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Amenazas, imperios y mafias

Esta es la homilía completa que el mes pasado pronunció el Cardenal Cañizares y que motivó una ola de críticas y denuncias iniciadas por los colectivos de bujarrones autodenominados LGTBI (y todas las iniciales de cuanta aberración se nos ocurra que irán sumando) secundadas con pasión por TODOS los partidos políticos del régimen que lamentaron que un cardenal de la Iglesia Católica tuviera la poca vergüenza de exponer la doctrina católica en una homilía pronunciada en la capilla católica de una universidad católica y han llamado a la proclamación en el templo partitocrático de la condena democrática del tal cosa.

Por un lado secundo el texto (cosa que digo para que conste con mi nombre y apellidos por si algún mierda con escaño quiere denunciarme ante sus tribunales de pureza democrática) y por otro lamento dos cosas: Que no sea más profundo, entrando en la denuncia de la depravación elevada a norma y tantas otras cosas que se podrían decir de lo que Monseñor llama «el imperio gay» y yo prefiero denominar la mafia bujarrona; y que Monseñor y su entorno hayan salido a dar explicaciones y excusas cuando no hay NADA que las requiera.

Hay un extracto que me parece lo más aprovechable de todo, en el que dice:

«La promoción y defensa de la familia, basada en el matrimonio único e indisoluble, es la base de una nueva cultura del amor. Es el centro de la nueva civilización del amor. Lo que es contrario a la civilización del amor, y por tanto a la familia, es contrario a toda la verdad sobre el hombre y al mismo hombre, constituye una amenaza para él.»

Efectivamente, el que es contrario a la familia es una amenaza para el hombre, para la sociedad y para toda la Humanidad. La mafia bujarrona que se dice «colectivo LGTBI» y TODOS los partidos democráticos que les conceden legitimidad son amenazas. Y con las amenazas para la Humanidad hay que obrar en consecuencia. Lo que no cabe es que alguno de los que dice defender a Cañizares luego vaya a votar a una de esas amenazas. A cualquiera de ellas. Sea una amenaza comprometida, poderosa, ciudadana, socialobrera o popular.

Nota para exquisitos: Que nadie me venga a decir que el partido abortista y homosexualista de derechas (usaré la feliz definición de la mafia pepera acuñada por Manolo Morillo) no entra en el lote porque no se haya sumado a la reprobación parlamentaria, porque aunque su portavoz (¿portavoza?) ha reconocido el derecho de Cañizares a expresarse a continuación corrió a indicar que había estado «desacertado», dando sus habituales cales y arenas, y sobre todo porque independientemente de su posición puntual en ese caso, ese partido es parte activa y necesaria de la presión de las mafias bujarronas que denuncia Monseñor. Por tanto es tan amenaza como el resto.

Texto completo de la homilía:

Damos gracias a Dios por la labor realizada, en este curso y a lo largo de sus más de dos décadas de existencia por la Sección Española del Instituto Juan Pablo II, al que tanto le debe la Iglesia, y el mundo entero por cuanto viene haciendo durante tantos años a favor de la familia. Es providencial y algo nos quiere decir el Señor, mucho, a esta Universidad Católica de Valencia al ubicar este Instituto en su organización y estructura. Como he dicho ayer mismo al Consejo de Dirección de la Universidad, que ésta debe tener como nota distintiva a la familia, su colaboración con las familias, nuestra ayuda a la familia, y la promoción de investigaciones, estudios y acciones a favor de la familia y de la mujer. y más todavía, tras la Exhortación Apostólica del Papa Francisco Amoris Laetitia sobre la familia, que debe ser objeto en nuestra Universidad de referencia y aplicación.

Con esta celebración de acción de gracias en el aniversario de su creación, Nuestra señora de Fátima, estamos expresando la proclamación clara y el apoyo decidido e inequívoco de la familia, unión indisoluble en la alegría del amor, santuario de la vida y sede firme de esperanza, y, en este Año de la Misericordia, es también invocación de la misericordia Dios sobre las familias que tanta misericordia necesitan y que son el gran signo de la misericordia, donde se aprende y se recibe misericordia. Una vez más, escuchamos en esta celebración el fundamento más firme y gozoso de la naturaleza de la familia, querida por Dios desde siempre, la gran defensa del derecho a formar y vivir en familia, sin que ésta se vea suplantada u ofuscada por otras formas o instituciones diversas, así como del derecho primordial a la vida, desde su concepción hasta su ocaso natural.

