Soy consciente de lo «falsete» que suena escribir elogiosamente sobre alguien pocos días después de su muerte. Y más todavía si a ese alguien lo has conocido casi tangencialmente. Pero realmente me lo pide el cuerpo.
Era amiga de mi mujer, del grupo de amigas que se hizo en la red por su afición a las labores. En el caso de mi mujer, sobre todo punto de cruz. En el caso de Mariángeles, sobre todo patchwork (o, como se dice en mi tierra camerana del alma, almazuela).
Como decía, apenas traté a Mariángeles. El contacto de mi mujer con ella y con los grupos que formaban y que constituían una comunidad realmente unida era constante, pero físicamente yo sólo coincidí alguna vez que organizaron sus quedadas por estas tierras, e incluso en mi casa. Quizá no la tratara más de 3 ó 4 veces. Pero durante meses he pensado en ella muchos días.
Cuando nació Gonzalete, ese grupo de amigas regalaron a mi mujer una canastilla, y de entre todas las labores que contenía -baberos, toallas, cambiador…- había una muy particular: Una colcha que adorna en las noches de frío la cuna de Gonzalo. Aparte de decir que es muy bonita y está muy bien hecha, en su valor como labor, como yo no entiendo -¡hombres…!- no quiero entrar demasiado. Pero cada fría noche, al descubrir la cuna, leía la dedicatoria bordada que tenía en el interior.
«Deseo que te mantenga el corazón calentito. Mariángeles 2009».
He visto y leído muchas dedicatorias en este y otros tipos de regalos. Pero esta me emocionaba. Una detrás de otra, cada noche, la visión y la lectura de ésta me hacía pensar. Y, la verdad, no era capaz de imaginar una dedicatoria más dulce para arropar a un bebé. Cada noche, al arroparle y leerlo, repetía en un susurro a mi hijo dormido ese deseo. Y cada noche recordaba los ojos claros, la voz dulce y el trato encantador de Mariángeles, a la que apenas tuve oportunidad de conocer, pero que con tanto cariño arropaba así cada noche a mi hijo.
En esas contadas ocasiones tuve además la oportunidad de escuchar de su boca convicciones tan fuertes como dulce era la voz con que las exponía. Así que confío plenamente en que nuestra oración por ella será escuchada y atendida, y a estas alturas ya estará buscando retales de cielo con que calentar los corazones de muchos angelitos como los que llevaba en su nombre.
Descansa en Paz, Mariángeles. Descansa por fin en Paz.
7 Comments
¡Uf!
Uf Uf….
Tengo el corazón calentito…y los ojos húmedos.
Gracias por compartir esto.
Gracias por tus palabras, ojala ella nos mantenga tambien el corazon calentito.
Gracias
Incluso uno de pueblo como yo se emociona con esto
Lo siento mucho, Gonzalo
Gracias a ti por comentar, Marieta.
Dejad de «ufear» y rezad una oración. Los angelitos están encantados con sus colchas y os escucharán.
que comentario tan bonito me he emocionado estoy segura que tu amiga lo ha oido desde el cielo donde estara con la abuela de mi marido que tambien fallecio hace poco y tambien hacia patchwork y tambien le hizo una colcha a mi 2º hijo un beso y un abrazo y mis oraciones son para ellas
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