Publicaba Diario de Sevilla hace un par de días un informe titulado «La educación infantil dispara el número de plazas concertadas«. Desliza el artículo que en la última década se han disparado los conciertos en Andalucía.
El artículo parece hecho con la intención de que el lector que no profundice en el texto -desgraciadamente la amplia mayoría de los usuarios de prensa, que no suelen ser lectores sino meros ojeadores- saque la conclusión de que la política seguida por la Junta en materia de educación en los últimos años ha sido la potenciación de la escuela concertada en lugar de la pública. Sólo así se entiende que diga que las plazas concertadas en segundo ciclo de infantil (de 3 a 6 años) en Sevilla «han pasado de suponer un 0,2% de la oferta educativa a un 18,8%. Los colegios totalmente públicos, sin embargo, sólo han aumentado su representatividad en dicha oferta dos puntos, del 74% al 76%«.
La realidad es que en los años a los que inicia la supuesta comparación no existía la enseñanza concertada entre los 3 y 6 años salvo, por lo que indica ese 0,2% del que yo no tenía noticia, un único centro en toda la provincia. Es decir, que los colegios concertados tenían 3 cursos (1º, 2º y 3º de Educación Infantil) funcionando de forma privada, recayendo en los padres el coste de las mensualidades. ¿Qué pasaba entonces? Pues que miles de padres llevábamos durante tres años a nuestros hijos al centro elegido, pagado cada mes la mensualidad correspondiente, para que al llegar al primer curso de primaria cruzáramos los dedos y hasta las orejas esperando que saliera cara el día en que la Junta, con sus métodos de asignación de plazas, nos permitiera seguir en el colegio elegido y no nos mandara a buscarnos la vida por ahí llevándonos a nuestro hijo, ya acostumbrado a un colegio y con un grupo de amigos hecho, para que volviera a empezar desde cero, debido a vivir dos calles más allá o a que su apellido empezara por la letra inadecuada.
Cuando hace unos años la Junta decide concertar esas plazas de Educación Infantil, no se están concediendo conciertos a nuevos centros, simplemente se están ampliando los conciertos ya existentes a tres cursos más, por la sencilla razón de que la escuela pública no es capaz de absorber la demanda existente y recurre a la concertación como método más rápido, eficaz y barato. Y tengan por seguro que si hubiera más oferta de plazas concertadas serían cubiertas rápidamente, por lo que además se hace con una opción muy demandada por las familias.
Ahora bien, la ventaja inicial que encontramos los padres, que pasamos a ver cómo la educación de nuestros hijos pasa a ser sostenida con el dinero de nuestros impuestos (oh, qué atrevimiento), debe contraponerse al efecto real que esta medida ha tenido. En un momento del artículo del Diario de Sevilla, se dice que en el crecimiento -aunque mejor sería decir creación- de la oferta de conciertos en Educación Infantil «ha tenido mucho que ver la concienciación por parte de las familias de escolarizar a sus menores con tres años, cuando la Educación es todavía voluntaria, para asegurarse una plaza en el centro deseado cuando llegue la etapa obligatoria«.
Este es un asunto importante. Como queda dicho, este ciclo escolar es voluntario. Pero con esta medida pasa a ser voluntario sólo en teoría. Así, la asignación de plaza que se hace para la entrada del alumno de tres años es definitiva para toda la vida escolar del niño. Ese niño tiene ya plaza en Infantil y en Primaria en ese centro, y en secundaria si ese centro la imparte o en el que le corresponda en caso contrario. Añado: Lógicamente. No tendría sentido que el niño de tres años tuviera que cambiar de cole a los 6, como antes sí sucedía. Pero esto, que es la cara de la moneda, lleva por detrás una cruz: Si un padre quiere plaza concertada para su hijo, deberá pedirla desde los 3 años, ya que si opta por no escolarizarle hasta los 6 -ojo, tal y como permite la ley- a esas alturas las plazas concertadas ya estarán cubiertas y la administración le buscará hueco en donde ella -y no la familia- decida, bien porque exista ese hueco, bien porque por imposición de la Junta se cree ampliando la ratio, lo que en un 99% de los casos sucederá para meterle en un público, independientemente de la preferencia de la familia.
Pueden decirme que, hombre, teta y sopa no cabe en la boca y si las plazas que hay son las que son, pues el primero que llegue que las coja y el que venga detrás que arree. Bueno, no estoy diciendo que la solución sea sencilla, aunque se podrían arbitrar algunas -bajar la ratio en infantil y flexibilizarla en primaria, por ejemplo-. A lo que quiero llegar no es, aunque pueda parecer, a una defensa a ultranza de la libertad para elegir plaza concertada. A lo que quiero llegar es a cómo lo que teóricamente es voluntario -la escolarización a los 3 años- se convierte de facto en algo casi obligatorio, ya que casi ningún padre se queda tranquilo pensando en que, qué bien, cuando cumpla 6 ya me dirán dónde hay un hueco que nadie quiere en primaria.
Si quieren, hagan la misma lectura para los públicos: Hay colegios públicos de una calidad muy reconocida que comparten distrito con otros de calidad harto discutible. Imaginen que a un padre le dicen que si quiere el bueno, que pida ahora porque si espera tres años es seguro que en el bueno no cabe y que lo tiene que mandar al «chungo».
¿Es realmente necesario escolarizar a nuestros hijos desde los 3 años? Yo creo que no. O mejor dicho, creo que depende de muchos factores, entre ellos del carácter del propio niño y lógicamente de las posibilidades de la familia. Y a eso se dirige directamente todo esto: Si el niño está en el cole desde los tres años, queridos galeotes, ¿a qué viene plantearse que uno se quede en casa en lugar de encadenarse al remo y cotizar, cotizar y cotizar, que hay mucha mamandurria que pagar y mucho tenderete capitalista que mantener? Pues convenzamos a los que quedan por entrar en el juego creándoles las condiciones propicias desde los tres años. Y añado: Tres años… de momento. Al tiempo.
4 Comments
Pues yo he cambiado de colegio tropecientas veces y no veas qué bien me ha venido (y, efectivamente, en párvulos estuve en uno y en el primer ciclo de primaria en otro. Oye, y tan bien).
Un saludo
Orisson, una cosa es que cambies de colegio -yo también cambié varias veces- y otra es la incertidumbre de estar tres años en un colegio sin saber si podrás seguir.
Totalmente de acuerdo Gonzalo.
Como tú dices, está claro que si la educación pública fuera de calidad no habría estos problemas. Y una calidad homogénea…
Añado un tema que supongo ya habrás tocado pero que a mí como padre novato (desde hace seis meses) me tiene preocupado: el chantaje emocional de la sociedad (y diría el estado como en este caso) de la cantidad de cosas que tienes que hacer por el bien de tu hijo (hija en mi caso), si no no eres un buen padre. Que no se te ocurra pensar en comprar un carrito de segunda mano…
Buen apunte ese, Álvaro, que daría para hablar laaaaaaaargo y tendido.
Estás en situación de riesgo, en tus primeros seis meses como padres estarás siendo ametrallado inmisericordemente por gente que te asegura que todo lo que tú haces está mal y que lo único bueno es lo que hacen ellos.
Tranquilo, aprenderás a decir «sí, sí» y pasar de ellos. Y es muy buen síntoma que te hayas dado cuenta de eso que dices. No te preocupes, luego es… peor.
😛
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