de frivolidad que una convocatoria como esta se convierta en la ocasión para la pataleta o la excentricidad.»
Aunque no lo diga expresamente, a nadie escapa que es una petición del voto para el Partido Popular. Y lo que es peor, acusando de irresponsabilidad elegir otra opción. Y esto entra directamente en conflicto con el ideario de la cadena, que como sus dos primeros objetivos cita 1- Difundir la doctrina y actividades de la Iglesia Católica; y 2- Orientar a la opinión pública con criterio cristiano. Con respecto a la política, la Iglesia Católica tiene bien definido un criterio que desde luego no está basado en el «peso real en el Parlamento» que pueda obtener uno u otro partido.
En la Exortación Apostólica Sacramentum Caritatis, el Papa Benedicto XVI, a quien seguramente Federico Jiménez Losantos no considera autorizado para emitir estos juicios pero sí debería considerarlo así el redactor de un editorial de COPE, basándose en la carta evangélica Evangelium Vitae de Juan Pablo II, manifiesta que para los políticos católicos hay una serie de valores NO NEGOCIABLES que son «el respeto y la defensa de la vida humana, desde su concepción hasta su fin natural, la familia fundada en el matrimonio entre hombre y mujer, la libertad de educación de los hijos y la promoción del bien común en todas sus formas».
No hay referencias al mal menor, al voto útil o al peso real en ninguna cámara. Hay principios y valores, por más señas no negociables. En consecuencia, según la exortación del Santo Padre, no debería colaborarse ni apoyarse a un partido que no defendiera inexcusablemente estos valores.
Por más que lo intente, no veo en ningún partido español con peso actual en ningún Parlamento no ya una firme sino siquiera una moderada defensa innegociable de estos valores. Por tanto me resulta absolutamente imposible casar la petición de voto al pepé con la orientación con criterio cristiano a los votantes. Ni de Federico ni de César espero coherencia con estos principios no negociables. De Cristina me queda la esperanza, cada día menor, de que entre en razón y deje su incongruencia pepera actual. Pero ellos muestran su opinión personal. Equivocada según mi criterio, pero personal.
El vecino del quinto puede pedir el voto para quien le venga en gana. Pero al redactor de la línea editorial de COPE no se le puede consentir semejante petición. Porque eso no es «orientar a la opinión pública con criterio cristiano». Y no soy yo quien ha redactado ese ideario. Así que o rectifiquen la petición, o que vuelvan a redactar el ideario con otros objetivos.
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