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Las gafas de Sarah Palin

¿Son sexys las gafas de Sarah Palin? Pues mire usted… no sé, y desde luego tampoco me preocupa.

Pues semejante bomba informativa ocupa media página y reseña en la portada de uno de los gratuitos que algún desalmado pone en la calle al alcance de cualquiera. Concretamente, el que tiene la cabecera verde y blanca y dice que mide 100 centímetros. Ahondando en la espectacularidad del reportaje, nos ofrece, junto a las fotografías de los opinantes, las declaraciones de una docena de norteamericanos, todos ellos seguidores de los rivales de la candidata Palin, que alcanzan la categoría de tsunami periodístico, como por ejemplo la conclusión de una joven demócrata de 26 años y nombre y apellido hispano (sí, he dicho hispano, no latino, que eso es otra cosa): “Sí, son sexys, definitivamente lo son.”

A mí que se pierda el tiempo en estas gilipolleces me importa un bledo. Lo que no me importa un bledo es que estas gilipolleces sean a la vez reflejo y causa de la gilipollez y superficialidad dominante. Decía antes que algún desalmado pone estos pseudoperiódicos al alcance de cualquiera. Y no es necesariamente malo que un periódico de ínfima calidad como casi todos los gratuitos que sufrimos se reparta libremente. Lo malo es que la gente no compare y los tenga como principal referencia no sólo informativa sino también que les deje guiar su opinión.

Recortes de agencias, sofritos de otros medios condensados en la mitad de espacio y por lo tanto con la mitad de las palabras que originalmente hicieron falta para expresar lo mismo, columnistas con carné de guay pero con menos sustancia que la sopa de un asilo, sensacionalismo a granel… Esto es lo que conforma un diario gratuito, y esto es lo que miles de personas tienen como referente informativo en España. Y si hablamos de jóvenes, muchos directamente no conocen otros periódicos.

Así que, ¿de qué nos asustamos cuando escuchamos, en el autobús o en la cafetería, a una pareja hablando con total autoridad sobre cualquier tema, y soltando uno tras otro y sin problema alguno, los mayores disparates del mundo? ¿Qué puede extrañarnos si al hablarles de cualquier tema que no salga en los titulares o en los programas del cutrezón nos pongan cara de póker, tío, ese quien es, no sé de qué me hablas…?

Y cuando uno piensa todas estas cosas, llega a la conclusión de que lo que hace falta es que la gente lea. Lo primero, que lea. Y que lea periódicos “de verdad”, y además varios de ellos, y que comparen, y que contrasten… Pero claro, luego echa uno un ojo a los editoriales de los diarios más vendidos (ejem, sí, quitando los deportivos), además siendo cada uno de ellos de una acera y, bueno, pues eso… que lee uno un editorial de El País o una carta del director de El Mundo y claro… ponemos cara de póker, tío, qué dicen estos, no sé de qué me hablan

Al final, caso verídico, alguno tiene que decidir qué periódico coger o comprar atendiendo a la dificultad y calidad de sus sudokus

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