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El problema de los colegios católicos

A raíz de mi anterior entrada y del comentario de mi muy querido primo (profesor de la pública en Madrid) y mi respuesta, creo necesario traer otro tema aquí. Un tema que considero fundamental y de vital importancia afrontar por parte de los que defendemos la opción a cursar una educación católica: El tema de los colegios católicos.

Hablo en el título del «problema» de los mismos. Algunos dicen que el problema es la simple existencia de colegios con ideario, o la presencia de la iglesia en la educación. Evidentemente no es esa mi visión. Pero mi visión tampoco es, ni mucho menos, la de tantos y tantos padres y responsables de entidades educativas religiosas que consideran que el único problema que tienen esos centros son las dificultades de los conciertos, la financiación, o cosas así.

Creo que es muy necesario decir en voz muy alta que el verdadero problema de los colegios concertados católicos es, simplemente… que no existen. O, por evitar la injusticia de la generalización, que apenas existen. Lo que sí existen son centros concertados cuyos titulares son entidades católicas y con un ideario que habla de cristianismo o catolicismo. Pero colegio católico…

A ver, un colegio católico no puede ser aquel que tiene un crucifijo en el aula y en el que se imparte la asignatura de religión a todos. Precisamente el asunto de la asignatura es una de los errores más comunes entre padres católicos tan bienintencionados como endebles. Esos que hinchan la vena cuando se habla de quitar la asignatura y que, recibiéndola, piensan que todo está más que bien.

No. La asignatura de religión es LO DE MENOS. Algo reivindicable pero a mi entender, totalmente prescindible e incluso contraproducente en no pocas ocasiones. Y es que no faltan las clases de religión en la que lo que se dice no son más que disparates teológicos o puras y simples herejías. Un paso más en ese problema es que esas herejías no sólo se dicen en clases de religión en colegios públicos, sino que son sostenidos por no pocos religiosos titulares de centros de enseñanza a los que confiados padres mandan a sus hijos creyendo que los dejan a salvo pero en los que reciben una formación que tiene que ver con el Magisterio de la Iglesia y con San Ignacio de Loyola (por señalar directamente, aunque esté mal visto) lo que yo con una campeona de gimnasia rítmica.

Dicen muchos para oponerse a la enseñanza religiosa, y cito las palabras textuales de mi primo (que no es ningún peligroso laicista) «que los maestros (religiosos o no) eduquen en la escuela, los curas en la parroquia y los padres en casa, pero que eduquen, al fin y al cabo.» Este planteamiento no es malo, ni mucho menos, y yo estaría dispuesto a secundarlo. Ahora bien, partiendo de una premisa: Que lo que cada uno de esos tres responsables de la formación del niño SE COMPLEMENTEN Y NO SE OPONGAN. Es decir… a mí no me puede decir nadie que yo tengo derecho a la formación de mis hijos porque yo puedo enseñarles mis valores y el cura puede darle catequesis en la parroquia si cuando llegan al colegio los profesores les van a decir que no hay verdades absolutas, que tu derecho al bienestar está por encima de la vida de otro, que una pareja de homosexuales son tan «familia normal» como su madre y yo, que lo bueno o lo malo se fija en base al consenso… O sencillamente, que no hay mayor valor que el bienestar, que el objetivo de una vida debe ser tener la mejor posición social y ganar mucho dinero o que el sentido de los días no laborables es el poder hacer la compra o ir al fútbol.

Eso es un disparate, y eso es exactamente lo que sucede con esos compartimentos estancos que muchos defienden. Y eso es lo que muchos padres católicos están aceptando, cuando no aplaudiendo con las orejas. Y es que es muy incómodo ir contracorriente, si total, lo que van a ver en la calle es eso, qué le voy a hacer. Y es que hay un error de partida. No se trata de que los niños no vean en la calle lo que hay, sino que sepan, porque se lo dicen sus padres, pero también sus formadores, que eso es malo.

