¿Recuerdan? Ese es el nombre con el que se definió la gran mentira financiera cuando explotó en la boca de algunos bancos de inversión norteamericanos. La explicación para que la plebe no iniciada lo entendiéramos era muy simple: Bancos estadounidenses se dedicaron a conceder hipotecas que se denominaban NINJA (porque el que obtenía el préstamo tenía No Incomes No Job or Assets, esto es, ni ingresos ni trabajo estable ni patrimonio) y a emitir participaciones en fondos estructurados de inversión cuyo respaldo era, precisamente, las previsiones de ingresos por el pago de esas hipotecas.
Evidentemente el chiringuito se acabó yendo al carajo porque no se puede pretender que la gente con posibles se haga (más) rica gracias al pago de los que no tienen un duro, y vino la caída de algunos bancos de inversión y la inyección de cientos de miles de millones de dólares y euros allí y aquí oficialmente para mantener la solidez del sistema financiero.
Bien, a la vista de esto surgió una iniciativa por parte de algunos ciudadanos, consistente en gastarse todo su dinero en juergas y que luego el Estado les soltara lo pulido para así poder mantener la solidez de sus economías y la solvencia de la familia. Pero parece ser que no ha colado, a pesar de ser lo mismo. Cuestión de matices. pero bueno, sigo a lo que iba. Después de aquella propinilla que dieron los de siempre a los de siempre con el dinero de los de siempre (en este, en este es en el que estamos usted y yo), se nos tranquilizó: El sistema financiero español no está contaminado con activos tóxicos.
Los cojones. Y ustedes disculpen la expresión pero cuando algo se puede decir en castellano antiguo es mejor no ponerlo más difícil.
La banca española estaba contaminada, como todas, con activos tóxicos estadounidenses. Pero eso es lo de menos, porque representan un procentaje mínimo con respecto a la verdadera contaminación… la de los activos tóxicos españoles. Recordemos la definición: Activos con un rendimiento basado en el pago de hipotecas concedidas, primero sobre inmuebles supervalorados, y segundo a gente sin recursos ni garantías de pago. Y ahora paren y miren alrededor.
Incluyéndose a ustedes mismos, ¿a cuánta gente tienen alrededor con hipotecas de varios cientos de miles de euros sobre pisos de 90 metros o menos? ¿Cuántos de ellos tienen garantizados los ingresos necesarios para hace frente a esos pagos durante las décadas para las que han firmado esa hipoteca? ¿Cuántos más, además de que el pisito estaba superextramegahipervalorado, recibieron el 120% del precio para, además, meter ahí el cambio de coche, la pantalla de plasma y las vacaciones en el Caribe?
Piensen ahora dónde tienen metido el dinero. Y ahora miren todos esos anuncios y folletos que hay en la oficina de su banco o caja. Depósito Manolito, Fondo Pepito. ¿De verdad van a confiarles un céntimo? Cuanto antes seamos conscientes de la situación, mejor: Nuestro sistema público está quebrado y es, a la larga, insostenible por sí mismo. Nuestro sistema financiero está sostenido por gente que está encantada de mantenerlo a costa de dilapidar todo su dinero y el de sus hijos a cambio de algo que debería valer 4 veces menos y a cuyo impresentable sobreprecio han contribuido, encantados, tanto el gobierno actual como el del anterior presidente. Todo el chiringuito es absolutamente artificial.
Las declaraciones de alguna ministra en los últimos días anunciando a bombo y platillo que se volvían a vender algunas casas no tiene otro objetivo que mantenerlo. Si nadie salió a la palestra a avisar al rebaño de que estaba pagando precios absolutamente impresentables por sus casas y se aplaudió con las orejas la indecente subida porque en cifras macroeconómicas suponía un subidón, ¿a qué viene ahora correr a detener la lenta, muy lenta e insuficiente bajada de precios? Es así, ya hay gente que, ante el mensaje de la Corredor, vuelve a plantearse hacer grandes negocios con sus inversiones inmobiliarias.
Cuando lleguen los impagos masivos, que llegarán, veremos qué inventa el gobierno -éste o el que esté- para mantener el chiringuito de los bancos y cajas y activará nuevas líneas de ayuda para que usted y yo volvamos a pagarles el chiringuito a estos cabrones. Eso si le queda de donde tirar para esas líneas, claro, que es dudoso.
En el año 2000, alrededor del cual podemos situar el inicio de la brutal escalada, nos engañaron a todos diciendo que el acceso a la vivienda se facilitaba mucho por la caída de los tipos de interés, y con el caramelo de los tipos bajos y las hipotecas largas nos metieron, hasta el fondo, la exponencial subida. Con unos tipos más altos no hubieran podido, pero la ingeniería bien hecha lo cuida todo. Y ya que estaban aprovecharon para urdir la infame estafa del euro y así hacernos a todos prisioneros de sus cuentas.
