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Consideraciones sobre la Ley Antitabaco (II)

Decía que continuaría y vamos a intentarlo. Me servirá como punto de partida el comentario de Pitufa a la primera parte. Efectivamente, si tan malo es, ¿por qué no se prohíbe? Y mucho más interesante aún, la segunda pregunta: ¿Por qué no se regulan los aditivos?

Referente a las preocupaciones que el Estado demuestra sobre nuestra salud, tengo dos convencimientos a los que he llegado observando la cruda realidad. El primero es que en realidad al Estado le importa un carajo nuestra salud. Literalmente. El segundo es que las medidas que el Estado toma argumentando que son en defensa de nuestra salud son, siempre, medidas puramente económicas. Al Estado no le importa lo maś mínimo que nos muramos por fumar. Lo que le preocupa es que tengamos una enfermedad y generemos el gasto correspondiente al tratamiento y a la baja laboral.

Vamos a ver, si el tabaco es un producto tan inaceptablemente dañino, ¿cómo es que, además de seguir siendo totalmente legal, su venta y distribución está directamente en manos del Estado? Y ¿cómo es que un producto legal, distribuido y comercializado por el Estado, es aderezado con infinidad de productos químicos, mucho más dañinos que el propio tabaco, sin que al consumidor se le informe siquiera de qué y por qué se le añade al único ingrediente que aparece indicado en el envoltorio del producto final? ¿Porqué Mercadona, o Dhul, o Danone tienen que especificar qué tipo de espesante utiliza en sus postres pero Altadis no tiene porqué indicar al fumador de Fortuna que además de hebras de planta de tabaco se está metiendo en el pecho tales o cuales aditivos químicos?

Estos aditivos tienen dos finalidades principales: La primera, el abaratar el producto. La segunda, hacerlo más adictivo. Bien por la sustancia en sí, que también provoque adición y así el fumador se enganche a esa marca en concreto, bien por facilitar la mayor absorción de nicotina. Todo ello, escondido y silenciado por el distribuidor y vendedor, y quien se queda con la mayor parte del dinero que el fumador paga: el Estado. ¿Puede alguien creerse que está interesado en la salud?

Con todo esto no estoy diciendo que el tabaco, limpio y puro, sea bueno, sano y aconsejable. No. Es dañino, provoca adicción y enfermedades. Pero menos, mucho menos, que el producto final, compuesto de tabaco y aditivos químicos varios, que ampara, distribuye y vende el Estado, ingresando por ello miles de millones de euros al año.

Por tanto, si el Estado quiere cuidar de nuestra salud, en lo relativo al tabaco, y que además nos lo creamos, que proceda, primero, a obligar a las marcas a identificar todos y cada uno de los aditivos añadidos al tabaco. Y segundo, que prohíba todos aquellos que sean tóxicos o que estén destinados a crear o aumentar adicciones.

Hay otra opción, evitando esos dos pasos: Que catalogue el tabaco como droga ilegal, prohibiendo su plantación, elaboración, distribución y venta en España.

Ahora bien, se me ocurren varias consecuencias de esta opción, que deberán ser tenidas en cuenta. La primera y evidente es la eliminación de esos miles de millones de euros de ingresos. Pero como lo primero es nuestra salud, no habrá problema. La segunda es que si identificamos el tabaquismo como una adicción a una droga dura e ilegal… habrá que considerar su equiparación con otras, facilitando a los adictos los tratamientos de desintoxicación que sean necesarios, contemplando como parte de ellos el suministro a los pacientes de sustitutivos de la droga que satisfagan la necesidad de su dosis.

Todo esto, que puede parecer una exageración, no lo es. Es, según entiendo yo, lo que habría que hacer si realmente la movida esta del tabaco fuera realmente porque el Estado quiere velar por nuestra salud.

Me pide el cuerpo ir más allá, y tomar por ejemplo ese cartelito tan molón que los vendedores de la ley nos quieren colocar, en los que dice «Espacio libre de humos»… ¿Libre de humos? Será de humo de tabaco. Porque si a lo que huelen nuestras calles -y más desde que todo el mundo tiene complejo de taxista y se empeña en comprar coches diésel- no es a humo, altadis vende infusiones naturales.

Miren, hace un puñado de años quedamos unos amigos del trabajo a jugar un partidito. Cosas de juventud en la que me enredaron, por mi mala cabeza. Se pilló una pista de futbito en un complejo deportivo municipal en la Ronda de Triana, en Sevilla. En un momento dado, y por una desaplicación imperdonable por mi parte, se me ocurrió correr por el campo. Coincidió con el paso, por aquella misma calle, de un autobús municipal que tuvo a bien soltar, a unos metros de donde un puñado de majaderos daba carreras con bastante poco estilo, una nube de humo de gasoil que me llegó al último rincón de mis bronquios. Y les aseguro que jamás, en mis 20 años de fumador, he sentido en mis pulmones algo tan repugnante.

Pero lo malo, lo que hay que perseguir, lo que no se puede consentir es que un tipo que trabaja sólo en un despacho se encienda un pitillito de vez en vez, o que uno se eche un cigarrito apoyado en la farola mientras espera que salga el niño del cole. Como les decía al principio, les importa nuestra salud lo que a mí la de ellos: Un carajo.

Una vez más, continuará.

One Comment

  1. Kikas wrote:

    Gonzalo…no des ideas que estos progres de toda la vida te las compran, y acaban prohibiendo hasta bajar a por el pan sin calcetines
    Y si o al tiempo…

    sábado, enero 8, 2011 at 20:48 | Permalink

One Trackback/Pingback

  1. Bitacoras.com on sábado, enero 8, 2011 at 3:37

    Información Bitacoras.com…

    Valora en Bitacoras.com: Decía que continuaría y vamos a intentarlo. Me servirá como punto de partida el comentario de Pitufa a la primera parte. Efectivamente, si tan malo es, ¿por qué no se prohíbe? Y mucho más interesante aún, la segunda pre…

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