Hace un par de días se hacían públicos los resultados del último «Informe PISA» sobre la Educación, elaborado por la OCDE. Una vez más, España en general y Andalucía en particular salen bastante mal paradas en la comparación.
Porque al final se trata de eso, de una comparación del nivel educativo entre distintos países o regiones. A mí, sinceramente, me parece un indicio estar a la cola de esos informes, pero si no lo estuviéramos no me sentiría contento. Sencillamente entendería que la educación en los otros ámbitos comparados es, como aquí, una porción de excremento.
¿De verdad hace falta un informe para saber cómo andamos en comparación con Turquía? Me quedo con un extracto de la columna del miércoles de José Aguilar en Diario de Sevilla:
Claro que para percibir el deterioro de nuestro sistema educativo no hacen falta ni informes PISA ni pruebas específicas. Basta con escuchar cómo responden algunos muchachos a las encuestas callejeras (el otro día le preguntaron a uno por la Constitución y dijo que la llamaban La Lola), pegar la oreja a cómo se expresan en grupo o leer los sms que mandan a los programas de televisión, y no me refiero al léxico sincopado para ahorrar, sino a la más simple ortografía que antes se aprendía en primaria y que tras veinte años de planes educativos cambiantes, reformas y contrarreformas la generación destinada a ser la mejor preparada de nuestra historia ha arrasado, sin siquiera ser consciente de cómo se le han amputado sus posibilidades de una vida mejor.
Este es el fruto sombrío de lo que han sembrado la escuela impotente, los profesores desautorizados, las familias inhibidas, la sociedad despreocupada y la autoridad incapaz de entender que la igualdad y la excelencia no tienen por qué ser incompatibles.
Entre los sesudos análisis que a raíz de estos datos aparecen en todos los medios estos días, un gran porcentaje concluye que la solución es un acuerdo de Estado entre los dos grandes partidos. Ja. ¿Pero acaso no son esos partidos, y todos los responsables de la política en general y la educación en particular de los últimos 40 años en España los que, en palabras de Aguilar, «han sembrado la escuela impotente»? ¿Qué cabe esperar de ellos?
¿Olvidamos que los dos máximos dirigentes de ambos partidos han sido Ministros de Educación? Sí, de los dos. Evidentemende no hablo de ZP. Hablo de Rubalcaba y de Rajoy. ¿Y qué mejoras evidentes pueden aportar en su currículum? Ellos, como todos los que han ocupado esa cartera en los últimos, digamos a ojo, cuarenta años, la única confianza que merecen es la de dejarles elegir pasillo o ventanilla en el autobús que les lleve a prisión. Y todos los presidentes que por acción u omisión son todavía más responsables que sus ministros.
Que cualquiera de ellos pueda pisar la calle sin ser linchado, o que venticinco millones de borregos les secunden una y otra vez en cada «fiesta de la democracia» les montamos no es más que la corroboración de nuestro infame nivel. De educación, de vergüenza y de civilización.
Digo en el título que «Enhorabuena». Y, tristemente, lo digo en serio. Cuando era (todavía) más joven pensaba, iluso, que el problema era que los políticos no acertaban con las medidas a tomar. Hoy la vida me da perspectiva, y pienso todo lo contrario. Han acertado de pleno. Es absolutamente imposible que siempre, todos, sin excepción, se equivoquen a peor. Simple cálculo de probabilidades. Así que es evidente que todo obedece a un plan perfectamente diseñado. Un plan dirigido a conseguir esa «generación mejor preparada de nuestra historia». Por supuesto, preparada para mantener el chiringuito y la mamandurria, perdiendo, curso a curso, las dotes mínimas que pueden capacitar a uno para el análisis y la crítica.
Evidentemente esos son los que diseñaron el plan. Pero no hubiera sido posible sin la complacencia tanto de las víctimas como de aquellos que más se supone que debían hacer por protegerlos: Cientos de miles de padres, orgullosos de ver como sus pequeñas bestias retozan en el fango de la ignorancia, de la falta de respeto y de la absoluta falta de sentido de la responsabilidad.
Así que enhorabuena a todos.
Al final, tenemos lo que nos merecemos. Porque la chusma dirigente no es más que el fiel reflejo de sus súbditos.
One Comment
Mi mujer trabaja de profesora en un colegio concertado (de Fomento) y en otro que utiliza técnicas novedosas de estudio y de educación (público y «progre», vamos).
¿Dónde tiene más problemas de disciplina, malas notas y falta de atención?
Exacto.
Saludos salvajes.
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