Anoche recordaba los tiempos en que me empecé a acercar ¡ay! al mundo de la informática. Todavía entonces había quien te preguntaba «¿tu monitor es en color o monocromo?» Y los primeros tiempos del color, en que muchos juegos y programas te preguntaban en el arranque si deseabas la configuración CGA, EGA o VGA. Si andabas con un ordenador clónico de bajo coste te apañabas con el CGA, pero ya casi todos chutaban con el modo EGA y en cuestión de meses el estándar VGA hizo desaparecer la pregunta.
Yo tenía un juego, no recuerdo cual, que hacía esa pregunta al iniciar. Un día, estando con un amigo, me vio cómo al arrancar yo le daba a EGA. Me avisó: «No, tío, dale a VGA, que está mucho mejor». Yo le contesté que había estado comparando y se veía igual, y por comodidad, como la opción marcada por omisión era EGA, pues yo le daba a intro y p’alante. Entonces él explicó las diferencias entre los distintos formatos, cómo el EGA mostraba 16 colores simultáneamente (de una paleta de 64) mientras VGA podía mostrar hasta 256 (de una paleta de 262.000).
Acabó su explicación sin que yo abriera la boca, y tras unos segundos de silencio, yo miré a la pantalla, miré a mi amigo, miré a la pantalla… y pregunté ¿y pa qué tanto, si no se distinguen?
Y digo que me acordaba anoche de todo esto. ¿Saben a santo de qué? Pues en el momento en el que mi mujer, con el suelo lleno de goterones y los pulmones a punto de estallar por el aire irrespirable, los plásticos cubriendo los muebles vaciados y apartados de la pared a empujones, el salón lleno de chismes, de carpetas, de libros, cajas y bolsas, las 11 y media de la noche y sin cenar, miró un rato a las paredes, todavía frescas, y mirándome con la cara torcida, suelta: «Pues no me convence a mí el color… creo que me equivoqué…»
Entonces recordé unos interminables minutos en el pasillo de pinturas de interior de Leroy Merlín en el que ella iba señalándome colores que yo veía exactamente iguales unos a otros mientras ella me indicaba los evidentes -por las quejilas- matices que los diferenciaban.
Recordé el instante anterior a esos minutos en el que ella me preguntaba «y de qué color lo pintamos», contestado -como siempre que se me hace esa pregunta- por mi «blanco, ¿no?»
Recordé unos meses atrás en la que ella me hablaba de los colores a utilizar utilizando como ejemplos los de los dormitorios de nuestra propia casa, a lo que yo contestaba «ah, ¿pero nuestro cuarto está de ese color?»
Y finalmente llegué a esos tiempos de la informática… me quedé buceando en ellos, y sólo salí de mis recuerdos maldiciendo: ME CAGO EN EL VGA. VIVAN LOS 16 COLORES Y LA GAMA CROMÁTICA MASCULINA.
Eso sí… me ha quedado una salita de lo más metrosexual. Uffff.
12 Comments
Si me lo llegas a decir antes te habría mandado esto que sin duda habría sido utilísimo:
http://bit.ly/aMErKe
Jaaaaaaaajajaja. Buenísimo, Embajador. Y real como la vida misma.
Se lo remito a mi santa que espero que aparezca por aquí a darnos su visión del asunto…
😀 ¡¡BUENÍSIMO!! Pero faltan colores 😉
Eso, eso, dónde están el blanco roto, el marfil, el rojo óxido, el vainilla, el malva…. en fin, que la paleta de colores es mucho más amplia… ;-P
¡¡¡Pero sin en la paleta que pone el Embajador ya hay colores repetidos…!!!
Tenéis trastornos alimenticios: Melocotón, salmón, fresa… ESO SE COME, NO SON COLORES…
Faltan colores….. ¿te das cuenta?.
A mi me sobran por todos los lados.
Nuestra habitación está pintada de «blanco roto». O sea, marrón clarito de toda la vida de Dios.
¿Y por qué no lo pintaste de color malva?
Si sabes de que color es el malva, claro
Ella sé perfectamente que tiene claro cual es el malva…aviso
La verdad es que todavía no sé de qué puñetero color hemos pintado. Estoy esperando a que mi santa esposa decida si es rosa oscuro, rojo claro, o marrasquino con infiltraciones de fresa y sombra de arándanos. Al final en vez de salita va a ser un helado. O como dijo mi segunda hija «Qué guay, parece que estoy dentro de un chicle gigante». Afortunadamente al secarse oscureció algo el tono.
Y la malva creo que sí sé de qué color es. Por las que me crecen en el jardín, vamos, no por otra cosa.
A la señora de un buen amigo se le ocurrió pintar el cuarto de rojo pasión (¿eso es un color no?). Los amigotes fuimos poco caritativos en estar todos absolutamente de acuerdo en que aquello parecía una casa de citas. El amigo estuvo una semana sin hablarnos y otra sin hablar a su mujer.
Colores, colores…..
Bueno, ahora que no se entera nadie te diré que cuando contemplé la habitación de marras pensé en preguntarle a mi santa: ¿Los neones de colores los ponemos ahora o ya si eso mañana? Pero preferí dejar pasar la oportunidad…
Mañana voy a por las lucecitas de colores 😉
Me se de un listo que va a pasar un par de noches durmiendo en la bañera.
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[…] problema de cambiar una habitación no es el color de las paredes o los goterones de pintura en el suelo, sino el trajín que hay que liar. Y en mi caso, por mi […]
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