El Mundial del que mayores recuerdos tengo es el de México 86. Era el segundo que seguía, ya que antes del de España en el 82 no recuerdo haber seguido nunca un partido de fútbol. La primera vez que fui a un estadio fue al Brasil – Nueva Zelanda en el Villamarín. Y la afición fue creciendo, aunque aquel mundial fuera un fiasco para nuestra Selección.
Recuerdo después los partidos de clasificación para la Eurocopa del 84, recuerdo los partidos de ese campeonato, el apagón sufrido en Sevilla que nos tuvo pegados a la radio para escuchar, cuando se escapaba la esperanza, que Maceda saltaba en plancha eliminando a Alemania y manteniéndonos vivos, y por supuesto aquella final, aquel gol que el grandioso Arconada se metió solo…
Durante años en mi juventud utilizaba como referencia temporal los campeonatos mundiales o europeos. Y vivía toda una fiesta cada partido de la selección -«el España», que decía alguno por aquí- en su sede fija de Sevilla.
Caras pintadas, ronqueras, pasión… y también decepciones y cansancios coronado por la horrible selección clementista que el pequeño de Baracaldo se llevó de aquí porque le gustábamos tan poco como él a nosotros.
Recuerdo el Mundial de Italia, el «me lo merezco» de Míchel y el llanto ante Yugoslavia, las paradas del argentino Goicoechea y el robo de la final con el piscinazo de Voller.
Recuerdo Estados Unidos, claro, el 94. El partido contra Alemania, a mi amigo J.L. gritando a la tele «ha sido la mano del Apóstol Santiago» en un paradón abajo de Zubi, los 3 a Suiza, el fallo -otro- de Salinas… y las lágrimas de Luis Enrique. Más que de la sangre me acuerdo de las lágrimas, de la impotencia, de la rabia… de Italia en estado puro.
98, Francia, cumbre del clementismo, vergüenza, ridículo y Zubi acusando la edad y la insistencia del seleccionador, mandándonos para casa.
Corea 2002, Los sudores de Camacho, Joaquín, el sufrimiento ante Irlanda, mi alegría porque Italia había sido eliminada por un robo arbitral contra Corea en octavos… y Corea. Al Gandour. Joaquín a Morientes. A casa.
Ciertamente del que menos recuerdos tengo es del anterior, de Alemania 2006. La edad, la pasión que se va perdiendo, las obligaciones… Supongo que un poco de todo. Y que una fase de grupos fácil e insulsa no era para recordar, y a la primera una Francia que se suponía en horas bajas nos mandó a casa para plantarse en la final.
Y ahora esto. Lo de esta noche.
Les decía que «mi mundial» era el del 86, pero no les he hablado de mis recuerdos de él. Mi recuerdo, ahora mismo, y sobre todo hasta esta noche, pase lo que pase en la final, es para un chaval que no había cumplido todavía los 17. Había gritado de rabia al ver que no le daban el gol a Míchel, había mordido los cojines del sofá por no poder gritar los cuatro primeros goles a Dinamarca en octavos, porque sus padres ya estaban acostados. Al quinto no le importó nada y saltó y gritó como loco. Lo tenía claro: Estaba ya en la final, seguro, sin duda.
Y un 22 de junio de aquel 86, tras el fallo de Eloy hundió la cabeza en el suelo, en un cojín, en casa de su amigo. Tras la última esperanza perdida, el gol de Van der Elst, tuvo un amago de llanto. No podía ser. Aquella banda belga le había robado su ilusión. Y allí quedó, con la cabeza hincada en el suelo, sin querer levantarse.
Con el tremendismo de los 16 años pasó de pensar que el próximo mundial era el nuestro, seguro, a pensar que ya nunca vería a su selección en una final. La deriva de los siguientes años, y sobre todo el clementismo le hicieron sepultar la esperanza de ver jamás a España en una final de un mundial.
Hoy, apaciguada -y mucho- la pasión, desencantado por la realidad del fútbol moderno, mosqueado porque hoy enarbola una rojigualda quien en ninguna otra ocasión lo haría, seguro de que el fútbol es una droga para la sociedad, indignado porque la gente es capaz de hacer o pagar por fútbol lo que no haría jamás por un hijo, triste por lo que mueve el fútbol y no mueven otras cosas que mejor nos harían…
Hoy, decía, hasta el final del partido, y pase lo que pase en él, me levantaré por fin del suelo de casa de mi amigo y hoy compadre, donde 4 chavales de 16 y 17 años gritamos hasta la ronquera aprovechando que no estaban sus padres, para después llorar la eliminación. Y levantaré la cara del cojín pensando que 24 años no es nada.
Ese chaval, que ahora es un cuarentón con más kilos, menos pelo y más canas, tiene dispuesta su bandera, sus gritos de ¡¡ESPAÑA, ESPAÑA, ESPAÑA!! y su ilusión por lo que llegó a creer la absurda esperanza de un adolescente.
