Me sirve de excusa la conversación de esta mañana con mis hijas para exponerlo aquí. Montados en el coche y camino del colegio, la segunda exclama «¡Anda, se nos ha olvidado el dinero para los pobres!»
Se refiere al sobrecito para el Domund que como cada año les dan en el colegio. Le digo que no se preocupe, que puede llevarlo el lunes o lo entregamos el domingo en la parroquia. La mayor interrumpe: «Pero no es obligatorio llevarlo, nos han dicho que lo lleve el que quiera». Muy rápidamente les indico que sí, que ya sé que es voluntario y que yo quiero que lo lleven. Pero voy a lo importante. Dejando clara mi extrañeza, les suelto «¿Y qué os han dicho, que es para los pobres?»
La pregunta les descoloca porque les suena a desconfiada, acostumbradas como están a que su padre confíe ciegamente en los asuntos -rifas, meriendas, fiestas, tómbolas- que para las misiones se organizan en el colegio y que no necesite las explicaciones que ofrece Sor María -la encargada de juventudes- cada vez que me pide que colabore llevándome papeletas o invitándome a una colecta.
«Entonces, ¿para qué es?» preguntan con los ojos muy abiertos. «El Domund es el día de las misiones. Los misioneros ayudan mucho, en países pobres y no tan pobres, y les llevan comida, agua, medicinas, levantan colegios, hospitales… todo eso es muy importante, es ayuda material a los pobres y hay que colaborar en que puedan llevarla… pero los misioneros tienen una labor todavía más importante, la principal… ¿no sabéis qué tienen que llevar, además de comida, agua, medicinas y dinero, mucho más importante que todo eso?»
Mantengo la mirada en el retrovisor, esperando que la respuesta sea rápida y acertada, porque si no es así me preocuparía. En cinco segundos, la segunda dice, convencida: «¡A Dios!».
Satisfecho, les recalco que la misión principal del misionero y de todo cristiano es predicar y evangelizar. Todo lo demás viene por añadidura. Por muy importante que sea la labor social, y la de la Iglesia no tiene comparación posible con la realizada por absolutamente ninguna organización, esta es siempre el resultado, no la causa.
No perdamos de vista este punto de partida. No caigamos en la trampa.
3 Comments
Macho, estás poniendo el listón cada vez más alto. Y yo sin entrenar… Malaje…
Un saludo
Suscribo el comentario de Orisson.
Lo importante es lo importante. Y lo demás viene por añadidura.
Pero para saberlo, hay que tener Fe en Dios, más que fe en la presunta sabiduría de los hombres.
Gracias majos.
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