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Quitar no es no poner

«La presencia del Crucifijo en las escuelas no ofende a ningún sentimiento ni aún al de los racionalistas y ateos; y el quitarlo ofende al sentimiento popular hasta el de los que carecen de creencias confesionales. ¿Qué se va a poner donde estaba el tradicional Cristo agonizante? ¿Una hoz y un martillo? ¿Un compás y una escuadra? O ¿qué otro emblema confesional? Porque hay que decirlo claro y de ello tendremos que ocuparnos: la campaña es de origen confesional. Claro que de confesión anticatólica y anticristiana. Porque lo de la neutralidad es una engañifa».

Miguel de Unamuno

¿Mi opinión personal? Que una cosa es no ponerlos en los nuevos edificios, cosa que me apena más que por nadie por los pobres hombres que lo olvidan, y otra el quitarlo de donde ya está. Y peor aún: Quitarlo de donde está diciendo que es necesario para que no ofenda. Eso me parece un insulto. Y cuando se insulta a lo más sagrado, espero que el Crucificado me infunda la decisión suficiente para no ser yo quien se avergüence de interponerme. Y a los que se avergüencen, callen y colaboren con el insultador… Lucas 9:26 ó Marcos 8:38.

Y mi reconocimiento a los Carlistas, como tantas otras veces, los primeros en dar la cara y alzar la voz:

10 Comments

  1. Kikas wrote:

    Gonzalo, o me bajas a la tierra o no puedo opinar, y no sabes lo que me molesta no poder opinar 😉
    Sin entrar en política…¿de qué rama del Carlismo hablamos? porque debe de haber más facciones que en Izquierda Unida, y a cada una que le preguntes son la quintaesencia de lo que es sin dejar de serlo que decía un amigo mío

    viernes, diciembre 4, 2009 at 0:00 | Permalink
  2. Gonzalo wrote:

    Mi querido Kikas, dudo que encuentres comentario más terrenal que el que cito de D. Miguel de Unamuno…

    Ayer oía a alguien tan poco sospechoso de «meapilas» como Javier Nart diciendo que a él, como ateo, el crucifijo no le decía nada sobrenatural, pero el empeño por eliminarlo le parece un insulto a su paisaje cultural.

    Es muy conocido el caso de Tierno Galván, también poco sospechoso, a quien al instalarse en su despacho, un ayudante le dijo rápidamente «Voy a quitar el crucifijo, Don Enrique». El «viejo profesor» se lo impidió diciendo «deje usted eso ahí, que eso no ofende a nadie, y en cambio es un símbolo de amor y concordia».

    Opiniones muy bajadas a la tierra, creo.

    viernes, diciembre 4, 2009 at 1:34 | Permalink
  3. juanubis wrote:

    Ýo tampoco soy meapilas pero los símbolos cuando son universales (y la cruz lo es) hay que mantenerlos mal que les pese a los politiquillos ignorantes que sufrimos. Adjunto un artículo de Juan Manuel de Prada que ya puso LFU en su blog.

    Juan Manuel de Prada, «Afrentosos crucifijos», ABC, 9.XI.09

    Por paradojas del azar, la conmemoración de la caída del murito de Berlín ha coincidido con una sentencia del sarcásticamente llamado Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo que ordena la retirada de los crucifijos de las aulas. La caída del murito de Berlín supuso, según nos martillea la propaganda, la «victoria de la libertad»; y las consecuencias de esa libertad victoriosa las contemplamos por doquier. La retirada de los crucifijos quizá sea la más aparente, por lo que tiene de simbólica; pero detrás de esa retirada está el suicidio de Occidente, que ha decidido, como los alacranes asediados, inyectarse el veneno de su propio aguijón. Y, en su arrebato de autodestrucción, disfrazado con los bellos ropajes de la libertad, reniega de los logros que han fundado su identidad.

    Eso que la propaganda denomina «victoria de la libertad» no ha sido sino victoria de la más feroz de las tiranías, que no es otra que aquélla que despoja a los seres humanos de su capacidad de discernimiento moral. Las tiranías clásicas, ataviadas con los ropajes hoscos de la represión, al ejercer sobre las conciencias una violencia coactiva, aún permitían a sus oprimidos cierto grado de resistencia: pues todo expolio de lo que es constitutivamente humano genera en quien lo padece una reacción instintiva de defensa. La nueva tiranía no actúa reprimiendo la conciencia moral, sino desembridándola, de tal modo que sus sometidos dejan de regir su conducta por la capacidad de discernimiento, dejan de ser propiamente humanos, para guiarse únicamente por la satisfacción de sus intereses y caprichos. Y la nueva tiranía, ataviada con los bellos ropajes de la libertad, otorga a esos intereses el estatuto jurídico de «derechos», sin importarle que sean intereses egoístas o criminales; porque en la protección de tales intereses la nueva tiranía ha encontrado el modo de mantener a sus sometidos satisfechos. Ya no son hombres, sino bestias satisfechas, porque han extraviado la capacidad para discernir lo que es justo y lo que es injusto; pero las bestias satisfechas en sus intereses y caprichos egoístas o criminales, además de adorarse a sí mismas, adoran a quien les permite vivir sin conciencia, pues si alguien les devolviera la capacidad de discernimiento la vida -su vida infrahumana- se les tornaría insoportable.

