Hace unos días salió la noticia de que los padres de un alumno de un colegio concertado de Sevilla habían recurrido ante la Junta de Andalucía su suspenso en la asignatura de Ciencias Sociales, Geografía e Historia de 3º de la ESO. Mejor dicho, la noticia no era el recurso, sino la resolución del mismo a su favor -y por tanto en contra del colegio- dando la Consejería de Educación de la Junta la razón a los padres del alumno que protestaban porque el examen suspenso excedía el nivel que fija la legislación educativa autonómica.
Yo personalmente no tenía noticia de ese colegio hasta que hace unos meses me enteré de que en él cursa la primaria la hija de mi compadre. «Pues es el mejor o de los mejores de España», me dijo mi santa esposa. Precisamente este verano salió el tema y mi compadre nos contaba que en la clase de su hija «dan más cosas que las que dan por ahí, que ahora por lo visto ni salen de Andalucía ni dan historia de España ni nada, pero ella sí. Vamos, que dan lo que dábamos nosotros». Ya saben, esas cosas tan absurdas para una niña sevillana, como que el Ebro nace en Fontibre y desemboca en Tortosa, o que limitamos al norte con el mar Cantábrico, Francia y Andorra en lugar de con Extremadura, Castilla-La Mancha y Murcia. Vamos, lo que la oprobiosa dictadura nos obligaba a aprender en una demostración de su maldad.
El caso es que la Junta de Andalucía considera que un alumno de 3º de la ESO no tiene por qué saber qué coño es un peristilo. Y a raíz de este caso, la crítica a la Junta se ha centrado en que sus currículos escolares deberían tener un nivel superior. Evidentemente estoy de acuerdo con esa petición, y con que un chaval de 15 años sepa, si no la lista de los 33, qué es eso de los Reyes Godos, o que el gótico no es vestirse de negro en la Casa Blanca, o que la casa de Alba es algo más que una señora mayor que sale en las revistas o que un coñá.
Pero si nos quedamos en esa reivindicación, a mi entender, estamos quedándonos cortos -muy, muy, muy cortos- en lo que habría que exigir al Estado en cuando a la Educación. La cuestión no es sólo que se suba el nivel de lo exigido por la Junta para equipararlo con el que imparte el Colegio Buen Pastor. Eso sería deseable, pero insuficiente. Lo verdaderamente importante de la cuestión es que el Estado, en este caso a través de la Junta de Andalucía, lo que está imponiendo no son mínimos sino máximos, está limitando la capacidad de un centro para dar clases al nivel que estime conveniente.
Por otra parte, dice el padre en cuestión que el problema está en que los colegios concertados se ponen a competir por el nivel para así tener más aprobados en Selectividad y acaban convirtiendo en víctimas a los alumnos.
Señor padre del niño aprobado en los despachos: Omite usted un detalle en su análisis que es una de las patas del problema de la Educación en España. De ese problema que radica en que en España en general y en Andalucía muy en particular no existe la libertad de enseñanza.
Suponiendo que lo que denuncia usted, señor padre de la criatura, sea cierto: ¿Por qué usted pidió plaza para su hijo en un colegio concertado concreto, con un ideario propio y unos métodos de enseñanza propios y reconocidos -que yo no lo conociera es una cosa y otra es que lo ignorara un padre que pide que su hijo se pase ahí 13 años de su vida, ¿no?- para después exigir por vía administrativa que a su hijo se le mida como en otro centro al que usted no quiso mandar al niño? ¿Por qué si su hijo lleva varios años en el centro no ha pedido usted que se cambie el nivel exigido hasta que ha llegado el suspenso? ¿Por qué no buscó una opción -pública, privada o concertada- que se adaptara mejor al nivel que usted desea para su hijo?
Y sobre todo… ¿por qué mantuvo ocupada una plaza en un colegio cuyos métodos no comparte mientras hay cientos de padres sufriendo al ver cómo ese colegio que ellos desean para sus hijos quedan fuera de su alcance siendo obligados a mandarlos a centros de menor nivel, no escogidos por los padres, o en su defecto, pagar un pastón por una enseñanza privada, como si un hijo de Consejero o Ministro fuese?
El bajo nivel al que nuestros queridos próceres sitúan la educación de nuestros hijos es más que un problema, un auténtico drama. Pero mucho más grave lo hace el colaboracionismo infame de miles de padres.
El porqué de ese nivel y las necesarias medidas para reformar nuestro sistema educativo, en la siguiente entrada.
8 Comments
Es lamentable decirlo, pero el eslabón más débil en la cadena educativa estepaisana lo constituyen los papases de las criaturas, tan modernos y tan gilipollas ellos. Lo tengo comprobado, colegio a colegio, por experiencia propia y ajena.
Pàdres como éstos, por lo que parece, no buscan para sus hijos una educación y unos conocimientos, sino más bien un currículum escolar.
¿Burros y analfabetos? No importa, siempre y cuando el expediente de calificaciones sea brillante.
