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De las vacaciones (II): La visita nocturna

Con absoluto sigilo, y aprovechando tantos trucos y recovecos aprendidos en sus muchos años de experiencia, se coló sin ser visto. Como siempre. Nadie, absolutamente nadie, advirtió su presencia. Debió buscar por la casa, oculto a todos, hasta encontrar su objetivo. Y una vez hallado, tomó lo que andaba buscando, dejó su marca y desapareció como vino, sin ser visto ni oído, sin dejar más rastro que el que él quiso dejar en el mismo lugar del que tomó su botín. No había huellas, puertas abiertas ni pistas sobre cómo entró.

A la mañana siguiente, con los ojos casi pegados del sueño, mi hija me despertaba e informaba de lo sucedido.

Revisando a fondo la casa, y comprobando, como dije, que no había ni huellas ni rastro de las vías de entrada y escape utilizadas, imaginaba lo vivido por el visitante una vez abandonada nuestra casa de veraneo. Cómo sería la llegada a su casa, cómo expondría su botín ante su familia. Como presumiría, una vez más, de su logro sigiloso. Y me imaginé a su esposa, recelosa de estas salidas nocturnas y temerosa de la seguridad de su cónyuge.

Y casi pude ver a la Señora de Pérez recibiéndole, de brazos cruzados y golpeando el suelo de manera regular con su pata trasera derecha, riñéndole: “Dientes, dientes y más dientes. A ver cuándo me traes unos vestidos nuevos que no tengo nada que ponerme. Anda, mételo en el almacén ese en el que tienes los demás, que cualquier día entro con la escoba y te los tiro todos. Y un día te vas a encontrar con un gato gruñón y se te va a quitar la afición esta tan tonta. Y encima habrás dejado hasta dinero por este colmillo usado. Anda, anda, tira, que contenta me tienes. Porqué no haría yo caso a mi madre…”

Pérez, mientras tanto, colocará con tanto cariño como siempre “ese colmillo usado” con todos los demás allí, en su almacén. Su esposa no lo entiende, pero él sabe que todos esos dientes no son sino trocitos de la sagrada inocencia de miles de niños. Y que jamás, pase lo que pase, dejará de colaborar a mantenerla.

4 Comments

  1. Seneka wrote:

    Este Perez … va a conseguir que la consejería de sanidad le meta un puro de pelotas, con esa manía tan insalubre de acumular restos orgánicos en el hogar. Y como no se ande con ojo, la señora le denunciará por maltrato sicológico y le sacará hasta el último cuarto cuando pida el divorcio. Comprensible.

    miércoles, septiembre 8, 2010 at 8:43 | Permalink
  2. Kikas wrote:

    Ya sabes que en el Pais Vasco, desde hace unos años, los Perez tienen colegas
    Se llama Sagu (Ratón) Agirre
    Pais…

    miércoles, septiembre 8, 2010 at 11:11 | Permalink
  3. Abundando en lo que dice Séneca, tiene Maese Pérez un problema adicional: demencia senil, cosa bastante lógica pues ya le cambiaba a mi madre los dientes por cincuenta céntimos (de peseta, claro). El otro día sin ir más lejos, le dejó a mi hija C.M. el dinero pero se olvidó de llevarse el diente, que apareció extrañamente al día siguiente en el bolsillo del pantalón de mi pijama, donde lo encontró C.M., al día siguiente.

    Hicieron falta todos mis mejores talentos retóricos para que C.M., (aún un año más de inocencia, gracias a Dios, aunque cada vez más difícil), no descubriera que el Pisuerga pasa por Valladolid.

    martes, septiembre 14, 2010 at 22:27 | Permalink
  4. Gonzalo wrote:

    Si es que vas como vas y luego pasa lo que pasa…

    miércoles, septiembre 15, 2010 at 0:33 | Permalink

One Trackback/Pingback

  1. Bitacoras.com on miércoles, septiembre 8, 2010 at 1:52

    Información Bitacoras.com…

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