Me pilló con el paso un poco cambiado, la verdad, el anuncio de la aprobación por unanimidad en el Parlamento Autónomo Andaluz (que es una de las macroguarderías dónde las meretrices dejan a sus hijos cuando acuden a trabajar dándole a la bisectriz, que diría Pérez-Reverte) la «ley de muerte digna».
No voy a entrar en disquisiciones profundas, sólo quiero dejar dos ideas muy rápidas al respecto:
Primera: El que se hagan leyes que «ayuden a morir» a la gente (también «ayudaba a morir» Jack el destripador, que lo hagan funcionario) lo pueden vestir como quieran, pero tengo clarísimo que tiene una única motivación:
¿Se permite «ayudar a morir» a un joven sano y productivo que, porque le dá el Siroco así ese día, quiere que lo seden hasta doblar la servilleta? No. ¿Por qué? PORQUE PRODUCE. Y los viejos NO. Los viejos CUESTAN. Punto.
Que se dejen de historias y que lo digan: Les importa un carajo la dignidad o indignidad con que cada uno espiche, pero un leñazo a un jubilata les ahorra un pastón. Cuando reconozcan que ellos miden la «dignidad» por el coste y la productividad, seguimos hablando.
La segunda idea: ¿Por qué a algunos lo único que quieren es que se diga claramente que el personal sanitario podrá acogerse a la Objeción de Conciencia? ¿Si una ley es realmente malvada, todo se salva si yo tengo sustento legal para mirar para otro lado? Desobediencia civil e insumisión. Lo demás son MA-RI-CO-NA-DAS.
11 Comments
Mi padre siempre dice que los viajes que el Imserso y las Comunidades Autónomas organizan para los jubilados tienen un lado sano y uno enfermizo. El lado sano es que a la vez que los ancianos se entretienen (algunos van de vacaciones por primera vez en su vida), se fomenta el turismo en zonas deprimidas en períodos valle. El lado enfermo es que, de vez en cuando hay un accidente de tráfico que cubre el seguro del automóvil que lo ha causado, o un anciano sufre un infarto con la emoción del pasodoble bailado apretaíto a una viuda y la Seguridad Social se ahorra una pensión.
Pero cargártelo así, a palo seco, sin entretenerlo ni nada, me parece una putada, hombre.
Me gusta lo políticamente correcto que dices hijos de put.
Los que defienden al PP porque son los menos malos, cada vez tienen menos a dónde agarrarse.
Bravo, Gonzalo. Y además dices lo que yo digo, lo cual es un honor para mí viniendo de un profeta como tú. Y no te has mosqueado con la primera frase de mi artículo, lo cual es de agradecer.
No izquierdas ni leches: es el capitalismo el asesino.
Antes que nada, Orisson, debería pedirte en parte disculpas, ya que básicamente te he plagiado. No en la forma pero sí en el fondo. Eso sí, en mi defensa diré que el plagio lo veo a posteriori y que a priori no era plagio sino coincidencia de ideas, porque aunque vi de qué escribías no llegué a leerte entero como sí he hecho después.
Dicho esto… lo del profeta no sé cómo tomármelo ¿eh?
Y lo de tu frase evidentemente no me mosquea, ni mucho menos, no tiene porqué. Me mosquean mucho más los que salen protestando porque en una serie de una tele no andaluza la que hace de chacha tiene acento andaluz pero que celebran ruidosamente la zafiedad y sonrojante espectáculo que día tras día ofrece Canal Sur todo ello presentado como «lo nuestro».
Y además, qué coño, porque entre turdetanos y oretanos no nos vamos a mosquear, ¿no crees? 😉
Totalmente de acuerdo, Gonzalo. Y que conste que no te acusaba de plagio sino que me alegraba de que alguien más sereno que yo coincidiese en el análisis (bastante fácil, por otro lado, y que no sirva esto de puñeta).
Lo de profeta tómalo como más elogiosamente puedas. Macho, que aquí en tu blog has dicho verdades que ya me gustarían haberlas sospechado a mí.
Y paro que estamos en Cuaresma. Polvo eres y en polvo te convertirás. Y yo también.
Un saludo
No sé si se puede…
Con la que estais pasando ahí abajo, efectivamente, gastaros el dinero de todos, aprobando leyes de «amplio calado social» que serán usadas por el 1% de la población me parece un chiste.
