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Ardores de estómago

El despertador del lunes siempre es duro, pero esta vez se lo pareció más todavía. El fin de semana había estado movidito, con varias comilonas y divertidas reuniones. Se levantó de la cama y se llevó la mano a su abultada panza. «No me puedo meter estos atracones», pensó. Y se levantó. Mientras se duchaba y vestía repasó mentalmente el fin de semana y todo lo comido.

Empezó el viernes, con una barbacoa en casa de su cuñado. Unos filetitos de lomo de cerdo, hechos sobre brasas, y en la parrilla de al lado, unas chuletillas de cordero perfectamente asadas sobre sarmientos humeantes. Todo ello bien acompañado y regado por buenos tintos.

El sábado había quedado con unos amigos a tomar un aperitivo. Uno de ellos recomendó las excelentes coquinas de un bar cercano. Allí dieron cuenta de un par de raciones y la cosa se animó, así que acabaron en el restaurante de al lado. Para contrarrestar el chute de carne del día anterior, decidió regar con un buen blanco unos buenos guisos de pescado. De vuelta a casa y mientras veía una película se calzó dos huevos fritos como cena.

El domingo tocaba llevar a los niños a la hamburguesería, y allí cayeron un par de ellas bien regadas de ketchup y mayonesa. También comió un trozo del pollo empanado que dejó su hija pequeña. A la noche ya estaba lleno y desganado, así que se limitó a tomarse un caldito con unos pocos fideos.

Y así le llegó el lunes y su odiosa puesta en marcha. Pero a base de antiácidos y otros mejunjes tiraría para adelante como otras muchas veces. Se vistió, echó un último vistazo a sus informes antes de cargarlos en su carpeta y salió al ver llegar al coche con chófer de la cadena. En el viaje hasta el estudio echó un ojo sobre el documento presentado por los que serían sus contrincantes en el debate de hoy. «Serán salvajes…» murmuró despectivamente mientras leía:

«El toro bravo disfruta de su vida de 4 a 5 años en semilibertad galopando y pastando por la dehesa que, además, sería difícil mantener sin la existencia de la ganadería brava que conlleva por ello un incalculable valor de conservación natural.» (…) «Durante la lidia en la plaza tendrá la capacidad de responder según su instinto natural de resistencia, acometida y combate contra quien le planta cara, ocasión única entre todas las especies ganaderas de mantenerse fiel a su naturaleza hasta la muerte».

Movió varias veces la cabeza, negando, con cara de desagrado. «Es humillante lo que le hacen a este animal. Esto hay que prohibirlo sin miramientos».

Desde su tribuna catódica, acusó a su oponente con toda clase de comparaciones, llamándole maltratador, asesino, facha y sádico. Desde el público pagado a base de bocadillos le lanzaban aclamaciones y vítores que recibía, orgulloso, mientras se llevaba la mano a su estómago dolorido. «No me mueve a esta posición más que mi amor a la naturaleza y el respeto a la dignidad de los animales».

Notas adicionales: De la alimentación de este defensor de la dignidad animal podemos entender que la vida durante 4 ó 5 años en semilibertad de un animal y su muerte en brava pelea es indigna en comparación con:

– Agarrar entre varias personas a un cerdo para subirlo a una mesa y, sujetándole fuertemente, rebanarle el cuello y esperar a su completo desangre entre sonoros quejidos del animal.

– Después de mantenerle durante unos meses -dos o tres- encajonado y alimentado de pienso, propinar un fuerte golpe en la cabeza a un cordero para que «se atonte» y entonces clavarle un pincho en el cuello que lo desangre.

– Introducir un animal vivo -los moluscos son animales, qué cosa- en una cacerola con aceite, vino y ajos haciendo chup chup dónde morirán después de abrir sus caparazones buscando el agua que les falta.

– Sacar un pez de la pequeña piscina o bañera dónde ha vivido unas semanas sin poder apenas nadar para en unos casos aplicarle una descarga eléctrica que lo mate o dejarle asfixiarse en una bolsa mientras espera ser guisado.

– Mantener durante varias semanas a unas gallinas enganchadas a un ponedero, sin poder moverse, sin tener noche ni día ya que la iluminación artificial hace que siempre estén poniendo y nunca descansando mientras las alimentan con piensos que tienen cualquier cosa menos grano e insectos, que es el alimento natural de la gallina. Así hasta que no ponga suficientes huevos y sea utilizada según veremos más adelante.

– Engordar durante unos meses a vacas y terneros encerrados en pequeños habitáculos, sin poder moverse y comiendo un pienso tan poco natural como el de las gallinas. Luego les pegamos un calambrazo y mientras está atontada por él -también se le puede clavar una aguja en el cerebro, que atonta bastante- los degollamos y desangramos.

– Criar unos pollos en parecidas condiciones a las gallinas ponedoras. Llegado el día, se les pincha el cuello para desangrarlos. Para quitarle las plumas se les escalda -sumerge en agua caliente- sin comprobar previamente si el animal había muerto ya o será ahora cuando muera.

– Cuando las gallinas ponedoras descritas hace unos párrafos ya no son rentables como tales, y como de ellas no se puede sacar carne ni para un pinchito, se les convierte en concentrado de caldo de pollo. Chup chup. Ya tenemos sopa.

Ya saben. Sus molestias estomacales no le impedirán luchar por la dignidad y el trato correcto a los animales. Quieren acabar ya con eso de manadas semisalvajes galopando por las dehesas y peleas defendiendo su vida.

Eso, dicen, es humillante. No me extraña. Dejando aparte el debate sobre cultura y tradición, tomen nota: Libertad, coraje, bravura, defensa a muerte, acometer al rival a riesgo de la comodidad propia, mantener la acometida hasta la muerte… ¿Se les ocurren cosas que puedan inspirar más desagrado a la giliprogrez?

2 Comments

  1. Pitufa wrote:

    Tú sí que sabes cómo abrir el apetito 😉

    miércoles, marzo 10, 2010 at 18:30 | Permalink
  2. Juanubis wrote:

    Estos argumentos se lo enviaría yó a la colección de «tontitos» que existe por nuestra vieja piel de toro.

    VIVA LA FIESTA NACIONAL.

    jueves, marzo 11, 2010 at 12:53 | Permalink

2 Trackbacks/Pingbacks

  1. Bitacoras.com on miércoles, marzo 10, 2010 at 16:13

    Información Bitacoras.com…

    Valora en Bitacoras.com: El despertador del lunes siempre es duro, pero esta vez se lo pareció más todavía. El fin de semana había estado movidito, con varias comilonas y divertidas reuniones. Se levantó de la cama y se llevó la mano a su abultad…

  2. Vamos tirando › Quién tuviera un par de cuernos… on jueves, julio 29, 2010 at 11:33

    […] le mueve la defensa de los animales, doy por supuesto que jamás, bajo ningún concepto, comerá carne de un animal mil veces peor tratado que el toro de lidia más desgraciado del […]

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