He intentado no pensar en ello. Desde que vi la noticia me abstuve de hacer comentarios ni de decir nada en el grupo de facebook. Pero en silencio, cuando nada me distrae, me viene a la mente la imagen. Y veo la piqueta echándote abajo.
Rodando por alguna estantería de mi casa lleva ventitantos años un viejo cascote. Es, según me aseguraron, un pequeño trozo del Muro de Berlín. Alguna vez lo he encerrado en el puño (porque tiene ese tamaño) intentando convencerme a mí mismo de que en mis manos encerraba un trozo de la Historia. Y supongo que en cierto modo es así. Pero al apretarlo no siento más que un frío y gris cascote.
Hoy he pensado en qué sentiría si pudiera hacer lo mismo con uno de los cascotes en que ya debe estar convirtiéndose tu vieja pista redonda. A simple vista podría parecer otro cascote, tan frío y gris como el alemán. Pero si aprieto la mano y cierro mis ojos estoy seguro de que sentiría calor. Y de repente a mi alrededor vería mi infancia, y por tanto mi patria feliz. Y en una milésima de segundo sentiría las carreras por esas juntas irregulares que dibujaban radios en tu suelo. Y oiría el alegre jolgorio de mil verbenas. Y mis ojos volverían a ver esos otros con los que sostuve miradas temblorosas. Y a mis sentidos llegarían olores y sabores de siempre. Se solaparían mil partidas de mus, y entre ellas furtivas partidas de futbolín jugado con castañas, donde era más importante que no nos pillaran la trampa a marcar el gol. Y los primos pediríamos a los abuelos que nos invitaran al aperitivo, donde un mosto y unos cacahuetes serían como el mejor de los banquetes. Porque los abuelos estarían allí, seguro, mirando hacia la ermita y el Sagrado Corazón.
Ese cascote tendría el poder de calentar mi alma como un furtivo rayo de sol entre tus castaños me calentó alguna tarde. Y a partes iguales estaría formado por cemento, pipas, risas, llantos y confidencias.
Ya no volveré a pasar por tu vieja y medio descolgada cancela. La próxima vez será un cierre sin duda mucho más digno de ti. Y seguro que será un buen trabajo, y que el Ayuntamiento hace lo que debe hacer, y todo eso. Por supuesto. Pero no sólo será herrumbre y baches lo que lleve la piqueta. Un trocito de alma de muchos de nosotros se irá también entre tus escombros.
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