Yo no le voy a decir a una hija mía que en la calle no hay drogas ni prostitución ni violencia. Al contrario. Le hablo de ello y le digo que eso es malo. No me conformo con que «bueno, si es una realidad que está ahí… que pruebe y se haga la opinión».

Con cuánta mayor razón y motivo en aquellos aspectos morales que son fundamentales y que más allá de la puerta de casa, sin hacer falta callejones oscuros ni barrios marginales, sabemos que encontrarán a puñados. El problema no es que mis hijos sepan que eso existe. El problema es que se les enseñe como normal, como aceptable, como bueno. Porque total, lo hace todo el mundo y está socialmente aceptado. Y es absurdo decirme que yo soy libre de decirle que es malo en casa pero que la labor del cole es decirle que eso es bueno o, cuanto menos, no malo.

Se hace necesaria, vital, una llamada de atención a los responsables de las entidades educativas católicas. Si verdaderamente lo son (católicos), deben tener siempre presente que su primera obligación es la evangelización. Que la educación y la enseñanza es el camino, la fórmula que, normalmente heredada de sus fundadores, ha elegido su comunidad para hacerlo. Pero que jamás puede ser la educación el objetivo y el apostolado lo accesorio. No vale más escudarse en la precaución de «¿y si perdemos el concierto?» o «es que nos buscamos un problema con la Consejería». ¿De qué les valdrá el concierto si faltan a su voto y a la que es (o al menos debería ser) su verdadera vocación? Oiga, y si hay problemas con la autoridad… ¡benditos sean! ¿O es que ya no recordamos nada de eso de los que sean perseguidos por su causa?

Un aparte aquí para agradecer las palabras de la dirección de la entidad religiosa del colegio de mis hijos en la presentación cuando llegamos: «Nuestra vocación primera es religiosa y a partir de ella, educativa. Si no damos catequesis, si no hay pastoral, para eso cerramos y nos vamos, y vayan ustedes a la pública». Ese es el planteamiento necesario. Luego, además, hay que llevarlo a las últimas consecuencias.

Y, por favor, el que quiera me entiende perfectamente. No estoy pidiendo que los niños dejen de recibir el temario propio de su curso para sólo hablar de religión. No hace ninguna falta. Lo que sí es necesario es que TODA la jornada escolar esté fundamentada en unos valores impepinables. Eso también es apostolado.

Y luego tantas y tantas cosas aparentemente pequeñas, como el ofrecer el día por la mañana, o el rezo del ángelus a las 12… son detalles mínimos, que no podía creer cuando hace poco supe que son cosas que no se hacen ¡en colegios de monjas! ¿Por qué? ¿Porque suena ñoño? ¿Porque podemos resultar pesados?

¿Qué hay de la formación de la conciencia? Existen MILES de ocasiones en las que se acepta casi de todo porque, como en el libro de texto dice esto que no es del todo correcto… bueno, no vamos a liar a los niños… Miren, un pequeño ejemplo: Libro de la asignatura de Religión Católica, de la editorial ¿católica? SM. 2º de la ESO. «La diversidad de creencias es algo enriquecedor para la sociedad». Y bajo esa introducción se habla no ya cristianismo, no ya de judaísmo, sino que se incluyen creencias como la magia, la adivinación… ¿Cuántos padres, ante esto, han aclarado a sus hijos que, ante la diversidad de creencias, nuestra obligación es rezar y pedir por la conversión de paganos, herejes y blasfemos? Y lo que es peor… ¿cuántos profesores de religión católica en colegios católicos con un libro supuestamente católico ha hecho lo que en un colegio católico tendría que haber dicho el profesor nada más leer ese párrafo, o cuanto menos la más mínima aclaración?

Colegios católicos, eso es lo que necesitamos. No me cabe duda de que algunos responsables de centros nominalmente católicos son mucho peor que el peor laicista. Como tampoco me cabe duda de que hay otros que hacen lo que pueden. Y que la gran mayoría capean el temporal y juegan a equilibristas. No es suficiente.

