En la tarde de Nochevieja siempre hay una ocasión para andar en soledad. Tirar pronto la basura, ir a por algo que falta para la cena…
Me gusta andar en soledad, pero el de esa tarde es un paseo distinto. El aire no huele igual, y parece que todo el mundo haya desaparecido, salvo por las explosiones lejanas de petardos y cohetes.
La lluvia de hoy ayuda. Elimina las escasas posibilidades de encontrarte a alguien y envuelve el olor del recuerdo en el olor siempre embriagador de la tierra mojada, y hace que los pasos resuenen con más fuerza no en las calles sino en dentro de mí.
Dicen que esta tarde tiene algo de triste. Yo no lo creo. Tiene mucho de alegre, porque al llenar los pulmones de húmeda esencia de tarde de Nochevieja, reviven ahí dentro tantas otras pasadas. Y ves que es cierto, que conforme pasan las Nocheviejas ya no son como aquellas, que ya no tienen esto o aquello, y sobre todo no tienen a aquellos ni a estos. Porque estos son otros, vaya si son otros.
Y eso, que le causa tristeza a tantos, significa que hemos vivido y que seguimos en ello. Una Nochevieja más. O una menos, qué mas da. En cualquier caso, otra. Otro regalo. Gracias.
Feliz Año Nuevo.
3 Comments
Feliz año Gonzalo.
Feliz año, Gonzalo. Siga escribiendo tan bien como lo hace. En estos tiempos, su blog es un buen oasis en el que refugiarse…
Igualmente Rafa.
Muchas gracias, J, por sus palabras. No será para tanto.
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