Casi todas las situaciones injustas tienen dos soportes principales: Los malos que la causan y los tontos que la justifican. Hay otros, como el silencio de los tibios, la avaricia de los que se benefician del mal ajeno… Pero todo parte de la maldad del que comete la injusticia y de la justificación que recibe de voces supuestamente autorizadas que por ignorancia, estupidez, cursilería o simple corrección política encuentran razones para ello.
Hace días oí a una de esas supuestas voces autorizadas decir una de las gilipolleces más inmensas que yo recuerdo. Como por el conocimiento personal del sujeto tengo la certeza de que es una mala persona, no quise comentar el tema por temor a escribir movido más por el impulso personal que por el juicio concreto. Anteayer volvió a utilizar el mismo argumento, al que además pretendía darle peso citando a no recuerdo qué relevante personaje como comatrono del mismo. Y ante la insistencia, y viendo que nos son impresiones mías sino evidente estupidez, me permito este comentario.
Decía el sujeto, al hilo de la polémica con los perros ingleses de la boya y sus prácticas de tiro, que «es inadmisible que 30.000 gibraltareños tengan secuestradas las relaciones entre el Reino Unido y España». Pretendía con este vómito intelectual convencer a la audiencia que entre los dos Estados Soberanos no existe, ni ha existido nunca, más problema que el que causan, por su cuenta y riesgo, la cueva de piratas que tenemos instalada por la fuerza en nuestro territorio.
Para este tipo, no debe haber ningún problema con en Reino Unido porque mantenga su ejército invadiendo nuestro territorio. No debemos pedirle cuentas por el uso indebido de nuestras aguas. No debemos chistar ante la chulería de sus barcos de guerra que pasean sin permiso por nuestras costas dando el alto a patrulleras de la Guardia Civil mientras aplauden a los narcos y sus planeadoras. No debemos ejercer la memoria histórica para recordar a la población gibraltareña robada, asesinada, violada por los perros ingleses. Ni que su corona sea quien ordenó cada matanza, cada robo, cada crimen durante los trescientos años que dura esta historia de vergüenza. No deberíamos tampoco pedir cuentas a los cobardes gobernantes, de uno u otro signo, que se arrodillaron bajo la mesa del invasor anteponiendo la foto y el buen rollito a la dignidad nacional. Ni a los que hace siglos aceptaron tales crímenes a cambio de un trono.
Faltaría más. Somos dos naciones modernas y tenemos que llevarnos bien. Ni podemos hablar mal de la reina de los invasores, que además es prima del nuestro. Ni debemos criticar a quien da las órdenes a los buques de su graciosa majestad, que llegan a amenazar a nuestros guardacostas. Ni podemos siquiera pedir responsabilidades a quien permite que aquello sea una cueva de ladrones y además la mantiene protegida por la fuerza.
No. Para él, no. Para este sujeto, la única culpa de todo la tienen -única y exclusivamente- los 30.000 habitantes de la cueva de Alí Babá. Nada de culpa para quien puso la cueva, la amuebló, la aisló del mundo y la protege. Nada de culpa para quien se enriquece a comisión de los negocios de los ladrones. No. Eso no quedaría bien, no cuadraría con su imagen de fino analista y de personaje de postín.
Este sujeto se llama Ramón. Este sujeto se apellida Pérez-Maura. Es adjunto a la dirección de ABC. Prestigioso analista de política internacional. Contertulio habitual -y a todas horas- en la cadena COPE. Yo de manera particular ya sabía que era una mala persona. Ahora todo el mundo puede saber, además, que es tonto. Uno de tantos tontos útiles que sirven con pasión a la causa de los malvados.
3 Comments
Malo pero malo de verdad. Un h.j. de p.t. en toda regla.
Muy buena entrada. Pero creo que es más tonto que malo. El comentario es una solemne estupidez
Respecto al comentario es más tonto que malo, vale. Como individuo es muy mala persona.
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