Con mis malas consejeras a cuestas, a salto de mata, me encuentro con una entrada de Enrique García-Máiquez reproduciendo algunos versos del libro «Nunca se sabe», de Isabel Escudero. Los ojeo sin pausas, saltando líneas, de mala manera. Me paro en cuatro líneas cortas y directas que inconscientemente me repito durante un rato. Por la noche, en casa, vuelvo a leer esos versos de Escudero llevados por Enrique esta vez al papel de Alba. Y me agarran de dentro, y se me graban a fuego.
Esta mañana aparto circulares y peticiones y las busco, ahora con la pausa que merecen, para recrearme en ellas.
¡Que se entretengan,
que se entretengan!:
¡que se aburran
sin darse cuenta!
El teléfono suena, los correos llegan y los plazos se cierran. Cierro la entrada de Enrique y vuelvo al entretenimiento.
2 Comments
Gonzalo, el solecillo de febrero es malísimo para las meninges
Yo, es por ayudar, ya sabes…
Para que no te aburras te regalo un delicia que nos ha regalado una niña saharaui de los campamentos de refugiados «Un beso, sólo un beso separa la boca de África de los labios de Europa»
Un abrazo
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