Yo no digo que no haya que vigilar la salud psicológica de las personas, máxime si ocupan puestos o desempeñan funciones que repercutan o de los que dependan la seguridad y la vida de los demás. Pero sí afirmo que nos equivocamos de problema.
Es como cuando sale la noticia de un asesinato atroz (estoy recordando ahora el de los niños de Córdoba) y la tinta se usa más para buscar el desequilibrio psíquico del padre asesino que su maldad.
Una persona puede tener un problema psicológico por el que no sea capaz de superar una situación. Una ruptura, una pérdida, una enfermedad… Incluso que le impida percibir la realidad que le rodea con equilibrio. Pero quizá ese trauma, ese dolor le lleve a tomar decisiones graves sin que por ello haya un problema psicológico, sino sencillamente moral y espiritual.
Porque una persona puede perder sus referencias y seguridades, sus ganas de vivir, su ilusión… Pero si él no reconoce la sacralidad de cada vida humana y en su maldad considera que qué importan 149 bajas colaterales… Eso no es un problema psicológico. Es moral. No se debe a la depresión. Se debe al mal. Al mismo mal que alguno cree que tiene menos dimensión si en lugar de 150 vidas en un avión las vamos vaciando de sacralidad una a una, esta porque está enferma, esta porque nacerá discapacitado, aquella porque no era el momento, entonces sí podemos ir seleccionando.
El mal. El Diablo. El Enemigo. Ese cabrón que está detrás de todos esos crímenes en los que el imbécil contemporáneo, como niega su existencia, quiere ver razones biológicas y psicológicas con tal de no reconocerle como el verdadero origen de la maldad.
Y el Diablo, claro, encantado celebrando una nueva victoria. Victoria doble: la victoria del acto malvado en sí y la victoria de que no se le señale.
Aunque sepa, como sabemos, que al final será derrotado.
One Comment
¿No las necesita o se aprovecha de ellas? ¿Nunca te han hecho la confidencia de si yo no tuviera fe me hubiese quitado de en medio? Y hablo de depresiones diagnosticadas como endógenas, a palo seco, de bellísimas personas.
La fe protege mucho aunque sea solo en sentido negativa, es decir, por temor.
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