Hace unos días nacía en Sevilla Javier, un niño seleccionado genéticamente para que no sufra una enfermedad hereditaria y sea compatible con su hermano mayor enfermo para tratar de curar a éste con células de su cordón umbilical.
Después de alabar sin límites este logro, las autoridades y la mayoría de medios dirigen ahora toda su artillería hacia aquellos que se han atrevido a arrojar sombras sobre el triunfante discurso oficial, principalmente la Conferencia Episcopal y organizaciones defensoras de la vida humana en todos sus estados de desarrollo. Como esas sombras ya están más que suficientemente denunciadas [1] [2] [3], aunque raramente bien contadas por los medios, quisiera contestar a algunos que han atacado principalmente a la CEE por opinar contra el discurso oficial.
Dice el Sr. Chaves que es inadmisible que se critique el que «la ciencia ha conseguido que un niño que podía haber nacido enfermo nazca sano». Miente doblemente, señor Chaves. Ni se critica que Javier nazca sano, no faltaba más, ni Javier iba a nacer enfermo, porque los enfermos fueron sus hermanos que por ello y en un acto de eugenesia fueron desechados.
Dice la Sra. Consejera Montero que es incomprensible que la Iglesia demonice el ganar una vida sana y salvar la del hermano mayor enfermo. Miente la Sra. Montero, pues lo que se critica es que para ello se eliminen otras muchas vidas. Dice además con toda rotundidad la Sra. Consejera que «cualquier padre haría lo mismo». Soy padre, Sra. Montero. Bórreme de su lista, por favor.
Y el director gerente del hospital, D. Joseba Barrotea, haciendo uso de una demagogia más propia de los políticos, suelta la perla siguiente: «Pregunte a los padres qué piensan sobre poder salvar a un hijo enfermo y tener uno sano». No, Sr. Barrotea. Eso no lo discute nadie y contado así y en la situación de presión de los padres de Javier, es comprensible que le sigan. Pero diga usted que para ello eliminarán en el camino la vida de otros veinte hijos, enfermos o sanos pero no compatibles, a los que su equipo, después de experimentar con ellos, ha decidido quitar cualquier sombra de derecho a vivir.
Creo que Gaspi Llamazares también ha soltado alguna estupidez de las suyas pero ese hombre ya da más lástima que ganas de contestarle.
Hace ya dos años largos que nació en Sevilla un niño habiendo descartado a varios hermanos suyos con la misma técnica de eugenesia preimplantatoria y con la única diferencia de que aquel no tenía como misión el donar tejidos a otro hermano. Sobre aquel caso escribí una carta que pueden leer picando aquí y cuyo contenido mantengo y puede ser igualmente aplicado en este caso.
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