Dicho lo cual, una vez que tú te has gastado la pasta (La mía tambien que Andalucía es receptora neta) y sin conocer la ley, entiendo que una visión lógica es la que expresas. Y otra es que a la persona que en pleno uso de sus facultades mentales quiera morir y no sea capaz de hacerlo solo por incapacidad física, no ha de castigársele dos veces persiguiendo al que le ayuda con buena intención.
Por último, esta ayuda nunca puede ser obligatoria, y si alguien tiene reparos morales ha de poder ejercer su objeción de conciencia sin límite, que por lo poco que me ha llegado, parece que ahora, los liberales de toda la vida, acaban de decidir que la Objeción está bien, pero solo para lo que a ellos les parece.
Si te fijas, Kikas, no he hecho un análisis de la ley, sino de las motivaciones de la ley.
En el supuesto de que acepte (que no acepto) el «derecho a ser ayudado a morir» de un individuo, insisto: ¿Porqué lo tiene un enfermo o un anciano y no un joven sano y productivo? A eso es a lo que iba en esta ocasión.
Y lo de la objeción, tú puedes objetar a determinadas cosas: por ejemplo, a que el destino de unos fondos sea tal obra pública que tú crees menos necesaria que aquella otra a la que tú quieres destinarlo.
Si lo que crees es que el asunto de fondo es opinable, vale.
Pero si crees profundamente que a lo que te obliga la ley es a un acto intrínsecamente malvado e injusto, y que seguirá siendo intrínsecamente malvado e injusto, tú tienes que oponerte frontalmente a la ley, no te puedes contentar con que la aplique tu vecino y tú no.
A lo mejor no me debía de haber metido en este jardín porque no conozco la Ley ni siquiera superficialmente más que por las breves reseñas de periódicos insulares… o sea, dos titulares
Dicho lo cual, tú y yo discrepamos en que yo no veo que ayudar a morir sea un acto malvado e injusto. Tenemos planteamientos morales y éticos diferentes.
El problema es que mucho cantamañanas, que a lo mejor en esto piensa como yo, tambien podría pensar que se encuentra en una posición moral más evolucionada y superior a la tuya (Ya sabes, la supremacía moral de la izquierda). Yo no. Respeto tu posición, aunque no la comparta.
(Pensar esto tampoco me convierte en un diablo con rabo y tridente, ¿eh?)
Vuelvo a lo mismo, Kikas. Es cierto que discrepamos totalmente en lo que dices. Pero yo no estaba hablando de eso, sino de la hipocresía que veo detrás de las verdaderas motivaciones de la ley. De esta y de otras.
Me parecen muy oportunas las observaciones que habéis hecho Orisson y tú sobre la hipocresía de los que, ante una ley como ésta, piden enseguida «objeción de conciencia» (que, en este caso, es, ni más ni menos, que no poner inconvenientes a que se carguen ancianitos y enfermos siempre y cuando no seas tú el asesino).
La objeción de conciencia ha sido, de hecho, lo que ha permitido que millones de españoles que están tan «superencontra» del aborto hayan convivido tranquilamente con él, pero se hayan puesto como erizos ante la posibilidad de que les obligasen a ellos a ser los actores.
Dicho esto, me hace gracia que los mismos que te sueltan rollos sobre Gandhi y Martin Luther King (que practicaron la desobediencia civil) aboguen por la «objeción de conciencia», para no tener que demostrar su coherencia desobedeciendo las leyes que dicen que no les gustan.
¿Alguien se imagina a Martin Luther King diciendo «No me importa que haya segregación racial, siempre y cuando permitan objeción de conciencia», tal y como hacen los que le van a gastar el nombre de tanto usarlo?.
Exactamente, Museros, esa es la cuestión. Ya hace unos meses salió Caamaño (http://blogs.andalunet.com/gonzalo/2009/08/15/desobediencia/) diciendo que los médicos no podían objetar y que incurrían en «desobediencia civil» y que eso era inadmisible… Y luego en los discursos hablan de Gandhi.
Pues al final es eso: No discrimines negros si no quieres pero déjame a mí que lo haga.
A todo esto, y hablando de racismo, como ya te he dicho allí, para enmarcar tu entrada de Sweet Home Barcelona.
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