Pasaba por un hospital esta mañana (no, no me pasa nada) y en una sala de espera de una zona de pruebas varias sonaba un hilo musical que en ese momento invitaba a la depresión. Busqué las caras de los presentes y casi sin darme cuenta me salieron estos versos. Ya, dan para lo que dan. Si quieren ustedes poesía de verdad visiten a Enrique, aquí lo que vengo es simplemente a poner rima y sonrisa (y si puedo, música) a lo que adivinaba en aquellas caras:
Preludio triste en la sala
de espera del Hospital
ese ritmo casi lúgubre
de su hilo musical.
Deje usted el vino, buen hombre,
el tabaco y buen yantar,
las mujeres ni mirarlas
y al gimnasio sin tardar.
Mire doctor, no se ofenda,
pero pa vivir así
no me compensa el esfuerzo,
es mejor morir feliz
y no con la sangre limpia,
afinado el corazón,
la grasa controladita
pero aburrido y tristón.
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