Familias rotas. Vidas enfangadas bajo la etiqueta de «rehechas». Cosificación de hijos. Utilización de éstos como armas arrojadizas, elementos de presión. Si son rivales de afectos se convierten en obstáculos. Si justificamos esos afectos, sígase el silogismo.
Inocencias robadas a niños que sufren en silencio los concubinatos de su padre o su madre con alguien que pretende suplantar a su familia. Que ven cómo su padre o su madre colabora en esa suplantación. En muchas ocasiones, que se saben munición para una guerra entre los que deberían ser sus pilares. Y luego queremos que aprendan valores como confianza, compromiso, fidelidad, respeto. Colocación de los apetitos y sensualidades por encima de los hijos.
¿Una sociedad sin familias sólidas es una sociedad enferma? Una sociedad compuesta por individuos que no considera la familia como una célula sagrada es una sociedad formada por individuos enfermos. Tan enfermos que causan muertes. ¿Enfermos? ¿Es el mal una enfermedad? ¿La sociedad es culpable? Cada uno de los cómplices y partícipes es culpable. Cada uno examine en qué medida. Pero nadie diluya su culpa en «la sociedad».
Sigue nadando, chaval. Hacia la Eternidad.
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