En la familia se juega el futuro del hombre y de toda la sociedad. Es cierto, vivimos tiempos no fáciles para la familia. La institución familiar se ha convertido en blanco de contradicción: por una parte, es la institución social más valorada, al menos en las encuestas, también entre los jóvenes, y, por otra, está sacudida en sus cimientos por graves amenazas claras o sutiles. La familia se ve acechada hoy, en nuestra cultura, por un sin fin de graves dificultades, al tiempo que sufre ataques de gran calado, que a nadie se nos oculta. Ahí tenemos legislaciones contrarias a la familia, la acción de fuerzas políticas y sociales, a la que se suman movimientos y acciones del imperio gay, de ideologías como el feminismo radical o la más insidiosa de todas, la ideología de género. Esa situación es tan grave, y tiene tales consecuencias para el futuro de la sociedad, que se puede sin duda hoy considerar la estabilidad del matrimonio y la familia, y su apoyo y reconocimiento público, como el primer problema social, y de atención a los más débiles y a las periferias existenciales. Cuando se ataca o deteriora la familia, se pervierten las relaciones humanas más sagradas, se llena la historia personal de muchos hombres y mujeres de sufrimiento y de desesperanza, y se proyecta una amarga sombra de soledad y desamor sobre la historia colectiva y sobre toda la vida social. De ahí la gran necesidad que tiene de misericordia y de vivir la misericordia.

La familia debería ser la primera y gran prioridad mundial. En la existencia del hombre, en sus gozos y sufrimientos, lo más determinante es la familia. En la familia cada uno es reconocido, respetado y valorado en sí mismo. En la familia es donde el hombre crece, y donde todos aprendemos a mirar y a comprender el misterio de la vida y a ser personas, es decir, a relacionarnos con Dios y con los demás de un modo justo, amoroso y misericordioso, adecuado a la verdad de nuestro ser. La familia, santuario del amor y de la vida, existe para que cada persona pueda ser amada por sí misma, y aprenda a darse y a amar.

Por eso la familia, y más exactamente el matrimonio y la verdad del matrimonio, es indispensable para que la persona pueda reconocer la verdad de su ser hombre. Es fundamento insustituible para la persona. Donde acaba la familia, empieza fácilmente la intemperie, la marginación y el dolor más sensible. ¿Quién puede tener interés en socavar este pilar de toda persona, y de toda sociedad? Por ello, atendiendo a las necesidades más urgentes y apremiantes del momento actual, el Papa Francisco con su Exhortación Apostólica Amoris laetitia nos confirma en la urgencia de apostar y trabajar en favor del matrimonio y de la familia, y dedicar a esa tarea nuestros mejores esfuerzos y mayores energías, así como la sabiduría y cuantos medios Dios nos conceda.

El matrimonio y la familia, su imprescindible e inalienable misión y labor educativa como prolongación de la transmisión de la vida, por lo demás, son la entraña misma de la vida de la Iglesia y de su misión, el modo concreto en que la Iglesia prolonga la Encarnación de Cristo, y se hace, como Él, amiga de los hombres y luz en su camino. El camino de la Iglesia, a partir de Cristo y de su Sagrada Familia, es la familia, que es lo mismo que decir que el camino de la Iglesia es el hombre. El hombre está hoy en un particular peligro, sobre todo, por la desfiguración o ataques directos o solapados contra la verdad del matrimonio y de la familia, que afecta a la dignidad constitutiva del ser humano y comprometen las posibilidades sociales del desarrollo pleno e íntegramente humano de su personalidad, de su destino y salvación. Ante la encrucijada sociocultural del matrimonio y de la familia, manifestada en tantas cosas, se hace imprescindible recordar, afirmar y defender la importancia de la familia como corazón y célula de la sociedad, como realidad básica para el desarrollo de la personalidad humana y para el futuro de la sociedad. La Exhortación Apostólica del Papa Francisco, en total continuidad con las enseñanzas de los anteriores Papas, por ello, es una puerta abierta a la esperanza. Esta Exhortación nos abre al futuro y confirma nuestra esperanza. Porque afirma la necesidad e incomparable y singular belleza de la familia asentada en la verdad del matrimonio entre un hombre y una mujer. Es la familia santuario de la vida y esperanza de la sociedad. La palabra del Papa y su testimonio en favor de la familia ofrece a todo el mundo luz y caminos para fortalecer la familia, en la que se juega, como vengo diciendo, el futuro del hombre.

El bien del hombre y de la sociedad, en efecto, está profundamente vinculado a la familia. El futuro de la humanidad se fragua en la familia; es indispensable y urgente que todo hombre de buena voluntad se esfuerce por salvar y promover la verdad que constituye y en la que se asienta la familia, así como los valores y exigencias que ésta presenta. Entre los numerosos caminos de la humanidad, la familia es el primero y más importante de todos. Es un camino del cual no puede alejarse ningún ser humano. Cuando falta la familia, se crea en la persona que viene al mundo una carencia preocupante y dolorosa que pesará posteriormente durante toda la vida.

