Antes de nada voy a pedir perdón a los padres afectados, reconociendo que a toro pasado todos somos Manolete. No pretendo reprenderlos a ellos, a los que sólo puedo acompañar en el sentimiento y dedicar oraciones en sufragio por el alma de su hija y por su amparo. Mi reflexión no es personal sino que la dirijo a toda una estructura social.
Las crónicas sobre la muerte de una niña de 12 años por un coma etílico señalan que 15 días antes se habían dado unas charlas sobre consumo de alcohol por la Comunidad de Madrid a las que acudió la niña. Una y otra vez confirman la asistencia. Y señalan ¡Cielos! su sorpresa porque a pesar de eso la niña se zumbara una botella de Ron a morro.
En cambio, no encuentro reacciones de sorpresa ni por que una niña de 12 años estuviera en una zona de marcha a las once y cuarto de la noche ni, ojo a esto, que al menos en dos ocasiones la niña fue llevada a su casa por la policía en estado de embriaguez, que le llaman.
Una sociedad que cuando la policía trae a casa a niñas de 12 años completamente borrachas sigue viendo normal el dejarles salir hasta tarde a las mismas chicas (ay, si son jóvenes, déjales que disfruten) confiando en charlas de administraciones públicas difícilmente puede quejarse porque pasen estas cosas. Por muy tristes que sean. Son la consecuencia natural de lo que se siembra.
Descanse en Paz.
4 Comments
Justo eso pensaba yo está tarde cuando oía la noticia en la radio.
Hablan de charlas, de quién le vendió el alcohol o de si el alcalde debería controlar y perseguir el botellón.
Y nadie habla de la labor de los padres.
¿Será porque algunos (muchos) han sucumbido a las asechanzas de un Estado que pretende quitarnos cualquier autoridad y derecho sobre la educación de nuestros hijos?
Los primeros que nos quitamos la autoridad somos nosotros, J.
Todos estamos expuestos a una desgracia. A todos nos puede salir un hijo rana, o simplemente que el más cariñoso, aplicado y responsable una noche pierda la cabeza y haga una tontería. O puede tenernos engañados, como hay tantos por ahí que en su casa los tienen por encantadores y son verdaderas piezas.
Ahora bien, si la policía te trae a tu hija no una sino dos veces a tu hija de 11 ó 12 años en estado lamentable, debes elegir entre cuidar y educar a tu hija haciendo que no vuelva a pisar la calle hasta que madure (que adquiera responsabilidad, que también tiene bemoles las declaraciones de alguno diciendo que era muy madura porque medía 1,70) arriesgándote a que te tachen de dictador, de tirano, de trasnochado… O sucumbir al «venga, hombre, si son niños, ¿o es que tú no hacías pillerías?» y dejarle salir para que se lo pase bomba sin saber si son los últimos días de su vida.
A mí el entorno no me quita la autoridad. Me presiona para que yo dimita de ella. Que no es exactamente lo mismo.
Ahí no estoy de acuerdo. La autoridad no te la quita el entorno. Te la quitó el gobierno de Rodríguez al modificar el artículo 154 del Código Civil, suprimiendo la expresión ¨los padres podrán corregir moderada y razonablemente a los hijos¨. Ni tirano ni trasnochado, Gonzalo. Simplemente lo que debería ser un simple ejercicio de sentido común te coloca, indefectiblemente, fuera de la ley.
Eso dice la ley, Fuego Negro, pero aunque este estado totalitario constantemente quiere fijar por ley el comportamiento humano, en este caso concreto la aberrante conducta social ha ido muy por delante de las aberrantes leyes.
A mí el que el tirano me coloque fuera de la ley sólo me preocupa por lo que me vaya a costar la multa. Dudo mucho que unos padres a los que la policía les trae a su hija borracha y vuelven a dejarle salir de botellón lo hagan porque Zapatero les prohíba por ley corregir razonablemente a la niña. Es más: seguramente aplauden esa ley.
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