La contraportada del Diario de Sevilla de ayer, domingo 13 de junio, recogía una entrevista con la periodista mexicana Lydia Cacho.
Reconozco que no sabía quien era y que sigo sin saber mucho más de lo que dejaba entrever la corta entrevista. Dirige una organización dedicada a rescatar mujeres y niñas de la esclavitud sexual, y su vida está constantemente amenazada porque ha publicado las relaciones de los poderosos con el repugnante mundo del mercado sexual. Ha viajado por todo el planeta sumergiéndose en ese submundo y lo ha reflejado en un libro titulado «Esclavas del poder».
Habla brevemente sobre niñas vendidas en todo el mundo, sobre repugnantes cerdos que viajan a determinados países en busca de carne cada vez más joven y sobre la creciente relación de las mafias del tráfico de drogas y de armas con el de carne humana. El tráfico sexual es la nueva forma de esclavitud, titula la entrevistadora.
Termino de leer la entrevista, con el mal cuerpo que me causa siempre este asunto, porque coincido en el diagnóstico: Negros musculosos hace unos siglos, niñas prepúberes en éste. Repugnante siempre. Poderoso siempre. Negocio siempre.
Observando la contraportada, pienso si habrá servido para que el propio medio que la publica actúe en consecuencia. Vuelvo una, dos, tres y cuatro hojas. Y ahí están. «Mulata dulce». «Chinita caliente». Lo que les decía. Negocio. Siempre. Repugnante. Siempre.
2 Comments
Lo de siempre con las premisas y las consecuencias. Hipócritas, en nombre de la libertad trabajan para esclavizar a los más débiles en primer lugar.
Bajo el término «negocio» se esconden muchas miserias humanas.
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