9 Comments
Pues va a ser un viaje en el tiempo que no te recomiendo nada, nada. Porque si vuelves a tus 16 con tu aspecto actual, tus colegas se van a creer que es el padre de uno y les vas a dar un susto de muerte mientras esconden la botella.
Y a la que le va a dar un parrús va a ser a tu santa como vuelvas a tus cuarenta con la pinta del de 16. Créeme, mejoramos con la edad.
Sin entender absolutamente nada de futbol, nunca comprendí por qué cuando los jugadores fallan la culpa es del entrenador.
Supongo que el que el entrenador y muchos de los jugadores no sean del Real Madrid ayuda. Las campañas mediáticas desde la «Capital del Reino» es lo que tienen.
Y eso de que el Seleccionador sea uno del PNV no se lleva bien. A partir de ahí, construimos una historia que, como bien sabes, la gente traga con todo.
Como te ha dicho J. ya puedes levantar la cara del cojín y gritar muy muy fuerte. Muaks.
¿Más fuerte? Si me pitan los oídos de mi propio grito.
GOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOL
Enhorabuena. Qué coño, por fin lo conseguimos.
Kikas, que Clemente fuese o no del PNV es irrelevante. Lo grave es que no tenía ni tiene ni puta idea de fútbol y en su vida se ha comido un colín como entrenador. Y eso dice bastante en contra.
Pero, ¿sabes?, somos campeones por un madrileño y un salamantino, y no por un separatista.
¡Qué viva España!
No diría yo que no tiene ni idea de fútbol, sino más bien que es un entrenador para otro tipo de fútbol.
Efectivamente el problema no es que Clemente fuera del PNV, sino que se encoñaba en planteamientos que nadie entendía y encima insultaba al que le discutía.
Aquí además lo tuvimos que sufrir después en el Betis, que tiene cojones después de insultar a toda la afición de Sevilla venir a comer a nuestra mesa. Las cosas de Loperini.
Orisson, además yo diría que somos campeones a pesar de un madrileño que ha tenido muchos minutos sin merecerlos -por simple estado de forma, le pueda pasar a cualquiera, pero así ha sido- pero en suma gracias a 23 jugadores españoles.
¿De aquí, de allí, que si tres sevillanos que si seis catalanes…? 23 españoles. Me importa un carajo de dónde sean. Son españoles y juegan al fútbol. Los de naranja no lo eran y daban coces. Punto.
Y a un entrenador, con su cuerpo técnico, también españoles. Por supuesto.
Aquí, el único que no tiene ni… ¿Puta? ¿He leido puta? Y yo que me creia que era el único que juraba en este rincón, en la intimidad por supuesto
Decía que el único que no tiene ni idea de futbol soy yo. Pero recuerdo que ese que dices que no sabe nada de futbol fue uno de los medios centros más finos de nuestro futbol. Alguien a quien una entrada asesina le mandó a casa de por vida en lo mejor de su carrera.
Ese hizo campeón de liga dos años consecutivos a un equipo de chavales, todos españoles, por cierto, cosa que no pueden decir muchos, ni tan siquiera uno más. A eso se une un doblete de ese equipo, que no era el mejor ni mucho menos. Hacía equipos.
Hizo llegar al Español a una final de la UEFA (Me da que me pongo demasiado patrio), cuando la Uefa era la Uefa.
No sé, decir que nunca se comió un colín…me parece exagerado
En fin, no era simpático
¿Ah! Y tan malos son los separatistas… como los separadores…
Que no, Kikas, que con todas las discrepancias que tú quieras en cuanto a Clemente -que hizo campeón al Athletic con una generación de oro salida de Lezama que coincidió con tiempos más bajos en otros equipos y que regaló la final de la Uefa por cobardía futbolística- mi antipatía por él es futbolística.
Más separatista era Iribar, el batasuno, y ese sí que era un galáctico.
Es que yo no he dicho que no se comiera un colín, He dicho que es entrenador para otro tipo de fútbol. Sólo hacía referencia a su procedencia cuando he dicho que era de Baracaldo, como cuestión meramente distintiva, igual que a Luis Aragonés le he llamado siempre el mono (no el sabio) de Hortaleza y no creo que por eso mi gusto o discrepancia con su fútbol se base en mi odio separador hacia ese barrio.
Vamos que si fuera de Triana seguiría siendo un entrenador amarrategui, ramplón y cobarde.
oye, jejej, que de verdad, que no entiendo naaaada de futbol.
Que para entender de futbol ya veo que os sobrais unos cuantos 😉
Mi comentario, como tantos otros, solo era para provocar…y tuve bastante éxito, por cierto
Que duro es saber perder
Que dificil es saber ganar
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