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Educación y ley del menor

Habían pasado varios días desde que apareciera la repugnante noticia de la violación múltiple a la menor en Baena (Jaén) y hasta el domingo no leí -por fin- a alguien en la prensa apuntar hacia otro lado que no fuera la ley del menor. Pensando en ello, me desayuno el lunes con la estremecedora historia de otra violación múltiple, otra vez a una menor, otra vez por parte de menores, esta vez en Isla Cristina (Huelva).

En la misma mañana del lunes se seguía hablando casi exclusivamente de la necesaria reforma de la ley del menor que dejará impunes o mínimamente castigados a los culpables de estas agresiones. Y no falta razón a quien pide esas reformas. Pero me parece un absoluto error quedarse en eso y no escarbar un poco más, hasta las raíces mismas del problema. Lo que pasa es que al escarbar ahí, además de raíces, seguramente encontraremos el cieno y la mierda sobre la que vivimos.

El domingo, decía, leí por fin a alguien tomar el toro por los cuernos y poner sobre la mesa uno de los orígenes del problema. ¿Qué educación sexual le estamos dando a nuestros hijos? Porque es muy normal alarmarse porque un niñato de 13 años pueda violar a una menor y le salga gratis. Porque es escandaloso que un hijoputa como el asesino de Sandra Palo esté en la calle porque cuando realizó la salvajada inmunda que realizó era menor de edad. Porque es alarmante la sensación de impunidad que los niñatos tienen por culpa más de la mala aplicación de la ley que de la ley en sí -y esto no es una opinión propia sino que la extraigo de conferencias y charlas del juez de menores de Granada, Emilio Calatayud, que de esto sabe más que usted y que yo- y exigir que se ponga remedio.

Todo eso es muy escandaloso. El temor a todo eso es muy comprensible. Pero eso afecta a lo que debe hacerse con el criminal una vez que el daño está hecho. Pero salvo el componente de intimidación que tiene, no entra de verdad en el origen del problema, en el antes, en lo que mueve a esos cabrones a actuar así.

Hay muchos, muchísimos componentes de una y otra noticia que llaman la atención. No es caer en la culpabilización de la víctima, aunque algún contertulio lo clamara esta mañana a quien decía cosas parecidas, pero no deja de sacudirme el que la víctima de Baena fuera coaccionada para ser violada porque existían vídeos de sus relaciones sexuales con su ex-novio. Una niña de 13 años. Y por el miedo a que esos vídeos llegaran a sus padres fue coaccionada a ir con la pandilla de salvajes que la violaron. ¿Es culpable la niña de la violación? No, por supuesto que no. Pero sí es partícipe de un caldo de cultivo propicio. La víctima de Isla Cristina, según la prensa, era una chiquilla con una deficiencia psíquica y de tan sólo 12 años. Sin dejar de sentir náuseas por quien es capaz de abusar de una criatura así, sin pretender, por supuesto, salpicar con un mínimo de culpa a esta pobre inocente… ¿puede alguien explicarme que hacía la chiquilla sola en una feria a las 2 de la madrugada?

Por más que las víctimas sean víctimas, y nunca culpables, no puedo dejar de sorprenderme por esos detalles de ambos casos. Alguien debería hacerle una serie de preguntas a los padres de las víctimas. No ahora, claro está. Bastante tienen con lo que tienen. Pero algún día.

Todo ello no debe entretener ni un minuto el severísimo castigo a los culpables. A esas dos manadas de cerdos hambrientos que creen que todo es suyo porque su pantalón así lo demanda y la fuerza combinada de sus brazos así se lo permite. Ni uno de ellos debería quedar sin pena. Pero desgraciadamente, quedarán. Y lo que es todavía más grave: Sin pena también quedarán sus padres.

En una conferencia del juez Emilio Calatayud, se me quedó grabada una frase por la gran carga de sentido común que -como tantas de las que él dice- tenía. Decía el juez que si un menor está delinquiendo en el colegio, hay que juzgar al menor y los padres tendrán la responsabilidad que tengan, pero no más. Pero que si el menor lo que está es delinquiendo a las 4 de la mañana con un arma, los padres tendrán que responder, además de por su responsabilidad subsidiaria, por permitir que un menor ande armado de madrugada por las calles. Pues en este caso me parece de libro que debe hacerse algo similar.

Pero no era ahí hacia dónde yo me quería dirigir. Decía que el domingo leí que el ex defensor del menor se preguntaba por la educación sexual dada a los niños. Y ahí me parece que radica un altísimo porcentaje del problema. ¿A cuántos de los niños -y no tan niños- causantes de estas agresiones sus padres, su colegio, sus vecinos… en suma, su ámbito inmediato de influencia, les han dicho que las relaciones sexuales tienen que estar basadas en una relación de amor, o siquiera, por lo menos, de respeto y responsabilidad? Me juego una mano a que a ninguno. Y me juego ya, sin pensarme, la otra mano, a que muchos de ellos, si no todos, han recibido el mensaje de que pueden ejercer su sexualidad según sus gustos con la única limitación de ponerse un condón. Seguro. Porque yo mismo lo he visto. Yo he visto como en un instituto con varios cientos de púberes y varios miles de millones de hormonas desbocadas un representante del consejo escolar (por tanto, ojo, de la autoridad), les repartía condones a manojitos con la consigna de «como quieras, con quien quieras quieras, pero siempre con condón». Siempre el mismo mensaje, siempre basado en lo mismo: «lo que quieras» «con quien quieras» «como quieras»… ¿Quien les echa el freno después?

