A Gonzalete, a diferencia (radical) de su padre, le encanta ir al cole. Hace algunas semanas, después de pasarse la noche tosiendo, cuando despertó y descubrió que le habíamos dejado en la cama se puso a llorar pidiendo que lo lleváramos al cole. Y lo tuve que llevar a la hora del recreo. Lo mejor es que le gusta no por los amigos, no por los juegos del recreo, no por lo que le gusta a otros niños… sino porque le gusta aprender. Porque por la combinación que ha tenido se ha encontrado con dos señoritas (la de infantil primero, y ahora la de primaria) que tienen la varita mágica de los grandes maestros: la de despertar en los niños las ganas de aprender, frente a los empleados de la enseñanza que dictan a los niños qué estudiar. Por eso anoche sonaba extraño escucharle, con el gesto torcido y medio puchero asomando, decir «yo mañana no quiero ir al coleeeee, quiero jugaaaaaar».
El día de Reyes lo pasó a salto de mata. Ahora aquí, ahora en casa de unos abuelos, ahora la de los otros, ahora a misa, ahora vuelta a casa… Vamos, lo que suele ser un día de Reyes.
Todos tenemos en la memoria el día de juegos con nuestros regalos, que en realidad solía ser el día 7. Pero por ese afán funcionarial que tienen todas las consejerías educativas de nuestros virreinatos, cada vez hay más empeño en acortar las vacaciones. El tradicional 15 de septiembre se va recortando al 12, al 10, al 7. Y el lunes siguiente a Reyes (salvo cuando la Epifanía caía en fin de semana, lunes o martes) se ha ido acortando al 8 y ahora al 7.
Los niños, al cole. Los padres, a producir. El engranaje, a funcionar. La propia seño de Gonzalete nos lo decía al despedirnos antes de Navidad: Yo prefiero venir a trabajar el 23 ó 24 por la mañana pero que los niños no vuelvan el 7.
Claro, siempre saldrá el tonto útil que a ésto contestará «¿veis como es mejor que venga Papá Noel y así tengan más tiempo?». Y en esa propuesta descubrimos lo que de verdad empuja al empeño del régimen por implantar al gordo colorao. Es una herramienta para, con la excusa del juego de los niños, ir aislando la fiesta de la Epifanía. Y recordemos: El tiempo de Navidad no ha acabado. No acabó ayer. Acaba el domingo siguiente, el próximo día 10, que además de ser nuestro Santo (San Gonzalo de Amarante) es la fiesta del Bautismo del Señor.
Así que, después de consolarle y hacer el paripé de convencerlo anoche (cosa imposible cuando nosotros mismos no estamos nada convencidos), finalmente Gonzalete está en la cama al dar la hora de entrada a clase. Y cuando se levante, podrá jugar con sus juguetes. ¿Le parece a usted bien, señor comisario de educación? Pues ajo y agua.
Después de todo, como decía Scarlett, mañana será otro día.
6 Comments
Yo, esta mañana me he sentido como un auténtico malvado por llevarme a mi hija al cole.
De haber tenido con quien dejarla, se hubiera quedado en casa, que manía con tener a la gente horas y horas, primero en el colegio, después en el trabajo, que miedo a la libertad tiene toda esta manada de burócratas, leñe.
«de haber tenido con quien dejarla…»
Eso, querido Rafa, da para otra entrada. Pero me entristece tanto…
Pues sí. Lo de la supuesta conciliación vida familiar-trabajo es para echarse a llorar, menudo gol nos metieron.
Una de las mayores estafas, y estamos encantados (y sobre todo encantadas) de haber picado.
Lo primero felicitarte por tus reflexiones que te agradezco encarecidamente las hagas accesibles.
Al hilo de estos ‘posts’ sobre la mujer y el de la revolución masónica de la que hablas como revolución francesa, (Ese fue su primer éxito y siguen con sus planes mientras los estúpidos, como bien tú también defines, aquí estamos viéndolas venir y tan felices.); pues eso, aquí copio un enlace donde se dan pinceladas sobre la situación de la mujer en este NOM. –
http://theobjective.com/elsubjetivo/donde-estas-mujer/.
–
Saludos
Querido Isidro, me alegra leerte por aquí.
Es interesante el enlace que pones pero creo que el asunto del que habla no está en el asunto de la estafa a la que llamaron conciliación. Es una estafa posterior, del resultado del plan perfectamente diseñado para diluir la cultura y civilización occidental.
Quiero decir, que lo que narra el artículo no va de la situación de la mujer en el NOM, sino del efecto sobre la mujer que tiene uno de los planes del NOM. No sé si me explico.
Un abrazo.
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