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Homogilifobia

El amigo Fuego Negro escribe hoy sobre homofobia y sus censores oficiales lo que me hace retomar algo sobre lo que pensé escribir y por pereza se ha quedado atrás.

Hace unos días hablaban en la radio con un representante de esas asociaciones que dicen representar a los homosexuales, sobre un plan que por lo visto van a imponer -la palabra imponer es plenamente intencionada por mi parte- en los colegios e institutos sevillanos en los próximos meses.

Esta gente suele empezar sus mítines siempre con los mismos argumentos: «sólo defendemos que cualquier persona no sea discriminada por ser homosexual, que desaparezca la violencia homófoba…» y cosas por el estilo. Cosas que nadie discute, pero no porque sean homosexuales. Quiero decir que yo defiendo plenamente que ninguna persona sea discriminada ni que sufra violencia por ser homosexual, por ser heterosexual, por ser de la Balompédica Linense ni por tener tarjeta de puntos del supermercado.

Lo que pasa es que esta gente, con estas presentaciones lo que hace es, por un lado, que mucha gente se quede nada más que con ese mensaje y ya les de la razón en todo. Y por otro, que si les discutes otras peticiones que nada tienen que ver con estas, ya eres un homófobo y estás defendiendo la discriminación y la violencia contra los homosexuales.

La cuestión es que el pájaro exponía que es inadmisible que a estas alturas de la película en algunos institutos hubiera todavía gente no ya que dijera, sino que siquiera pensara, que ser homosexual no es perfectamente normal y exactamente lo mismo que ser heterosexual. El pollo clamaba porque había que potenciar entre los jóvenes la libertad suficiente para que exploraran su sexualidad y decidieran libremente sobre ella.

Y como colofón, el tipo exponía casos ¡sangrantes! de homofobia. No se pierdan el ejemplo: «Incluso nos llegó un caso, que nos tuvieron que llamar porque un chico había reconocido su homosexualidad y a partir de ahí había otro que se negó a ir con él a un viaje. Con estas situaciones hay que acabar». Dicho así, uno piensa «coñe, ¿y por qué no va a ir de viaje por ser homosexual?»

Pues yo también me negaría, le dije a mi santa. A ir con él al viaje, a compartir vestuario de gimnasia… ¿Porqué? Porque se supone que en un viaje -ya no digamos en el vestuario- se comparte habitación, ducha… Estuvo lenta mi santa: «¿Y sólo por eso se te va a tirar al cuello? ¿Acaso se te tiran al cuello las mujeres por la calle?» Me reí. ¿Me estaría diciendo mi santa que no hay nada anormal en compartir viajes o vestuario con mujeres? ¿Debo entenderlo como algún tipo de autorización? «Hombre, visto así, tienes razón».

¿Por qué les suelto este rollo? Pues miren, sencillamente, por vencer esa pereza de la que hablaba al principio. Porque temas como este, por pereza, no son contestados. Por pereza o por vergüenza. Y cuando uno quiere reaccionar ya es tarde.

Así que avisen a quien corresponda: No, no quiero que se persiga a nadie por ser homosexual, pero de la misma manera no creo que ser homosexual sea «tan normal» como ser heterosexual, ni que a mis hijos les deban decir que se exploren a ver qué les gusta más, si carne o pescao, que lo mismo dá. Y que mi canallesca imposición llega tan lejos como para haberle dicho a mis hijas que las mujeres tienen novio y los hombres novia, y además de uno en uno.

Y no, seguramente Laetitia Casta no se me tiraría al cuello en caso de compartir habitación o ducha. Pero aún así no creo yo que fuera pertinente el intentarlo.

Vayan avisando al fiscal.

3 Comments

  1. Carlos Esteban wrote:

    y, sobre todo, ¿por qué no podemos tener la LIBERTAD de ir de viaje con quien nos dé la gana? ¿Quién es el Estado -o cualquier tipo de autoridad- para FORZARME a ir en un viaje que en lo demás es voluntario con un homosexual (o con un hetero que me cae mal)? ¿Y si hacemos el experimento de que cada palo aguante su vela?

    viernes, febrero 5, 2010 at 19:04 | Permalink
  2. Gonzalo wrote:

    Claro, Carlos, de lo que se trata es de controlar no ya tus actos sino incluso tus gustos para marcarte los admisibles…

    Esto es lo que hay.

    viernes, febrero 5, 2010 at 19:17 | Permalink
  3. Kikas wrote:

    En la dictadura de la corrección política en la que nos encontramos, efectivamente, vayan avisando al fiscal.
    Yo, por suerte o por desgracia no tengo ningún problema en ponerme en pelotas delante de quien sea si el equivocado es el otro. Es decir, que una tia entra en mi vestuario de Rugby y se alarma…que no hubiese entrado. Otra cosa es que yo vaya a entrar en el suyo (Y aviso, que se alarmen porque esté fuego ignifugo desnudo, de ningún modo hablo por mí)
    Sí que veo con satisfacción que mis hijos hablan de estos temas con mucha más naturalidad que la que yo tenía a su edad. Ese es el mejor antídoto contra los victimistas, o victimeros.
    Para finalizar, mi Santa trabajó muchos años fuera de España. Tenía un compañero Guineano en Londres cuya cantinela cuando no le daban la razón es que le discriminaban por ser negro. (Curiosa de todos modos su filosofía. Las blancas estaban bien para divertirse, para casarse una negra que su padre si no le molía a palos. Viva la tolerancia)
    Un día despues de escuchar por enésima vez la frasecita, mi mujer le dijo que no, que no le discriminaban por ser negro, que la razón no se la daban porque era idiota ¡Mano de santo!

    sábado, febrero 6, 2010 at 12:07 | Permalink

One Trackback/Pingback

  1. Bitacoras.com on viernes, febrero 5, 2010 at 12:57

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