Con la reciente aprobación en la comunidad autónoma de Madrid de la llamada Ley LGTB (y de nombre oficial «Ley de Protección Integral contra la Discriminación por Diversidad Sexual y de Género»), según la cual se regula que en los centros educativos madrileños (públicos, privados y concertados) se imparta a todos los alumnos la ideología de género que entre otras cosas dice que la biología y la genética es un mero accidente que debe someterse a la voluntad humana que será la que determine si Pepito será a partir de hoy Vanessa independientemente de lo que le cuelgue o Luisita mañana será Alejandro, o si será ambas cosas a la vez, o si variará en días alternos. Por supuesto animando desde la más tierna infancia a explorar estas posibilidades en profundidad. Además, los que quieran ejercer la docencia deberán «adecuarse» a estos programas que estarán presentes en cursos y másteres por los que pasen. Se «protegerá» también la «libertad sexual» del niño, vigilando que no sufra imposiciones heteropatriarcales por parte de sus retrógrados padres (perdón, padres y madres, perdón, progenitores A/B). Una ley, en suma, no solamente opuesta a la moral, sino directamente a la biología.
Al respecto le oído y leído muchas cosas. Quisiera volver sobre alguna.
La primera y evidente, que no aporta nada nuevo: Es una ley presentada por el PP y aprobada por unanimidad de los cuatro partidos presentes en la Asamblea de Madrid (PP, PSOE, Podemos y Ciudadanos). Todos esos partidos son igualmente responsables, empezando por el mayoritario Partido Popular. Dicho esto, y en aplicación estricta de SU ley, a partir de ahora cuando mandemos a tomar por culo a quien nos pida un voto «por el mal menor» a esa chusma, lo haremos con el deseo de que disfruten de nuestra indicación como muestra de su apertura a la diversidad sexual y de género.
La segunda señalar que como todas las leyes liberales, en bien de la libertad y la democracia, no solo impone una ética perversa, sino que además vigila que nadie se salga de la misma ni se atreva a manifestar discrepancia. En este sentido hay que recordar que gracias a nuestras insitituciones democráticas, a este respecto se PERSEGUIRÁ «toda intervención médica, psiquiátrica, psicológica, religiosa o de cualquier otra índole que persiga la modificación de la orientación sexual o de la identidad de género de una persona». Todavía resuena en mi cabeza el eco de ese «de cualquier otra índole». Átense los machos (y perdón por lo de machos, ese constructo judeocristiano heteropatriarcal).
La tercera es simplemente una nueva constatación de que la libertad educativa no existe en España, por decisión sobre todo de los colegios católicos que aceptan (con alguna mala cara, eso sí) pasar por el aro de esto y de lo que haga falta por mantener el concierto (los concertados) o su licencia de apertura (los privados). Entre esto o la amenaza preelectoral de que si ganaban los otros quitarían los conciertos sigo prefiriendo lo segundo. Ya saben: Mejor perseguidos que juramentados. Mejor mozárabes muertos que muladís vivos. Mejor mártires que herejes. Y que me perdonen algunos señores obispos y los señores responsables de las distintas instituciones religiosas en otro tiempo dedicadas a la enseñanza católica y hoy al pastoreo por recordar lo que cualquier católico hubiera dicho como base de su fe durante los dos milenios anteriores a esta negra noche de estupidez. Ahora es tarde para quejaros, queridos.
Y la cuarta, la de siempre. La misma que en los casos de educación para la ciudadanía o de tantas y tantas imposiciones de este régimen, el más tiránico de los últimos milenios, que impone y controla todo. Los endeblitos de siempre, auto atribuyéndose la representación de las familias o de los católicos o de la simple libertad de educación (qué asco da esa expresión en vuestras tibias bocas, pelagatos) clamando: «Ah, qué malos son, que no van a permitir que si un padre se opone a ese niño no se le imparta esa materia, hay que reclamar la libertad y la objeción de conciencia para que si un padre…» QUE NO, COJONES. QUE VUESTRA LLANTINA APELANDO AL DERECHO A LA OBJECIÓN DE CONCIENCIA ES VOMITIVA. No se trata de decir «a mi niño no, a los otros que les den» (en este caso literalmente, al tiempo), sino de oponerse a la tiranía y defender la Verdad.
Sí, la Verdad. Ya supongo que no os suena.
A las leyes tiránicas no se les responde con «por favor, a mí no, mejor al vecino». La ley inicua no se objeta. Se denuncia, combate y desobedece. Al tirano, contundencia. Y al cómplice, también.
Y hagan un favor a sus hijos. Sáquenlos del colegio. De cualquiera. YA.
2 Comments
Al final resulta que hemos construido una sociedad en la que sólo se puede ser verdaderamente libre si eres rico.
Claro, Ángel, es más o menos eso, aunque tampoco del todo porque eso simplemente te dará más medios para escapar, pero el estado caníbal nunca dejará de acecharte.
El problema es que no es un accidente, es el desarrollo del plan. Para eso se montó todo este estupendo y chiripitiflautico estado totalitario.
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