No se preocupen, no empiecen a llamarme retrógrado cavernario que todavía tengo más. ¿Cuantos padres, profesores, vecinos, amigos… en definitiva, cuantos miembros del área inmediata de influencia educativa de esos jóvenes les han dicho que cuidado con el consumo de pornografía? «Mediante la pornografía los jóvenes conocen nuevas facetas de su vida», explicaba un carajote por la radio cuando yo era joven y no se me ha olvidado la frase. «La curiosidad por el sexo es normal en la adolescencia y los jóvenes encuentran la pornografía como salida natural a sus hormonas», he oído en consultorios sexológicos hace no muchos meses. Y si leen ustedes consultorios en internet puestos por diversos medios, en muchos les dirán lo mismo, que es natural, que la adolescencia es así. Y lo que es más llamativo, piden a los padres que no se lo reprochen a los niños.

Evidentemente la curiosidad por el sexo va ligada a la adolescencia. Lo que no es normal es que se maneje como una opción normal en el desarrollo del adolescente el acceso masivo a la pornografía que muestra un mensaje inequívoco: Al tipo le gusta la tipa, el tipo chasquea los dedos, se saca el instrumento y la tipa se rinde a sus pies. O no exactamente a sus pies, vaya. ¿Qué mensaje se está dando con ésto?

Pues luego llega el tiparraco de 13 años que lleva recibiendo determinados mensajes desde los 8, al que sus padres como único mensaje dicen «niño toma una caja de condones y aquí no vayas a venir con un bombo» y que se pasa 3 horas encerrado en su cuarto con su ordenador particular y su tele particular viendo lo que ve, y sale a la calle y dice «esa, para mí». Y a ver quien coño le dice al tiparraco que no, que esa no es para él. Porque el tiparraco contestará que «es pa mí y pa mis colegas, y además tú si te metes te llevas un navajazo, y como ella no se porte bien le rajamos la cara».

Así que no se les ocurra a ustedes decirles «no» al niño. No se les ocurra -como apuntaba sin decirlo esta mañana Antonio García Barbeito- educar al niñato con un par de tortas si es necesario. No les limiten su asimilación de basura mental. No les priven de su dosis de mierda televisiva. Dejen que el niño vea como en su serie favorita se encama hasta la abuela con el gato. No pasen la vergüenza de decirles, niño, tú no tienes edad para eso y ya te llegará el momento. No vayan a decirles que somos humanos y eso nos otorga control sobre los impulsos y responsabilidad para enfrentarnos a nuestros actos. No vayan a hablarles de moral, de respeto, de amor y de madurez. Y ahora salgan ustedes ahí a cambiar leyes del menor y a ponerle el cascabel al gato. Que yo me voy a vomitar.

3 Comments

  1. Juanubis wrote:

    Ya decía el sabio Platón hace más de dos mil años que el sintoma de la decadencia de usa sociedad se mide por el número de médicos y abogados que existan en esa sociedad. A mayor número mayor decadencia. Y Hoy tenemos médicos, abogados y leyes a reventá.
    Tmabién decía en su República que la clave politica para llegar a una sociedad justa y feliz era una correcta educación moral desde la más tierna infancia en los valores atemporales.

    Hasta hace unos años, esta formación la compartían los padres responsables y la Iglesía. Pero a la sociedad láica a la que nos ha llevado la «gentuza» (me refiero a las casta política) con la consiguiente incapacidad formativa de la Iglesia y la insuficiencia de muchos padres para educar a sus hijos, todo ésto fundamentalmente nos ha llevado a la situación tan lamentable en la que estamos. Parece como si hubiera una mano negra detrás para corromper más y más a esta pobre sociedad española.

    O sea, naufragando en la «mierda». Sálvese quién pueda.

    martes, julio 21, 2009 at 12:36 | Permalink
  2. JUANUBIS….. cuanta razón tienes… me encanta Platón y el libro de La República además.

    Y ciertamente está claro que la educación juega un papel importante en esto (como en casi cualquier problema de la sociedad), ¿pero echarle la culpa a la pornografía? eso me parece tan absurdo como decir que un chaval es bueno jugando al fútbol porque ve muchos vídeos de Messi. Una persona educada bajo principios de respeto y confraternización con los demás (independientemente del sexo, raza, edad, etc) jamás va a violar a nadie por mucha pornografía que consuma, y esto lo dice alguien que se masturba a diario desde los 13 años. Y a mucha honra…Y sí el sexo es algo natural… aunque no te haga mucha gracia Gonzalo…

    P.D.: Haz más el amor

    lunes, agosto 24, 2009 at 3:52 | Permalink
  3. Gonzalo wrote:

    Romeo, no te preocupes tanto por mi vida sexual que yo no lo hago por la tuya.

    Mantengo lo dicho. Si un niño de 15 años lleva siendo bombardeado con pornografía dura desde los 11 y además se le presenta como normal e incluso bueno, acabará entendiendo que el mensaje del porno es válido.

    Por supuesto que es fundamental el que esté educada en el respeto, valores, etc. Pero precisamente lo que denuncio no es que exista la pornografía (que es otra cuestión), sino que ésta adopte el papel de parte de la educación. Y eso es terrible.

    Saludos.

    martes, septiembre 8, 2009 at 0:51 | Permalink

One Trackback/Pingback

  1. Bitacoras.com on lunes, julio 20, 2009 at 17:03

    Información Bitacoras.com…

    Valora en Bitacoras.com: Habían pasado varios días desde que apareciera la repugnante noticia de la violación múltiple a la menor en Baena (Jaén) y hasta el domingo no leí -por fin- a alguien en la prensa apuntar hacia otro lado que no fuera la l…

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