Pero ¿cómo van los centros a dar un paso al frente cuando somos los padres, que deberíamos ser los primeros interesados, los que estamos dispuestos a tragar con todo? ¿Cuántos de nosotros hemos pedido hablar con la dirección o con los encargados de pastoral para exponerles nuestro parecer y, sobre todo, decir aquí estoy yo para lo que necesiten y manden? ¿Cuántos de nosotros murmuramos y disimulamos en lugar de corregir a nuestros hijos y decirles «no, mira, eso no es como te han contado, sino así, así y así. Y mañana vas y se lo dices al profesor o a los que te han dicho eso». Claro, es mejor disimular, no señalarnos y no señalarles a ellos… ¿verdad? ¿Es mejor avergonzarse? ¿Les suena aquello de «quien se avergüence de mí…»? Como tantas otras cosas, no se moverán si nos quedamos en el sofá esperando. Así que ya estamos tardando.

Sería conveniente también que nuestros obispos se pusieran a ello, y, además de presionar a las autoridades sin pararse en conveniencias o antipatías, vigilaran estrictamente a los responsables de los colegios y llamaran al orden a quien fuera menester. Y esto a lo mejor también hay que moverlo. Y en el caso de que llevemos nuestra protesta al centro y no seamos atendidos o, como en sangrantes casos que muchos conocemos, encima seamos reprendidos por «ultras» o cosas así, ahí está nuestra obligación como católicos rasos de alertar a la autoridad eclesiástica de que se está haciendo algo incorrecto, grave en ocasiones, bajo el paraguas de una entidad religiosa. Que luego se actúe como se debe puede escapar de nuestras manos. Pero hagamos nuestra parte. Que ellos cargarán con lo que tengan que cargar si no cumplen su misión.

La formación académica de los colegios concertados católicos, en general, es buena, superior a la media. Pero ¿de qué ha de servir a nuestros hijos si por ello empeora su formación moral? ¿O es que nos basta con que salgan sabiendo mucho para así «ganar el mundo», olvidando aquello de Mateo 16, 26?

Tenemos un problema con los colegios católicos. Y es que no los hay.

Quizá porque no nos los ganamos ni merecemos.

10 Comments

  1. J wrote:

    Estimado Gonzalo, muy de acuerdo en todo lo que dice.

    Sólo permítame una puntualización: creo que es bueno reservar la palabra educación a la labor de los padres. Los profesores, catequistas y demás podrán ser colaboradores necesarios en la educación pero nunca deben ser los que eduquen a nuestros hijos.

    Puede parecer un matiz sin importancia pero considero que el buen uso de la palabra educar sí es relevante. Y que del mal uso y de su impregnación en las mentes de la mayoría vienen esas dejaciones de muchos padres en la educación de sus hijos y ese intrusismo de otros tantos en una tarea reservada a los padres.

    Un cordial saludo.

    miércoles, enero 30, 2013 at 12:31 | Permalink
  2. Jose wrote:

    Reconozco que poco conozco del Opus: solo he estado en dos colegios suyos en Madrid, en uno de niño, jugando un partido de fútbol, y en otro de adulto, en la comunión de un primo mío (por parte de padre). Eso, junto con un altruísta club parroquial de Delicias, asociado al primer colegio, y un insoportable amigo torrecillano, que cursaba en el segundo, me hacen pensar que así como de todo hay en la viña del señor, también lo hay en la Obra. Por cierto, que en mi instituto hay varios miembros y, excepto uno que ya se jubiló, son gente correcta, simpática y muy profesional.

    Lo que no me gusta del Opus es su tendencia al fundamentalismo, a insistir en cosas que me parecen más propias de herejes calvinistas que de católicos. Pero doctores tiene la Iglesia, y si ellos consideran buena la Obra, buena será. En cualquier caso, no creo que el estado deba subvencionar instituciones que se declaren contrarias a principios constitucionales: ni colegios que defiendan la desigualdad, ni ikastolas que ataquen al estado.

