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Pajarraco rojo

Cuando, antes de empezar su primera temporada, TVE bombardeó con la publicidad de Águila Roja, la serie me olió un poco a chamusquina. Pero, pardiez, siglo XVII, Madrid, espadas… a esto hay que echarle al menos un ojo. No soporté ni la mitad del primer capítulo. Un enmascarado saltimbanqui, de aire oriental, artes marciales y diálogos tipo «passsa tronco, cómo me molas y qué guapa tu espada, ¿que no?». Madrid del XVII, recuerden.

Licencias de ese tipo se le permiten, contadas, a algunos genios. No era el caso, así que directamente quité la tele y no volví a verla.

Mi santa esposa ya mostró muestras incomparables de mal gusto al elegir marido. Así que cabía esperar que recayera, y en esta segunda temporada se aficionó al asunto. Entre pitos y flautas, no me había sentado con ella a verla, ni a «estar ahí» mientras ella la veía. Pero anteayer sí.

Anteayer coincidieron una serie de cosas, y allí estaba yo, dándole la papilla al enano mientras mi santa cenaba y con la tele puesta. Y ahí ya constaté que el mal tufillo que me daba es tal cual. Vamos, que la serie es de manual: El clero es una partida de cabrones sin excepción, por emanación de la propia Iglesia Católica que es, claro está, el súmmum de la maldad; se vive en un régimen tiránico y de terror, los buenos son los moriscos que fueron expulsados en un acto de nazismo y a cuyos hijos se esclaviza, y la administración de justicia consiste en dejar a una mora clandestina en medio de una plaza para que el populacho la lapide. Leyenda negra pura y dura.

Me comenta S. «¿No te sorprenderás a estas alturas ¿verdad?» No. No me sorprendo. Ni remotamente. Sencillamente me hastío. Me hastío de que una enorme cantidad de hijos de puta que se dedican a hacer libros, series y películas, para lavar su hijoputez se empeñen repetidamente en justificarse pretendiendo que les viene de genética, y que aquí hemos sido todos unos hijos de puta desde que a un noble hispano y a un puñado de asturianos se les ocurrió pegarle una pedrada a Munuza. Y no es verdad.

Que hijos de puta los hemos tenido a puñados durante siglos, por supuesto. Y los seguimos teniendo. Y muchos de ellos están empeñados en contarnos que ellos no lo son tanto comparados con… con sus ensoñaciones políticamente correctas de leyenda negra.

Pues lo dicho: Con vuestro pan os lo comáis. Los hijos de puta, suele pasar, se avergüenzan de su linaje. Pero los demás no. Los demás estamos orgullosos. A pesar vuestra. Hijos de puta.

7 Comments

  1. Orisson wrote:

    ¡Bravo!

    sábado, febrero 27, 2010 at 20:27 | Permalink
  2. Pitufa wrote:

    ¡Pero qué ultra que eres, hijo!
    😛

    sábado, febrero 27, 2010 at 21:04 | Permalink
  3. Kikas wrote:

    Un poquito, sí
    Y que conste que a mis papis yo sí que les conocí (O eso creo)

    domingo, febrero 28, 2010 at 10:53 | Permalink
  4. Lo peor de todo es que, a partir de ahora, te tienes que tragar toda esa mierda sin anuncios. Si por lo menos pusieran entre chorrada y chorrada un anuncio de colchones Pikolín, por lo menos, podrías descansar un poco.

    domingo, febrero 28, 2010 at 18:18 | Permalink
  5. Museros wrote:

    Y, como siempre, el color rojo asociado al bueno de la historia.

    domingo, febrero 28, 2010 at 20:54 | Permalink
  6. LFU wrote:

    Haz como yo. Abstente de ver televisión, pues la basura abunda por doquier y más en las series de corte pseudohistórico. Me ha bajado la tensión y duermo fenomenal. Que se queden los hijos de puta con su bazofia. Un abrazo

    lunes, marzo 1, 2010 at 11:11 | Permalink
  7. Javier wrote:

    Y yo que quería echarle un vistazo, por lo de retazos de historia…
    Gracias por evitarme sufrir tantas licencias artísticas y francotiradores de la Historia.

    lunes, marzo 1, 2010 at 19:16 | Permalink

One Trackback/Pingback

  1. Bitacoras.com on sábado, febrero 27, 2010 at 18:03

    Información Bitacoras.com…

    Valora en Bitacoras.com: Cuando, antes de empezar su primera temporada, TVE bombardeó con la publicidad de Águila Roja, la serie me olió un poco a chamusquina. Pero, pardiez, siglo XVII, Madrid, espadas… a esto hay que echarle al menos un ojo. No …

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