    Y ésa es la razón por la que la nueva tiranía ordena la retirada de los crucifijos: constituyen un recordatorio lacerante de que hemos dejado de ser propiamente humanos. Nos recuerdan que nuestra naturaleza caída fue abrazada, acogida, redimida, perdonada por aquel Cristo que murió colgado de un madero. Pero la noción de redención, como la de perdón, exigen una previa capacidad de discernimiento moral; exigen un juicio sobre la naturaleza de nuestros actos. Y cuando alguien se niega a juzgar sus actos, por considerar que están respaldados por una libertad omnímoda, la presencia de un crucifijo se torna lesiva, agónica y culpabilizadora. Y lo que la nueva tiranía nos promete es que podemos vivir sin ser redimidos ni perdonados, que podemos vivir sin culpa ni agonía; esto es, sin lucha con nuestra propia conciencia, por la sencilla razón de que hemos sido exonerados de tan gravosa carga. La nueva tiranía nos promete que todo lo que nuestra naturaleza caída apetezca o ansíe será de inmediato garantizado, protegido, consagrado jurídicamente; lo mismo da que sean meros caprichos de chiquilín emberrinchado que crímenes infrahumanos como el aborto. Frente a esta promesa de libertad omnímoda, el crucifijo aparece entonces a los ojos de esos hombres convertidos en bestias como una oprobiosa cadena: les recuerda que han renunciado a su verdadera naturaleza; les recuerda que esa naturaleza a la que han renunciado era su posesión más preciosa; les recuerda que Dios mismo entregó su vida por abrazarla. ¡Afrentoso recordatorio!

    viernes, diciembre 4, 2009 at 8:28 | Permalink
  4. La quintaesencia de las cosas que son por sí, sin por ello dejar de serlo, Kikás.

    Es interesante que haya ateos que defiendan el crucifijo y conocidos meapilas como José Bono, que apoyen su eliminación de las escuelas.

    España es siempre un país interesante. Me pregunto que resultado daría un referendum al respecto.

    viernes, diciembre 4, 2009 at 9:38 | Permalink
  5. Kikas wrote:

    Pues efectivamente. Si estamos hablando de un símbolo cultural, estoy de acuerdo en que mi cultura se basa en esto (No estoy muy seguro si la de mis hijos).
    Sin embargo me parece a mí que tú, Gonzalo, y los Carlistas, no estais hablando de esto por ser un símbolo cultural. ¿O me equivoco?
    ¿Por cada maja desnuda que retireis pondremos mil?
    Tampoco creo que los tontosdelbote que promueven esto en vez depreocuparse de los problemas de la gente, que alguno hay, vayan a favor de la libertad individual de nadie, sino para tocar las pelotas a otros, pero ese es otro debate, a no ser que querais que unamos los dos, y entonces sí que puede ser divertido e ininteligible.
    Por último, fuego incombustible, España es un pais curioso. Casi tanto como Bélgica, o más y eso que es Europa.
    Decía un amigo mio, garan jugador de golf, que el 99% de los putts que se tiraban flojos no llegaban….o más

    viernes, diciembre 4, 2009 at 15:32 | Permalink
  6. Javier wrote:

    Por mucho que les joda la Constitución define al Estado como aconfesional, no laico… matiz importante.
    Creen que nos callaremos… pero esta vez no.

    Un saludo

    viernes, diciembre 4, 2009 at 21:28 | Permalink
  7. Gonzalo wrote:

    No se trata de eso, Kikas. Ni para los tradicionalistas ni para mí se trata de algo que afecte al ámbito cultural. Ya lo he dicho arriba.

    En nuestro caso está claro el motivo. De lo que hablo cuando me refiero a la realidad cultural es a la falsedad de ellos, de quienes lo quieren quitar, como en su día los que se negaban a reconocer aquello de las raíces culturales de Europa, diciendo que es sólo un símbolo religioso y además estrictamente privado. Lo cual es una contradicción añadida. La religión de ninguna de las maneras puede ser algo estrictamente privado. La asistencia al culto, la participación en celebraciones, etc. sí. Pero un católico no puede serlo sólo en privado y en público negarlo, o apoyar algo contrario a su fe.

    Es como decir que un musulmán puede serlo en privado pero que en público no tiene porqué abstenerse de comer cerdo, por poner un ejemplo muy tonto que cualquiera puede entender.

    sábado, diciembre 5, 2009 at 1:49 | Permalink
  8. Brabantlaan wrote:

    Se cuenta que cuando quisieron quitar el crucifijo del despacho del agnóstico Tierno Galván, siendo Alcalde de Madrid, manifestó:
    “La contemplación de un hombre justo que murió por los demás no molesta a nadie. Déjenlo donde está.”
    http://vmm-enpositivo.blogspot.com/2009_11_01_archive.html

    lunes, diciembre 7, 2009 at 17:13 | Permalink
  9. Gonzalo wrote:

    Hombre, Santi, me alegra leerte por aquí.

    lunes, diciembre 7, 2009 at 19:00 | Permalink
  10. Brabantlaan wrote:

    Hombre…de vez en cuando me paso….y me pongo al día.

    martes, diciembre 8, 2009 at 13:10 | Permalink

One Trackback/Pingback

  1. Bitacoras.com on jueves, diciembre 3, 2009 at 23:18

    Información Bitacoras.com…

    Valora en Bitacoras.com: “La presencia del Crucifijo en las escuelas no ofende a ningún sentimiento ni aún al de los racionalistas y ateos; y el quitarlo ofende al sentimiento popular hasta el de los que carecen de creencias confesionales. ¿Qué s…

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