No, hombre, no. Por esos rojos no. Me refiero a los Picudos Rojos, que en cuestión de días o pocas semanas se están cepillando un ejemplar de palmera datilera que tenía en mi casa de manera inmisericorde.
Me fastidia sobre todo por lo afectivo, ya que la planta en cuestión nació de un hueso de dátil que al difunto abuelo de mi esposa se le ocurrió poner en una maceta. Todavía mantiene alguna palma enhiesta y de un verde intenso, pero ante lo complicado de combatir del bicho en cuestión, me temo que está más que sentenciada y que en breve será cortada y quemada para eliminar cada bicho, cada pupa y cada larva.
Pero yo no he venido aquí a hablar de mi libro. ¿O sí? Quiero decir, no a llorarles por la suerte de mi palmera. Sino a reflexionar sobre lo mucho que se aprende de observar determinadas situaciones y problemas.
Les cuento: El picudo rojo es , hoy por hoy, una seria amenaza para el palmeral español. Ya se ha cobrado varios miles de ejemplares y se extiende por toda Andalucía y el Levante desde hace 15 años. Es originario de Asia y por estos lares no tiene enemigos naturales. La dificultad del tratamiento y su coste (imaginen tratar regularmente la copa de una palmera, con la altura que alcanza, con alguien subiendo y bajando por su tronco), además de que ataca a la planta desde dentro y el daño no es visible hasta que es muy grande hacen que, pese a haberse anunciado en montones de ocasiones que la plaga está controlada, se siga expandiendo.
La plaga se detectó por primera vez en Almuñécar, Granada, a mediados de los 90. Y se ha establecido que tiene su origen en la importación de palmeras afectadas desde Asia y Egipto. La pregunta es ¿hacía falta importar palmeras desde Egipto? ¿No hay acaso cientos de miles de ejemplares, y viveros para escoger, en España?
Claro que los hay. Y con tratamientos fitosanitarios y total garantía… pero son más caras. Porque claro, el personal del vivero pretende, qué insolencia, cobrar un sueldo digno y además poder pagar los tratamientos que recibe la planta. Así que nos vamos a Asia, o a Egipto, y ponemos a 10 chinitos o a 4 moros a empaquetar palmeras como locos, pagándoles cuatro duros y cambiándolos por otros parecidos si revientan, y luego las vendemos aquí algo más baratas que esos viveros tan tiquismiquis españoles, pero sacándoles un pastizal de beneficio porque moros y chinos hay muchos, cobran poco, y compensa el fletar un barco para traerlas.
¿Resultado? Pues que las palmeras trajeron bicho, que decenas de miles de palmeras se están yendo a tomar por culo, que el mayor palmeral de Europa (el de Elche) está con los dedos cruzados y aguantando la respiración, y que nuestros ayuntamientos, que tienen para eso y para más, andan haciendo frente a costosísimos tratamientos para que no se les caigan los parques y jardines. Y los viveros, claro, a vender geranios porque a ver quién paga por una palmera que te la puede comer el bicho en dos semanas.
Mientras, el que hizo el negocio, visto el percal, se cabrea porque le prohíben seguir importando, llama al moro y al chino a decirles que se busquen la vida y que ya no le sirven, y a vivir con la pasta ganada o a invertirla en un nuevo negocio «quetedigoyoquenosvamosaforrarynotieneningunacomplicación».
Pues una vez contada esta historia, tal como es, no le den más vueltas, no la saquen de contexto, y no intenten deducir de ella ninguna conclusión. Yo qué sé, como por ejemplo que mira lo que pasa por comprar fuera más barato, o qué más da que la calidad sea un poco menor, o hay que ver qué granuja este productor español, lo que me pide, y mira ese simpático importador lo barato que me lo deja.
No, no, a mí no me líen, que yo sólo había venido a hablar de mi palmera. ¿O no?
6 Comments
¡No me hables! Tuve yo hace algún tiempo una batalla terrible con las arañas rojas que me dejó exhausto y, por supuesto, sin una sola planta viva.
Sólo de pensarlo me sube la tensión y me dan taquicardias.
El que no lo ha sufrido no sabe lo que es eso.
La cabra tira al monte…
¿No estarás pensando en la gloriosa autarquía?
¡Qué manía teneis los fachas de mezclar, chico! ¡Siempre mezclando las cosas!
Alphonse, a mí la mosca blanca me ha destrozado las tomateras este año, pero bueno… son tomateras que se plantan cada año. Lo de la palmera es más complicao…
Luego depende de cada uno lo «límpio» que quiera dejar su jardín, para fumigar como si fuéramos gringos en Vietnam o manteniendo un nivel aceptable de bichos. Yo soy de los segundos. Tengo pulgones y cochinillas, pero si no me están arruinando la planta, espero a que venga alguna mariquita (de seis patas) a comérselos o si acaso les echo un poco de agua jabonosa.
Claro que mi santa dirá que así me va… que se me están picando las aceitunas, el naranjo lleva dos años sin dar nada, he tenido que arrancar setos de romero y el peral… ay, el peral.
Kikás, cada vez que me dicen que la cabra tira al monte respondo lo mismo: ¡Beeeeeeeee!
De cualquier forma, entenderás que entre autarquía y comprar mierda sin control ni calidad producida por esclavos hay términos medios.
Seneka… yo ya no mezclo. Si acaso algún gin-tónic de vez en cuando.
Ah, que no era eso… 😛
Horror. Las arañas rojas las tengo en mi jardín, y no sabía que eran tan exhaustivas.
Me hago el cuerpo a una lucha larga.
Enrique, vuelvo a lo mismo: En todos los jardines hay pulgones, moscas blancas, arañas rojas, etc.
La cuestión, para mí, es si las hay en un número excesivo o tolerable.
Si no te han hecho estropicio, con mantener la planta bien regada y húmeda en verano puedes mantenerlas a raya.
Y en invierno elimina las malas hierbas de alrededores, que es dónde se refugian las joías.
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