Parece que en un muy breve espacio de tiempo la derecha española conseguirá hacer realidad uno de sus más viejos y ansiados proyectos: La liberalización completa de los horarios comerciales. Algo que ya es una realidad en zonas determinadas (normalmente de alta concentración turística) y con una reglamentación que por otra parte los chinos se han pasado siempre por el forro.
La razón, ya lo saben, es que de esta manera el pobrecito españolito medio podrá alcanzar el sumo placer de ir a comprar el domingo ya que de otra manera le es absolutamente imposible mantener la despensa llena puesto que no hay más días en la semana.
Este argumento, siendo ridículo, es alarmante, ya que muestra a las claras una derivada del asunto de los horarios comerciales, y es que para nuestra derecha de toda la vida lo que no es lógico es que un trabajador tenga siquiera un par de horas libres entre el lunes y el sábado. Independientemente de otras consideraciones, como que además de tener tiempo para comprar habría que tener dinero y minucias por el estilo, esta derivada me causa espanto. «Trabajad, cabrones, que ya compraréis el domingo.» «Oiga,que yo trabajo el domingo, ¿cuándo compro?» «¿Que no tienes tiempo? ¡Andreíta, hija, mira este!» «¡Que se jodan, que se jodan!»
Pintado el panorama, el argumento de defensa ante los muy obsoletos defensores del descanso dominical (entre los cuales, claro, me encuentro) viene siendo el que siempre utilizan los liberales: Es una liberalización, no obliga a nadie, pero otorga la libertad a cada uno de hacerlo sólo si quiere, pero si no, no lo hagas y punto. ¿Les suena? El argumento liberal es lo que tiene, sirve lo mismo para abrir el corte inglés que para todo lo que ellos justifican en nombre de la libertad.
Podríamos entrar ahora en la discusión de si esa libertad es real o de si estamos obligando a un pequeño comercio a defenderse de la ofensiva del gran almacén que le abrirá a 40 metros. Dicen los liberales que esto es bueno, porque tanto uno como otro venderán más y contratarán a más gente. Lo que no explican es cómo venderán más si ellos mismos nos dicen que tienen que abrir el domingo porque yo no puedo comprar el martes, porque tendré que estar trabajando de 8 de la mañana a 10 de la noche. Por lo tanto, no estoy vendiendo más, lo que estoy es vendiendo a otra hora. En cuanto a los puestos de trabajo, como todo el mundo sabe menos los peperos, las grandes superficies contratan al personal por turnos, por lo que lo que pasará será que el mismo currito que hoy trabaja 45 horas de lunes a sábados con disponibilidad total, lo hará 50 horas de lunes a domingo, rotándole el turno como caiga la bolita. Por supuesto, por 700 euros, como antes. Mientras que el autónomo verá como vende lo mismo y tiene que abrir más horas, y su margen no le permite ni pagarle horas a su único empleado ni contratar otro, por lo que encontrará el Valhalla liberal de dejar de trabajar 50 horas a la semana para trabajar 60.
Y una vez dicho todo esto, aumenten la parte proporcional del domingo en el consumo de electricidad, gastos de funcionamiento, etc. Lo que les digo, el Valhalla liberal. ¡Más dinero, es… la libertad!
Dicho todo esto, yo no he venido aquí a discutir los beneficios o no en las cuentas de resultados de las empresas que la apertura en domingo tenga o deje de tener. Porque, sinceramente, a mí eso, estando convencido de ello, me parece un argumento menor.
Lo que me hubiera gustado es elaborar una defensa firme del descanso dominical… pero mucho mejor que yo lo hizo ya en su día Juan Manuel de Prada en su columna «Un tiempo para todo», que ya desde el título es firme y clara. Así que me limitaré a enlazarla y recomendar vivamente su lecura y re-lectura. Y ya que estamos, no nos quedemos sólo en los domingos y recordemos cuando se refirió a las festividades no dominicales que quieren cambiarnos, también con maestría en su «Trasladando fiestas».
Así que, una vez citado quien defenderá las bases mucho mejor que yo, a este pobre infeliz sólo le queda hacer lo que está a su alcance. Que, si todos echamos una mano, no será poco.
Miren ustedes, mi posición es clara: Si cada comerciante tiene la libertad absoluta para elegir qué días abrir y a qué dedicar el domingo, yo tengo la mía. Y (entendiendo las particularidades de la hostelería, de los lugares turísticos, etc.) en este campo consiste en tomar buena nota de aquellos comercios que deciden que con ellos y con sus empleados no va lo del descanso dominical para, a la hora de elegir como consumidor, tener presente los que sí lo hacen.
Hablando en plata: Si todo el que no esté conforme con la apertura de los domingos le concede la suficiente importancia como para elegir el comercio que sí cierra… ya les digo yo a ustedes la elección que la mayoría de ellos tomaría.
No compremos los domingos, y de paso tampoco comparemos el resto de la semana a quien abra los domingos. Es nuestra libertad… ¿no?
Nota final: En el aspecto puramente religioso, no estaría de más repasar algunas notas sobre la santificación de los festivos. A este respecto, recomiendo picar aquí. Sobre todo para mucho liberalillo de misa dominical y golpes en el pecho que defienda esa «libertad» comercial.
2 Comments
Como bien apuntas, el problema es que el sueldo no crece con el aumento de horas y que las plantillas tampoco aumentan porque se abra un día más, sino que se apañan.
La crisis nos está haciendo retroceder décadas en meses. Esos que nos dicen que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades son los que, cuando les remueven del sillón se sientan en consejos de administración de telefónica o repsol
Eso sí…por nuestro bien
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