    Respecto a lo del libro de SM, me parece que probablemente esté en la línea del Ecumenismo en el que se educó mi generación, una generación que a veces se ve un tanto traicionada por el giro, alejándose del Concilio Vaticano II, que dio Juan Pablo II a partir de los 90.

    miércoles, enero 30, 2013 at 21:34 | Permalink
  3. Gonzalo wrote:

    J, muy de acuerdo. Eso es algo que intento dejar claro como punto de partida en discusiones sobre este asunto. La educación es una labor y una responsabilidad de la familia, a la que el estado debe colaborar de manera subsidiaria, pero nunca atribuyéndose lo que no le corresponde. También existe el problema contrario, el de las familias que dimiten de su obligación y llevan al niño al cole con tres años pensando que a los 16 ya lo recogerá debidamente educado, enseñado y preparado.

    Mi querido Jose, de todo lo que me dices, me sorprende que no sea lo de que fuiste a jugar un partido de fútbol lo más llamativo, jajaja.

    A ver, no pretendo hacer aquí una defensa del Opus. Sobre actitudes que recuerden a puritanismo calvinista, no creo que sea un problema de gente de la obra sino que está más extendido.

    Sobre los principios constitucionales, niego la mayor. La constitución lo que fija es un marco legal. Decir que no se puede subvencionar instituciones que se declaren contrarias a sus principios supondría, de partida, prohibir por ley que reciban dinero público partidos separatistas, republicanos o simplemente que se manifiesten partidarios a cambiar cualquier asunto fijado por la constitución.

    Supongo que eso me dejaría fuera de cualquier posibilidad de cobrar un sueldo público, ahora que lo pienso. Bueno, era algo con lo que contaba.

    Sobre lo que defiende la desigualdad, te pediría que fueras más explícito. ¿Que desigualdad defienden los colegios del opus? Porque si te refieres a los colegios separados por sexos, eso no es ninguna desigualdad. Desigualdad sería poner colegios sólo para niños o sólo para niñas. Pero, al contrario, poner uno para niños y otro para niñas no es sólo defender la igualdad, sino incluso la paridad que tanto defienden los giliprogres, ya que hay tantas plazas para ellos como para ellas.

    Y finalmente, la muletilla del CVII es algo que me apasiona. No creo que haya concilio de la Iglesia más y peor citado. Dudo que haya habido ningún Papa en 20 siglos que haya impulsado más el ecumenismo que JPII. Y ello además con resultados, por manipulados, harto negativos.

    Una editorial que se dice católica en un libro de religión católica no puede ir «en la línea de» nada que no sea la fidelidad a lo que dice el Catecismo de la Iglesia Católica, plenamente fiel al CVII, que en su declaración sobre el ecumenismo que tanto se cita, dice textualmente:

    «Los hermanos separados, sin embargo, ya particularmente, ya sus comunidades y sus iglesias, no gozan de aquella unidad que Cristo quiso dar a los que regeneró y vivificó en un cuerpo y en una vida nueva y que manifiestan la Sagrada Escritura y la Tradición venerable de la Iglesia. Solamente por medio de la Iglesia católica de Cristo, que es auxilio general de la salvación, puede conseguirse la plenitud total de los medios salvíficos. Creemos que el Señor entregó todos los bienes de la Nueva Alianza a un solo colegio apostólico, a saber, el que preside Pedro, para constituir un solo Cuerpo de Cristo en la tierra, al que tienen que incorporarse totalmente todos los que de alguna manera pertenecen ya al Pueblo de Dios. Pueblo que durante su peregrinación por la tierra, aunque permanezca sujeto al pecado, crece en Cristo y es conducido suavemente por Dios, según sus inescrutables designios, hasta que arribe gozoso a la total plenitud de la gloria eterna en la Jerusalén celestial.»

    Por tanto, me reafirmo en lo dicho y pido que quien cite el CVII aporte textos, y no referencias leídas a JJ Tamayo y otra fauna de PRISA o a los columnistas de El Mundo.

    jueves, enero 31, 2013 at 0:02 | Permalink
  4. David wrote:

    Buenos días.

