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¡Campa! ¡Campa!

Todas las noches remolonea. Las dos lo hacen, pero ella se lleva la palma. Hoy además a conciencia. En uno de sus despistes (¿te has lavado los dientes? voooooy. Voy no, ya… ¿has abierto la cama? voooooooooy. Que no me digas voy, que la abras) ha dejado una nota en la mesa de su madre.

Ella, la huraña, a la que le cuesta un mundo regalar un gesto de cariño ha llenado de corazones un papel y ha dejado escrito «Os echaré mucho de menos. Os quiero mucho.»

Se da cuenta de que yo he visto, antes de tiempo, la nota. Duda entre desaparecer o quedarse y finalmente me mete la cabeza en el pecho. No la veo pero sé que está dejando escapar algunas lágrimas.

Dice que se quiere quedar en casa, que no quiere ir. Ayer yo comentaba con su madre «si se hubiera quedado sin plaza lloraría por no poder ir». Mi primer impulso es recordarle su «no a todo» habitual, y reprochárselo. Pero no parece dispuesta a aflojar su abrazo sin encontrar consuelo.

Finalmente escarbo en los recuerdos. Y ejerzo de padre pesado.

Yo también he llorado, hija. Me he pasado noches de campamento en vela pensando en mi casa. He rechinado los dientes en las marchas que me han destrozado los pies. Y he sufrido la convivencia con desconocidos a los que no me apetecía descubrir. Hace ya muchos años de eso. Demasiados.

De casi ninguno de aquellos desconocidos recuerdo ni el nombre. Pero no sé qué daría hoy por volver a pasar una noche helada junto a ellos, o por caer rodando con la mochila por la ladera, o por volver a tirar las botas al río maldiciéndolas mientras intentaba descubrir qué parte de mis pies no eran llagas. Y ¿sabes qué? Que jamás recordaré aquellos nombres ni podré volver a pasar por todo aquello. Piensa además que para ti no hay desconocidos. Que tienes amigos, buenos amigos allí, que tienes unas monitoras en las que confiar y a un páter de primera al que acudir. Así que hazme caso. Aprovecha estos días, vive a fondo esta experiencia, bucea hasta el fondo de lo que vas a vivir… Que no a la vuelta, ni el año que viene, ni dentro de tres. Pero llegará el día en que mires las fotos, la mochila y la boina y desees con toda tu alma volver a vivir esta noche.

Su hermana, mientras tanto, se resiste a meterse en la cama mientras repite risueña «¡Campa! ¡Campa!»

Y yo mañana no estaré tan triste porque ellas se vayan como por no ir yo.

6 Comments

  1. Kikas wrote:

    Eres un padre muy pesado….
    😉

    miércoles, agosto 1, 2012 at 0:41 | Permalink
  2. Gonzalo wrote:

    Y lo que me… ¡No!

    Y lo que LES queda.

    miércoles, agosto 1, 2012 at 0:50 | Permalink
  3. Josemi wrote:

    Uffff, es que mandarlas de campamento….tan chicas…vamos…vamos…

    miércoles, agosto 1, 2012 at 8:54 | Permalink
  4. Gonzalo wrote:

    Jajajja.

    No ere tú mamón…

    miércoles, agosto 1, 2012 at 9:37 | Permalink
  5. Nieves~ wrote:

    🙁
    Josemi tiene razón…:)

    domingo, octubre 14, 2012 at 12:51 | Permalink
  6. Gonzalo wrote:

    Sí… sobre todo por desde cuándo las manda él…

    😛

    lunes, octubre 15, 2012 at 10:36 | Permalink

One Trackback/Pingback

  1. Bitacoras.com on miércoles, agosto 1, 2012 at 0:50

    Información Bitacoras.com…

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