No dejen de leer la columna de hoy de Eduardo Jordá en Diario de Sevilla:
Tengo derecho a mi fiesta.
He dejado allí un comentario que reproduzco porque todavía no aparece:
Magnífica columna en la que tan solo echaría en falta más insistencia, en paralelo al niño de ocho años con la blackberry, a las parejas mileuristas empeñadas hasta los ojos con dos coches caros en la puerta y vacaciones exóticas todo incluido que ahora, oh, claman porque descubren que hay que pagar la cuenta.
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Sólo pediría que antes de ver la paja en el ojo ajeno, echemos un vistazo al nuestro. Ahora es fácil culpar al sistema, ese ser mitológico que desconocemos y no podemos controlar, pero los verdaderos culpables son el egoísmo y la avaricia (propios de la condición humana).
Un abrazo
Veo que el enlace no funciona ya. Sí lo encuentro activo en otro periódico del grupo, el Huelva Información. Pego el enlace y el texto por si volviera a desaparecer.
http://www.huelvainformacion.es/article/opinion/1037180/tengo/derecho/mi/fiesta.html
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Tengo derecho a mi fiesta
Eduardo Jordá | Actualizado 06.08.2011 – 01:00
ME sorprendo tarareando la sintonía del último anuncio de Ikea, «Tengo derecho a mi fiesta», y de repente me doy cuenta de que ese anuncio -muy bueno, por cierto- es el mejor resumen de los últimos doce años de la historia de nuestro país. Por algún extraño fenómeno de hipnosis colectiva, nos hemos creído que nuestra vida era una gran discoteca en la que todo estaba pagado y en la que nunca iba a llegar la hora de cerrar. Barra libre, tumbonas para ver la puesta de sol y gente guapa por todas partes: ése era el decorado imaginario de nuestra vida. Así que levantábamos los brazos y nos hartábamos de bailar y de reír, creyéndonos los ciudadanos más jóvenes y más guapos del mundo, y por supuesto los que mejor vivían en todo el planeta. Daba igual nuestra edad o nuestra profesión. Daba igual cuál era la circunstancia real en la que vivíamos. Todo daba igual. Lo único que importaba era el lema que le habíamos puesto a nuestra existencia: «Tengo derecho a mi fiesta».
Y aquí tenemos el resultado. Un país al borde de la suspensión de pagos, sin que Gobierno y oposición hayan sido capaces de llegar a un acuerdo de mínimos sobre las medidas que hay que tomar en una emergencia nacional. Niños de ocho años hablando por su blackberry en la playa. Los diez equipos más importantes de la liga -con el Real Madrid a la cabeza- sumando unas deudas totales que alcanzan los 3.289 millones de euros. Unas reformas laborales y unos recortes sociales que nadie nos ha explicado aún con claridad por qué debieron adoptarse con toda urgencia en la noche del 10 de mayo de 2010. Y 4,4 millones de espectadores, se supone que no enteramente irracionales, abducidos a la vez por la final de Supervivientes.
Y la lista sigue. Ayuntamientos que no pueden pagar las nóminas de sus empleados. Sara Carbonero operándose las tetas porque no se consideraba lo bastante atractiva. El candidato Rubalcaba, que fue uno de los responsables de la Logse, sin atreverse a reconocer que nuestro sistema educativo ha fracasado. El candidato Rajoy, que fue ministro de Educación, y tampoco se atreve a reconocer que nuestro sistema educativo ha fracasado. Los turistas que hacen balconing y cuelgan las imágenes en Youtube. La tableta abdominal de Cristiano Ronaldo, analizada de forma exhaustiva en todas las revistas, que llega a los 200.000 resultados de búsqueda en Google. Las comunidades autónomas que no pueden pagar las nóminas de sus empleados. Y los políticos -del PP y del PSOE y de cualquier otro partido- que imponen recortes y sacrificios a los ciudadanos, sin imponerse un solo recorte ni un solo sacrificio a ellos mismos, mientras que todos nosotros seguimos tarareando, y tan contentos, «Tengo derecho a mi fiesta».
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