    Lo que hay en los colegios «católicos» es lo mismo que pasa con los sacerdotes «católicos» y los fieles «católicos». Falta de piedad y falta de formación. Dar a conocer la fe de verdad, y no de mentirijillas. Ni con cuidado de maquillarla, callarla o directamente negarla.

    Lo extraño a día de hoy sería, y lo es, encontrar un colegio que fuera fiel a las enseñanzas de Nuestra Santa Madre la Iglesia. Y es una pena.

    Un saludo.

    Dios le bendiga.

    PD: Aún no tengo hijos, pero una de mis preocupaciones es saber en qué colegio habría más garantías de primeras de que se recibiera una educación católica. Si me pudiera aconsejar al respecto (espero que no cambien mientras llegan los niños :).

    domingo, febrero 3, 2013 at 11:20 | Permalink
  5. Gonzalo wrote:

    Efectivamente, David, posiblemente sea absurdo por mi parte pedir fidelidad a los colegios cuando no la hay en multitud de parroquias, y primero habría que pedirla allí, donde es mucho más sangrante el espectáculo.

    Sobre el futuro de sus hijos no sé qué decirle. Para empezar supongo que cambia mucho según dónde se esté. Tengo idea de que algo se está haciendo por ofrecer alguna alternativa interesante y creo que se empezará en Madrid, pero no puedo decir más, porque no lo sé.

    Pero supongo que como intento decir en la entrada, todo puede mejorar… si ponemos los padres de nuestra parte.

    domingo, febrero 3, 2013 at 17:18 | Permalink
  6. LFU wrote:

    Lo suscribo de la cruz a la fecha. Tengo la inmensa suerte de que mis hijas estudien en uno de los mejores colegios católicos de Madrid, pero su colosal Directora ya me dijo un día que tuvo que renunciar en su día al concierto para no desnaturalizar el ideario del Colegio y el principio de autoridad. Introducir la «democracia» de los alumnos, de los profesores…y de los padres en el colegio es un verdadero peligro. En cualquier caso, me quedo con la misión evangelizadora y sin complejos, de los colegios católicos. Y a los que no les guste, que se vayan a otro.

    lunes, febrero 4, 2013 at 19:41 | Permalink
  7. Joseymaria wrote:

    En relacion con este tema del concierto un amigo me lo dijo muy claro:»no se puede servir a Dios y al dinero».

    La derecha boba pepera podria mejorar mucho las cosas con el cheque escolar, como hay en los paises nordicos. Se quitaria a todos los vagos, sindicalistas, adoctrinadores izquierdosos y nacionalistas.

    Pero ni lo sabe, ni lo entiende, ni le interesa.

    lunes, febrero 18, 2013 at 18:12 | Permalink
  8. Gonzalo wrote:

    José y María, es cierto, esa frase habría que grabársela a fuego a más de un responsable de colegios supuestamente religiosos.

    martes, febrero 19, 2013 at 9:58 | Permalink
  9. ESPERANZA MARQUEZ wrote:

    Los argumentos legales para defender el derecho de los centros católicos a hacer respetar su ideario (no permitir a un niño acudir con uniforme de niña) topan con las amenazas de los políticos, para los enfrentamientos que están por venir agradezco algunas aportaciones de los participantes en ese for, por el bien de nuestros hijos.

    lunes, octubre 28, 2013 at 22:59 | Permalink
  10. Gonzalo wrote:

    Esperanza, no creo que lo que señalas sea cuestión de ideario, sino de simples normas. Si es un niño, tiene que llevar este uniforme. Si es una niña, este otro. Punto.

    Esos enfrentamientos (que no están tan por venir, sino que están aquí) se pueden desarmar antes, con argumentos tan evidentes como ese.

    Saludos.

    miércoles, octubre 30, 2013 at 10:41 | Permalink

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  1. Bitacoras.com on miércoles, enero 30, 2013 at 9:38

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