Es necesario ser lúcidos, insisto, ante la situación por la que atraviesa la familia en los momentos presentes. La gravedad y número de estos problemas están a la vista de todos. Nos encontramos en una situación histórica nueva en nuestra sociedad. No pueden dejar de preocuparnos estos problemas en la medida en que afectan a las personas en lo más íntimo; sin embargo, nuestra sociedad parece querer ocultar sus dificultades con soluciones superficiales e ingenuas que pretenden ignorar la repercusión personal y social que producen. Todos, sin excepción, estamos obligados a promover y fortalecer los valores y exigencias de la familia, ir más allá de lo que con frecuencia se va en el debate político, social y cultural. La familia debe ser ayudada y defendida mediante medidas sociales apropiadas y una nueva cultura, que sea precisamente la nueva cultura de la familia y de la vida, la nueva «civilización del amor», de la alegría del amor, en expresión del Papa.

La sociedad tiene la grave responsabilidad de apoyar y vigorizar la familia, y su fundamento que es el matrimonio único e indisoluble entre un hombre y una mujer, basado en el amor y abierto a la vida. La misma sociedad tiene el inexorable deber de proteger y defender la vida, cuyo santuario es la familia, así como dotar a ésta de los medios necesarios económicos, jurídicos, educativos, de vivienda y trabajo -para que pueda cumplir con los fines que le corresponden a su propia verdad o naturaleza y asegurar la prosperidad doméstica en dignidad y justicia.

No ayudar debidamente a la familia constituye una actitud irresponsable y suicida que conduce a la humanidad por derroteros de crisis, deterioro y destrucción de incalculables consecuencias. La Iglesia tiene una especial responsabilidad en esa gran urgencia de nuestro tiempo que es, con el auxilio de la misericordia de Dios, «salvar a la familia», potenciarla y alentarla, conforme a la verdad que la constituye, que es la inscrita por su Creador, el Dios Uno y Trino, en su más profunda entraña. La promoción y defensa de la familia, basada en el matrimonio único e indisoluble, es la base de una nueva cultura del amor. Es el centro de la nueva civilización del amor. Lo que es contrario a la civilización del amor, y por tanto a la familia, es contrario a toda la verdad sobre el hombre y al mismo hombre, constituye una amenaza para él. Sólo la defensa de la familia abrirá el camino hacia la civilización del amor, hacia la afirmación del hombre y de su dignidad inviolable, hacia la cultura de la solidaridad y de la vida. Sólo la familia es esperanza de la humanidad.

Estamos llamados a que las familias en medio de las dificultades que las envuelven hoy, tomen conciencia de sus capacidades y energías, confíen en sí mismas en las propias riquezas de naturaleza y gracia, en la misión que Dios les ha confiado: es necesario que las familias de nuestro tiempo vuelvan a remontarse más alto. Los católicos tenemos en ello una especial responsabilidad que se traduce en el anuncio y presencia del «evangelio de la familia».

Nuestra Universidad, es un signo el Instituto Juan Pablo II, ubicado en su seno, debe tener como nota muy característica su referencia a la familia, su atención y cuidado de la familia. Así lo indicaba esta mañana misma en la reunión del Consejo de Dirección. Por eso mismo, con la ayuda inestimable de este Instituto, y con la aportación de todos, esta Universidad habrá de promover y defender la verdad y la belleza de la familia, y hacer cuanto esté en sus manos -que es mucho- por la familia.

2 Comments

  1. J wrote:

    Brillante artículo, como de costumbre.

    Lo malo es que, a pesar de todo, muchos católicos seguirán votando PP con el argumento de que viene el Coco. Sin darse cuenta que el PP a lo mejor no es el Coco pero sí la Tía Tragantina o el Sacamantecas; a cual peor…

    jueves, junio 9, 2016 at 19:20 | Permalink
  2. Gonzalo wrote:

    Gracias J.

    No sólo seguirán, sino que nos echaran en cara que todo lo malo que pasa es culpa de quienes no lo hacemos.

    Siempre he dicho que prefiero a 10 rojos viniendo de frente que a un pepero a la espalda.

    viernes, junio 10, 2016 at 8:50 | Permalink

One Trackback/Pingback

  1. Bitacoras.com on martes, junio 7, 2016 at 12:45

    Información Bitacoras.com…

    Valora en Bitacoras.com: Esta es la homilía completa que el mes pasado pronunció el Cardenal Cañizares y que motivó una ola de críticas y denuncias iniciadas por los colectivos de bujarrones autodenominados LGTBI (y todas las iniciales de cuanta a…

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