Los perros nos llevan del corral a los pastos, de los pastos al corral. De unas generaciones a esta parte, incluso nos dejan decidir qué pastor queremos que nos cierre o abra la cerca según convenga. Bueno, más que decidir, elegir entre los pocos disponibles, pero ya es un logro increíble.
Los perros casi nunca podemos elegirlos. Pero eso sí, de un tiempo a esta parte todos tienen sus vacunas, el chip que los identifica y hasta un localizador gépeese. Que no sé lo qué es pero suena chulo. Ni punto de comparación con los de antes.
¿Y los nuevos corrales? ¿Qué decir de estas instalaciones ultramodernas y ultradotadas con los últimos avances? Es verdad que a costa de tener menos sitio y de imponer una rutina infranqueable… pero bueno, eso crea hábitos y eso acaba haciendo todo más fácil.
Y mira, mis crías. Qué diferencia con nuestras abuelas. Ellas tenían a las suyas de cualquier manera… y aquí, ¡buah! qué atención, qué cuidados, qué medios. ¿Cómo no voy a ser feliz aquí, si además estas crías mías no tendrán que pasar por lo que pasó mi abuela…? Mira, ahí viene el encargado, seguro que se la lleva a darle los cuidados necesarios.
Fuera aparca un camión. Dos hombres vestidos con mono azul bajan de él y saludan al dueño. Vienen a por los corderos lechales para el matadero. Llegan tarde, porque se cruzaron con unas cabras montesas y casi se salen de la carretera. Las muy ladinas parecían hacerlo adrede, y además cuando se bajaron del camión les dieron un buen susto porque se les arrancaron. Aunque al intentar defenderse salieron corriendo todas y no pudieron pillar a ninguna.
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– Gonzalo, ¿me estás escuchando? Te decía que los tiempos han cambiado mucho. Y lo que hay que hacer es amoldarse y seguir con ellos. Venga, que empieza la reunión.
Y triste, asiento. Porque aunque en ese momento echo de menos una barbita y unos cuernos, acabo encaminándome a la cerca, con el resto del rebaño.
5 Comments
Seré politicamente correcto. ¿Estás seguro que no tienes barbita?
Yo tuve un compañero, http://enbuscademistalentos.blogspot.com/2009/09/rodriguez-el-sindicalista.html, que cada vez que me quejaba de mi trabajo me decía que debería pagar yo a la empresa por tenerme allí recogido, fresquito en verano y calentito en invierno, que no era como si estaba segando, vaya.
Probablemente me quería decir lo mismo que tu compañero, pero con otras palabras.
Kikas, yo creo que una cosa lleva a la otra… cuando tenga barbita igual me salen los cuernos…
😛
Fuego, recuerdo perfectamente esa entrada tuya porque me inspiró otra que al final no publiqué yo y que igual lo hago en breve.
Pues me da a mí, que a la altura a la que estamos, ya ni con barbita te salen los cuernos… aunque no sé lo que te duraría la barbita 😛
¡Andaaaaaaa porfaaaaaaaa!
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