Por aquel entonces, a la vista de las subidas disparatadas, si un gobernante se preocupara de verdad por sus ciudadanos, hubiera avisado, primero, y en caso necesario tomado medidas. Por ejemplo, fijando un tiempo máximo en la concesión de hipotecas a particulares que hubiera hecho impagables aquellos precios pero que hubiera mantenido rentable la construcción incluso con precios muy, muy, muy retenidos. Eso sí, rentable como negocio para vivir de él honradamente, no para forrarte en dos promociones e ir dejando tirados a tus compradores. O si les importáramos ahora, hubieran condicionado aquel infame pago a la puesta inmediata en venta a precios sensatos de los miles y miles de viviendas que los bancos se están teniendo que comer con papas pero que siguen manteniendo a la espera de subidas de precios para seguir haciendo negocio.
Con el patio como está, un piso normalito en una zona normalita sigue teniendo un precio equivalente al salario neto completo de una pareja normalita durante 10 años o más. Eso significa que, pasándolas putas, pueden pensar en meterse a 30 años en una financiación. Financiación que implica: Que si uno de los dos se queda sin trabajo -y miren el patio como anda-, el invento no se sostiene. Que si se separan -y miren el patio como anda-, tendrá que ser en una época en la que la venta de pisos esté en alza, porque si no, el invento no se sostiene. Que en el caso de que viniera un niño, hay que repasar todas las cuentas, y que si son dos -y no planteamos un número mayor-, el invento no se sostiene. Que si aún así, con las cuentas patas arriba, vinieran los niños, a ver dónde coño los metemos porque claro, les recuerdo que el pisito no llega a 90 metros ni con el descansillo de la escalera. Y que además, cuando el niño tenga edad universitaria o edad casadera, estaremos todavía pagando hipotecas, con lo que lo dejaremos a su aire y allá se las componga.
Concretando: ¿A dónde quiero llegar con este rollo que les cuento? Pues miren, a que el chiringuito, tanto el público como el financiero-inmobiliario, no es más que una gigantesca estafa piramidal. Ya saben, esos timos consistentes en hacer que mucha gente vaya metiendo pasta para que los primeros en llegar se lo lleven crudo. El invento funciona hasta que un día los que piden la vez y creen que les toca el turno de cobrar descubren que aquello no producía nada y que ya son menos los que pagan que los que quieren cobrar, y todo se va al carajo. Así que ahí andan, los de arriba, cuidando muy mucho de que sigamos metiendo pasta en el invento, y encima cada vez más. A cambio de… NADA.
Y, ante esto, tenemos dos opciones:
La primera, el esforzarnos al máximo en la medida de nuestras posibilidades para cotizar lo más posible y pagar al día nuestras deudas para que el chiringuito no reviente con la esperanza de que los activos tóxicos sigan ahí pero que no salpiquen, e hipotecar nuestras vidas y las de nuestros hijos para que la cúspide de la pirámide de la estafa siga poniendo la mano y los demás sigamos como hasta ahora, es decir, yendo a peor.
La segunda, el decir hasta aquí hemos llegado, plantarnos y esperar que el enfermo se muera, que quien corresponda -casi nadie, por desgracia- acabe en la cárcel, que otros se tiren por la ventana de su oficina de diseño y que una vez exterminada la mala hierba, tirados al vertedero los escombros y enterrados los muertos, se empiece a construir una casa nueva. Sin lujos, sin estúpidos diseños, sin falsas necesidades, pero que nos sirva para vivir y cobijar a nuestros hijos.
Claro está, haciéndolo uno a uno lo que conseguiremos es recibir inútiles patadas en la boca.
El día en que cientos de miles de personas, de esas a las que les quedan 30 años de hipotecas, levanten el teléfono a la vez para llamar a sus bancos a decir «oye, que no te voy a seguir pagando, te pongas como te pongas» y que el último día de la campaña de la renta envíen su impreso en el que dice que tienen que pagar tantos euros al ministerio con una copia del DNI y la frase «te lo va a pagar tu puta madre», el chiringuito se cae en cuestión de semanas.
Como siempre, la pregunta no es otra que… ¿tendremos el valor suficiente?
10 Comments
Aun reconociendo que tienes razón en casi todo lo que dices, y reconociendo tambien que mis dos casas las tengo pagadas con lo que eso conlleva de falta de empatia(Habiendo comprado lo que yo consideré que podía pagar y no algo 3 o cuatro veces por encima de mis posibilidades, aunque ahora mi Santa esté empezando con la martingala otra vez de meternos en algo para invertir, debate que se va a solucionar con el Silencio Administrativo y sin firma de uno de los dos titulares de la Sociedad de Gananciales en Notario alguno)he de decir que lo que propones es igual de probable que que yo vaya a firmar al Notario
Primero, porque las declaraciones, la gran mayoría son a devolver. O sea, que deberían de ser las empresas las que en cada nómina en vez de la retención enviaran a la Delegación de Hacienda la carta que propones y eso no se va a dar.
Aunque reconozca que los retratados seamos siempre los mismos gilitontos.
