Vamos tirando

Hace unos días, mi santa esposa me avisaba, indignada, de que había oído que a una patrullera de la Guardia Civil le había dado el alto unos perros ingleses cerca del Peñón. Mi santa despotricaba contra los bastardos hijos de su Grandísima Bretaña. Los ingleses hacen lo que se espera que hagan, le dije. Yo no me indigno tanto con ellos. Lo que de verdad me indigna es que la Guardia Civil no tenga instrucciones precisas para abrir fuego sin contemplaciones contra un barco armado extranjero que les acose en nuestras aguas.

Durante el puente, policías británicos han desarmado y encarcelado durante varias horas a cuatro agentes de la Guardia Civil porque perseguían a una embarcación en nuestras aguas que se refugiaba en un puerto pirata establecido en tierra ocupada. Vuelvo a decir que de los perros ingleses no espero otra cosa, y que de toda la vida, cuando alguien honrado entra en un puerto pirata, se expone a ser apresado y vejado. Ahora bien, la resolución del «conflicto» no ha sido una protesta del Gobierno de España contra los invasores súbditos de su graciosa majestad, sino una llamada de nuestro Ministro del Interior, el mismo que ordena a la Guardia Civil que obedezca a lo que los piratas digan sin chistar, pidiendo… ¡PERDÓN! a las fuerzas de ocupación.

Asco, indignación, rabia… y el esfuerzo de aplacar las ganas de recuperar la justicia de hace unos siglos, según la cual, este ministro, y tantos y tantos gobernantes traidores de los últimos trescientos años colgarían, junto a los que pagaron con tierra española su trono y su corona, de lo alto de un poste en la cima del Peñón una vez que éste fuera liberado de la casta de piratas, ladrones, violadores y asesinos que lo ocupan.

– Oiga, ¿y las las prácticas de tiro de los ingleses de la boya no dice nada?

– Pues… que prácticas con la bandera también hago yo…