Ya la he dirigido al Diario de Sevilla y al propio Carlos Colón:
Leo la columna del domingo 24 de D. Carlos Colón titulada «Matar democrática y legalmente» y encuentro en ella lo que ya me parece habitual cada vez que el Sr. Colón escribe sobre el tema del aborto: Su tibieza y sus complejos. Parece que el Sr. Colón quisiera pedir perdón por hablar del tema considerándose católico, cayendo así en la trampa de los abortistas que pretenden que la denuncia del crimen que supone el aborto es un crimen por lo que es, y no por quién lo denuncie.
Hace bien en señalar D. Carlos el paralelismo entre la legalidad del aborto y de la pena de muerte. Pero luego empieza a marcar distancias. Y llega al sí pero no, al complejo, a la tibieza. No se atreve el Sr. Colón a proclamar que el aborto es un crimen, así, a secas, sin más explicaciones. Quiere adornarse, como siempre que trata el tema, y pareciera que justificarse, terminando con una frase que no encuentro por dónde cogerla: «Personalmente, y sin que influyan en ello mis creencias, creo que matar fetos sanos en el seno de mujeres sanas es un crimen«.
Aplaudiendo que el Sr. Colón señale -acertadamente- como crímenes el 99% de los abortos practicados legal y democráticamente en España con esa ley que por cierto tanto le gusta y defiende el PP, las salvedades que implica son aterradoras. ¿Está diciendo el Sr. Colón que sí comprende y aprueba matar fetos no sanos en el seno de mujeres sanas, así como matar fetos sanos en el seno de mujeres no sanas? Sí, es evidente que lo está diciendo. El mismo que unas líneas antes afirma que «gracias a la genética, hoy se sabe que el no nacido, aunque vitalmente dependiente de la gestante, es genéticamente independiente y único«. El mismo que clama preguntando el porqué del límite de la semana 14, defiende después que, bueno, si el niño o la madre están enfermos, el matarile, el descuartizamiento y el abrasamiento se entiende.
No defiende el Sr. Colón el derecho a la vida de los fetos. Defiende el derecho a la vida de los sanos, y por tanto la validez del exterminio de los no sanos. Habla D. Carlos de «comprender» el «aborto terapéutico» para justificar su postura. Debe ser que le falta el valor para llamar a las cosas por su nombre y proclamar lo que de verdad defiende: La eugenesia, la eliminación del débil, del enfermo, del diferente. El cojo, el sordo, el tuerto, el que tiene síndrome de Down, o simplemente labio leporino son considerados inferiores y por tanto su eliminación no es un crimen como sí el del sano, el del alto, el del guapo, el del niño de pura raza. Nada nuevo.
Sería de agradecer que en la misma línea que deja clara su defensa de tal aberración no dejara caer, ni de pasada, las creencias que dice tener y a las que deberían ser extrañas semejantes tibiezas con el crimen.
6 Comments
Por lo menos el Sr. Colón dice una verdad palpable: «…y sin que influyan en ello mis creencias», porque si dejara que sus creencias influyeran se daría inmediatamente cuenta de la gilipollez que ha escrito.
Muy bien, Gonzalo.
Queda abierta la veda del «creyente» bienpensante.
Y digo yo, si las creencia no influyen, menuda mierda de creencias, ¿no os parece?
Un saludo
Rectifico: menuda mierda de creyente al que sus creencias no influyen.
Un saludo
Me gusta esa veda abierta, Seneka. Los que van con la excusa por delante me matan…
Acabo de darme cuenta de que hay una frase que no hay por dónde cogerla. En lugar de
«cayendo así en la trampa de los abortistas que pretenden que la denuncia del crimen que supone el aborto es un crimen por lo que es, y no por quién lo denuncie.»
Debería decir «cayendo así en la trampa de los abortistas, que pretenden que la denuncia del crimen que supone el aborto tiene más o menos validez dependiendo de quien lo denuncie, y no del crimen en sí.»
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