Segundo, porque además de estos golfos que nos gobiernan y todos los que viven a su vera, de nuestros impuestos viven médicos, policias, bomberos, profesores… y no está bien que nos quedemos sin según qué servicio público.
(Los concejales de Urbanismo, aunque cobren de nuestros impuestos viven de otros fondos…aclaro)
Yo también estoy fuera del bombo, Kikás. Compré mi casa 10 minutos antes de que todos nos volviéramos gilipollas y con perspectivas de poder pagarla antes de que mis hijos se jubilen, y en eso estamos.
Cuando todo pegó el subidón, muchos de mis vecinos ampliaron sus hipotecas y pillaron un pastón que gastaron en gilipolleces y ahora ven que no terminarán de pagar hasta el día del juicio por la tarde. Yo acerté a mantenerme sensato y ahí estoy, con el final de la hipoteca ya en el horizonte.
Sobre los impuestos, tienes razón en las dos cosas: a la tropa rasa le sale a devolver y de ellos cobran profesores, médicos y demás que no tienen culpa (bueno, algún médico que yo me sé, aunque no tenga culpa que le vayan dando, pero esa es otra).
Pero al fin y al cabo el destino de todo funcionario público (los útiles, esos médicos, profesores, policías, etc. y los inútiles burócratas que nos expolian por millones) es ver que su empresa -el Estado- declara suspensión de pagos. Sólo se trata de adelantarlo y que no pretendan achicar agua con cubitos que cuestan millones de nuestros euros mientras la vía de agua abarca media quilla.
Es cierto, la declaración no es la vía. La economía sumergida, el negocio entre particulares sin papeles de por medio, la negativa a realizar el pago de cualquier impuesto adicional…
El caso es dejar de gastar miles de millones en mercromina no ya para un enfermo terminal, sino para un cadáver putrefacto.
Todo esto, como decía… si tuviéramos huevos. Que no los tenemos.
Aunque eres bruto y no puedes negar tus orígenes, con perdón los míos, no me salga uno de tus amigos a ofrecer y le tenga que presentar a alguno de los míos a ver quien tiene la mano más adecuada para amasar panes de a kilo, hay veces que es un gusto ver, que tan diferentes, estamos de acuerdo en según qué cosas.
Mi Santa dice, cuando ve gente por la tele que está desesperada porque ha firmado lo que no firmaría mi hijo de 9 años, que hay que saber leer. Pues lo siento por tus conocidos o los míos.
Aunque como dice un amigo mío, cuando debes 60.000 € tienes un problema, cuando debes 600.000, el problema es del Banco
Decía la madre Teresa de Calcuta que es mejor dar que recibir.
Lo mismo, lo mismo que dice uno de mi pueblo al que llaman Matasiete.
Sobre el tema que nos ocupa, la respuesta me sale tan larga que me da pereza. Lo siento.
Pero me acuerdo de una imagen de un chiste gráfico:
Un incendio asola todo un barrio. El Gobierno, representado por un coche de bomberos dirige sus mangueras al Banco, que es el único edificio que no está ardiendo.
Respecto a tu análisis, desde el punto de vista del ciudadano de a pie no tiene posible crítica. Sólo matizaría que ingresos garantizados sólo tendrían los funcionarios y los empleados de El Corte Inglés y como sigamos así ni eso. Aunque está claro que se han concedido Hipotecas sin ningún criterio serio.
Respecto a la respuesta que hemos de dar parece que encima estamos (estabámos) contentos y orgullosos de lo que habíamos conseguido en España.
Tú lo enfocas la respuesta desde el punto de vista del valor, yo además pondría otras dos consideraciones por la que los ciudadanos no responden (tema para otro blog?)
La primera es: somos tan ineptos que no nos enteramos de estas cosas?
La segunda: Considero que la filosofia de la gente es que mientras tengan las necesidades básicas cubiertas, no se mueven de la silla para protestar.
Otra vez CASI de acuerdo contigo, Álvaro. Tus consideraciones son muy pertinentes, pero matizables. Empezamos por la segunda:
La filosofía de la gente consiste en considerar como necesidades básicas una serie de lujos caprichosos que considera indispensables. Mientras los tenga cubiertos, como tú dices, no se levanta de la silla. Y si los ve amenazados, esperará a que venga alguien a solucionárselo. Sólo si no detecta a alguien dispuesto a pagarle los vicios se planteará protestar. Pero no porque no cubra sus necesidades, sino porque nadie se encargue de cubrírselas…
La primera en realidad es una consecuencia de la segunda. Somos tan… no creo que ineptos sea la palabra. Ni que no nos demos cuenta. Es que nos importa un carajo todo, sabemos que todo degenera, pero como -volvemos a lo anterior- tengo mis caprichos cubiertos, me importa un carajo.
Gonzalooooo, ese vocabularioooooo. Que estás usando últimamente muchas palabrotaaaaaaas. 😛
Lo que hace juntarme con malas compañías…
¬¬
Espero no ser yo quien se tenga que dar por aludido
Jajaja.
Ahora que lo dices…
No, iba más bien por la propia «criticadora».
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