Esta escena es perfectamente verosimil y factible en España, sobre todo desde hoy, 28 de septiembre de 2009.
Tres personas hacen cola en una farmacia. El primero es un señor de cierta edad, que no deja de tener golpes de tos mientras ha estado esperando. Cuando por fin le han atendido, ha pedido el jarabe que siempre toma en estos casos: Bisolvón Compositum. El farmacéutico le pidió la receta. «No la tengo», contestó el hombre. «Pues no se lo puedo dispensar», concluyó el boticario. El hombre insistió: «Son las 9 de la mañana, llevo toda la noche tosiendo, me pasa a menudo y sé qué es lo que tengo que tomar. Ahora iré al médico y me lo recetará, pero -atjó, atjó- necesito ir tomándolo ya para quitarme -atjó, atjó- esta dichosa tos». «Mire, -zanjó el farmacéutico, visiblemente molesto- tengo mucho que hacer. Ese jarabe lleva codeína y necesito una receta porque si se toma más de dos botes enteros al día puede tener una adicción a esa droga. ¡Siguiente!»
Una señora de mediana edad llegó entonces al mostrador. Tiene una mala cara considerable y se lleva constantemente la mano al cuello y a la cabeza. «Ibuprofeno 600, por favor». El farmacéutico pone cara de aburrimiento y repite el ceremonial: «¿Me deja la receta, por favor?» Otra vez la misma respuesta: «No la tengo». Nueva negativa del boticario. Nueva explicación del cliente. «Mire, tengo problemas de cervicales. He dormido en mala postura y eso me provoca un dolor de cabeza que se me quitará con un comprimido de Ibuprofeno. Si voy al médico a que me lo mande, cosa que ya ha hecho otras muchas veces, perderé la mañana, cuando se trata de un problema recurrente que ya sé cómo resolver». «Sí, sí, muy bien… -dijo el de la bata blanca- eso se lo cuenta usted a quien quiera, pero un antiinflamatorio tan fuerte no se lo puedo dispensar. Tengo mucho que hacer, señora, buenos días. ¡Siguiente!».
Se acercó entonces una jovencita, más bien una niña, con ojeras y claras evidencias de no haber dormido y de venir de pasar toda la noche de marcha. «Postinor», dijo con voz ronca al llegar al mostrador, mientras ponía 20 euros encima. Inmediatamente recibió la caja del medicamento. «¿Tiene un vasito de agua?». Y allí mismo lo ingirió. Se dio media vuelta y desapareció. «Esta chica, qué cabeza loca», murmuró el titular, sonriendo al guardar el arrugado billete en la caja, y recordando las varias veces que la misma clienta ya había hecho la misma compra. Quizás esta fuera la última, o quizás aguantara varias más antes de que semejante bomba hormonal le presentara secuelas. No era su problema. Tampoco el que por esa pastilla el niño que hubiera concebido nunca llegara nacer, no pudiera siquiera anidar en el vientre de su madre. Una vez un cliente de toda la vida le hizo un comentario al respecto. «No me toques los huevos, Gonzalo, que yo ahí no pinto nada. Yo vendo de estas 300 al mes. A 20 pavos. Así que lo que haga la niña, con su pan se lo coma, y yo con jamón.»
El tal Gonzalo, por cierto, no había vuelto nunca más. El muy facha, el muy cabrón.
En otra farmacia, a dos manzanas de allí, pasó algo parecido. Pero al revés. El señor mayor pudo dejar de toser. La señora empezó a notar alivio en su cabeza. Y otra niña que pidió la misma pastilla recibió un folleto informándole de los efectos de la misma, a la vez que se le decía que por todo eso no se la iban a dispensar. La niña corrió a un centro de Salud. Allí sí se la dieron y mandaron a un inspector. Al boticario le cayeron 90.000 euros de multa. 15 millones de pesetas. La ruina. Por facha. Que aquí somos la leche de progresistas, ¿verdad?
Qué asco.
3 Comments
Dos orejas y el rabo, Gonzalo de Triana
Esto es lo que se llama arquefuturología. Es como la arqueología pero al revés. La arqueología, estudiando los restos actuales de una civilización pasada, adivina lo que fué. La arquefuturología, estudiando los restos de lo que queda de nuestra civilización actual adivina lo que será.
Y es para cagarse de miedo.
Eres un torero valiente y cada vez eliges toros más complicados. Aunque más «cornás» da la falta de libertad.
Es factible en España y en un montón de paises de nuestro entorno, a cada uno lo suyo.
No es factible en paises como Irlanda, Polonia ¿Italia? (no lo tengo claro), que comparten alguna característica digamos peculiar.
Y no estoy diciendo que me parezca bien.
Sin entrar en condicionamientos religiosos o morales, uno de los problemas de estos progres de ahora es que pretenden atacar problemas de adolescentes del siglo XXI, con la mentalidad de los adolescentes de los 70, y creo que esa mentalidad ha cambiado algo.
Antes sabíamos que era un problema y escarmentábamos rapidito, teniendo la misma educación sexual que ahora (No los mismos medios), y me da que ahora se piensan que se meten una pastilla de estas y hasta dentro de tres semanas, otro sábado de botellón.
Y si me hubiese imaginado hace 30 años escribiendo esto hubiera pensado que el que escribía era el Abuelo Cebolleta.
Es para echarse a llorar. O para coger la maleta, salir del país y no volver.
Lo de quedarse aquí para luchar por la Patria lo veo cada día más difícil. ¡Cuánta apatía! ¡Qué pasotismo para todo! Ya es que ni tocándote el bolsillo o la moral la gente se mueve. Mientras haya fútbol…
¡QUÉ ASCO!
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