Aparentar es más importante que ser. Lo que cuenta es pillar sitio en una universidad para poder titularse y ser un eficiente empleado de una empresa (cuanto más grande ésta, mejor, que eso viste mucho). Quieren que sus hijos se conviertan, a cambio de sus treinta monedas de plata, en descerebrados, pero bien recompensados, operarios del sistema.
La economía lo es todo. Ganar dinero es lo que cuenta.
Y, como demuestran historias como ésta, las reformas necesarias en el sistema educativo (que más bien serían «contrarreformas»), habrá que hacerlas, no gracias a los padres (digo «padres», en general), sino a pesar de éstos.
Porque me temo que el ejemplo de este padre es más la regla que la excepción.
El problema, Gonzalo, es aun más grave o de más difícil solución (con las reglitas ésas que nos dieron a nosotros mismos, ya sabes). ¿Recuerdas la peli «Memorias de África»? En esa peli, el jefe de una tribu se negaba a que los niños más altos que su cintura aprendiesen en el colegio. Y se negaba porque los más altos podrían quitarle su puesto de jefe.
Trasladado a España en general y Andalucía en particular, lo que le pasa al padre ése es que no tiene ni puta idea de lo que es un peristilo y, a más a más, tampoco tiene ni puta gana de averiguarlo. Ergo lo que papá no sabe ¿cómo va a saberlo el crío?, piensa el bobalicón.
Y ahora haz entrar en cintura a todos los padres en España, si hay huevos.
Un saludo
PD: Perdona los tacos, pero es que este tema de jugar con el futuro de los niños y, por tanto, de España me pone de los nervios.
Gracias a los tres y de acuerdo con los tres.
Lo que dices de los padres, Séneka, es muy cierto. En cada conversación que tengo cuando alguien dice «es que hay algunos niños» siempre corrijo: El problema son los padres.
Museros y Orisson, efectivamente esa complacencia de los padres en el bajo nivel -que bien, así mi niño saca mejores notas- es triste pero al fin y al cabo es lo que hacen esos padres sobre sus hijos.
Peor es que el aparato del Estado trabaje para que los hijos de los demás, que no quieren quedarse ahí, se jodan y no puedan ir más allá.
Pero ya decía que en la próxima seguía.
Comparto con ustedes esta viva preocupación por la enseñanza. Lo peor que ha hecho estos gobiernos desde 1977 es joder la enseñanza a base de bien. Cargarse la pública y hacer un refrito de concertada. Con eso y con la aquiescencia gilipollas de los papás nuestra educación es un mierdón considerable. Yo que tuve la suerte de impartir clases, intentaba pasarme por el forro los me´todos modernos LOGSe de evaluación, procedimentale, aptitudinales y toda esa jerga estúpida. Creo que en la solución no vamos a estar de acuerdo. Tengo una concepción jacobina de la Educación y la libertad de enseñanza me parece un camelo clasista. Quiero una educación pública obligatoria y única, jacobina que forme a los ciudadanos en todos sus aspectos. Que no destruya el principio de docente y discente, que el maestro esté investido de autoridad pública, que el maestro sea un humanista aun cuando imparta física o matemñaticas, que esté bien formado. Que desaparezcan los mierdones del consejo escolar. Los padres educan en casa, los maestros enseñan en la escuela. Principio sagrado. Que haya exámenes de estado según niveles y grados. Que los títulos de escuelas y universidades privadas tengan que homologarse según un exámen público de reválida. Que desaparezca la escuela concertada. Que vuelvan los catedráticos de insituto. Y que los padres dejen de joder en cosas que no les competen. Que eduquen a sus hijos y no manden salvajes a los centros. Exigencia, enseñanza, responsabilidad y excelencia. Señas que un día fueron los anhelos de la clase obrera y de la izquieda y que hoy yacen pisoteadas por pedagogos de mierda… Un saludo y gracias por dejarme comentar
Deseando estoy leer la siguiente
Gracias a ti por tu aporte, Amfortas.
Efectivamente no vamos a estar de acuerdo en las medidas a tomar, aunque sí entiendo y respeto las que tú propones.
En lo que no coincido es en la concepción de la ibertad de enseñanza, los colegios concertados y demás como clasista. Precisamente debe ser todo lo contrario, poner al alcance de todos los alumnos esos colegios con particularidades que de otra forma sólo serían accesibles pagando. Eso sí sería clasista.
Lo ideal es combinarlos con una escuela pública como la que propones. Precisamente la mayor tragedia es que los colegios concertados -por lo general, con las excepciones que quieras- son el refugio de un cierto nivel de exigencia y de disciplina que ha abandonado a los públicos. Y por supuesto que lo primero que hay que pedir es que la escuela pública mejore en mucho lo que es hoy.
Sobre tu última afirmación, precisamente con algo sobre eso termina mi próxima entrada.
Iba a escribir todo en una entrada pero la separé para intentar ordenar el resto, pero entre que no tengo tiempo de ordenarlo y que en los comentarios va a salir todo, vamos a acabar defraudando a Pitufa…
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[…] el bajo nivel de la Educación en España. Una de las caras de esa moneda la señala acertadamente Museros en su comentario a la entrega anterior: Los padres lo que quieren es un currículo que aparente, independientemente […]
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