Con la bajada del precio del petróleo parece que va llegando poco a poco la bajada del precio de los combustibles. Y en estas circunstancias se habla, y con razón, de que las gasolinas tardan más en bajar que el crudo porque las marcas ponen la excusa de que hay un deslizamiento del precio en el tiempo (vender caro lo que todavía tienen porque compraron caro, vamos). La queja es evidente: Ese deslizamiento no se produce a la inversa, ya que suben en cuanto lo hace el petróleo.
Vamos, que nos la están colando. Al subir y al bajar.
Pero sobre el precio de las gasolinas hay que hacer otra consideración que no escucho en los sesudos análisis político-económico-sociales que podemos sufrir disfrutar en cualquier radio, televisión o periódico.
La cuestión es: ¿En cuantas gasolineras nos sigue abriendo, llenando y cerrando el depósito un empleado? ¿Por qué en estaciones de servicio de 4 calles, con 8, 10 ó 12 surtidores que antes eran atendidos por un mínimo de 3 ó 4 personas además del que estaba en la caja o tienda, ahora sólo queda éste último y es el propio cliente el que tiene que ir, pedir, pagar, descolgar, enchufar, llenar y colgar? ¿Por qué nos doblan el precio quitándonos el servicio ofrecido? ¿Cuántos miles de euros mensuales se ahorra cada gasolinera habiendo echado al 80% del personal a la calle y porqué no se ha reflejado eso en el precio final?
Y sobre todo, ahora que todo quisque tiene un diésel… ¿quién nos quita la peste a gasóleo que se te queda durante horas en la mano por muchos guantes que uses?
Tengo un amigo que se niega a echar gasolina él mismo. Llega a la gasolinera, para, y pide que le llenen. Y si no lo hacen, se queja, cierra el depósito y se marcha a otra.
Me gustaría que el coche de mi amigo no acabara en un arcén con el depósito vacío. Quizá fuera buena idea empezar a ser igual de exigente.
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Pues voy a hacer lo mismo. No llegaré a apurar el depósito por si tengo que recorrer varias gasolineras.
Es una magnífica idea.
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[…] Y también ha estado mucho más barato sin haber vuelto atrás el precio de la gasolina. Y además en el precio había servicios adicionales: un amable señor que me abría el depósito, me llenaba el tanque, si el parabrisas estaba muy […]
[…] Decía en la entrada anterior que iba en el coche, ya oscuro, mientras oía a la Pajín y pensaba todas esas cosas tan bonitas que yo pienso sobre esa chusma. Mis pensamientos sobre el tema terminaron cuando llegué a la gasolinera. Una de esas en las que además de atracarnos con el precio de la gasolina, encima nos obligan a hacer nosotros el trabajo que hace no tanto estaba incluido en el precio. Pero bueno, de eso ya hablé en su día. […]
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