Los socios de gobierno en la Junta de Andalucía andan bravuconeando sobre la no renovación de plazas en la escuela concertada para los próximos cursos con la excusa, dicen, de «blindar la escuela pública». Dicen que ante el ataque sin precedentes que la escuela pública está recibiendo del Gobierno de España (sin explicar en qué consiste ese ataque), su deber es protegerla. ¿Cómo? Liquidando unidades concertadas. [1] [2].
La verdad es que la pretendida justificación es lo de menos, ya que si no es por culpa de la propuesta Wert lo será por la alineación de planetas o por el precio del trigo. El caso es, una y otra vez, señalar que el peligro de la enseñanza en España está en la concertada. Esto, además, provoca un eco en el rebaño tan arraigado como lamentable, y al momento cualquier medio que publica estas cosas se llena de aplausos por la defensa de lo público, clamando contra los males que trae la concertada. Y la discusión se queda entre si hay derecho o no hay derecho en que exista la concertada.
Evidentemente estoy por ese derecho, pero estoy cansado de que ese tema se sitúe como el principal, insisto, porque se identifica como enemigo de la pública a la privada concertada. Y no es cierto. Más allá de libertad de educación y de derechos de las familias, hay que decirlo bien alto y claro: Toda la campaña de la Junta y de sus voceros se basa en una infame e infecta mentira. Porque el enemigo de la escuela pública en España en general y en Andalucía en particular NO ES la concertada. No somos los padres que elegimos concertada. Los enemigos de la escuela pública concretamente en Andalucía ES LA CONSEJERÍA DE EDUCACIÓN DE LA JUNTA DE ANDALUCÍA.
Contra toda esperanza de que esto sea asimilado por los secuaces de María del Mar Moreno, trataré de explicarlo de manera clara: Dicen en la Junta que quieren «blindar la pública». Magnífico. Háganlo. Yo, padre de la concertada y firme defensor de ese modelo, soy el primer interesado. De verdad. Pero en blindar la pública, no en eliminar la alternativa. Miren, es muy fácil: En el momento en que la pública ofrezca una garantía de calidad similar a la concertada, habrá muchos padres que dejarán de ver como la peor opción la pública, y dejará de haber tortas por entrar en concertados y las habrá por entrar en los públicos. Incluso a lo mejor los hijos de los políticos que tanto hablan de la pública empiezan a matricularse en ella y todo. Bueno, igual con eso me he pasado.
Dicen los voceros de esta gente, para oponerse a los conciertos, cosas que «quien quiera un capricho o una educación elitista que se lo pague». Incluso algún especimen más tonto de lo habitual ha llegado a escribir que «quien quiera calidad que la pague». Dejando aparte lo curioso que es este argumento en quienes normalmente quieren que todas sus apetencias se las paguemos a escote los contribuyentes, hay que decirles lo que es evidente: Mire, no. Es que yo ya estoy pagando caprichos a precio desorbitado. Es que yo ya estoy pagando con mis impuestos unas plazas públicas que en Andalucía me cuestan LO MISMO O MAS que si mandara a mis hijos a colegios privados (el último dato revisado era de un coste por alumno de la pública andaluza y curso de en torno a los 5.700 euros, echen la cuenta). No es un problema de dinero. Es un problema de modelo, de diseño y de gestión. Es un problema de que los nefastos gobernantes que llevan masacrando la escuela pública en Andalucía durante décadas están pagando costes similares a los que se pagan en colegios de los que ellos critican por ser «caprichos de señoritos», con la diferencia de que el resultado es NEFASTO, no según mi opinión sino según se refleja una y otra vez en cuanto estudio sobre la educación se publica en Andalucía, en España y en Europa.
Pero, oh casualidad, estos cafres responsables de un crimen educativo pretenden decirnos que la culpa no es de ellos, sino de las entidades que sacan adelante colegios a un coste (para el contribuyente, es decir, para usted y para mí) aproximado de LA MITAD de dinero por alumno y curso que en la pública, y al que sólo acuden las familias que así lo solicitan (en cambio al público sí te mandan contra tu elección).
Y, lo que es muchísimo más grave: Hay miles y miles y miles de BORREGOS que se creen semejante falacia y, en lugar de coger a los responsables del atraso educativo de sus hijos y correrlos a gorrazos y tirarlos cuanto menos al pilón, como se hacía cuando este era un país civilizado, se dedican a pedir que esos colegios que por petición de las familias se basan en un ideario y atienden al 20% de los alumnos andaluces AHORRANDO A LA JUNTA UN 50% DE LO QUE LE COSTARÍA tener a ese 20% en colegios públicos, sean cerrados, sus alumnos obligados a ir a otro tipo de colegio, y todos los contribuyentes a seguir pagando un pastón inadmisible por plaza y curso, mientras los responsables siguen viviendo del cuento, arruinando nuestra enseñanza y gritando, de vez en cuando, «que vienen los curas» para que el rebaño les siga sosteniendo.
Por terminar, dos cosas más:
Primera: Tengo para mí el convencimiento ABSOLUTO de que en Andalucía no se concierta el bachillerato por una razón fundamental: Porque de esa manera, los alumnos que cursan EP y ESO en la concertada y Bachillerato en el Instituto Público, figuran después en las estadísticas de Selectividad como alumnos de la pública. Si no fuera así, las comparativas quizá fueran -todavía- peores para la Escuela Pública a la que llevan décadas echando dinero PARA NADA mientras echan la culpa, como siempre, a los demás.
Segunda: Es una desgracia tener que recordarlo, pero es tan evidente que en estos tiempos habrá que hacerlo, porque además es la base de todo mi argumento: La educación no es una atribución del estado, sino de la familia. Por tanto deberían ser las familias las pudieran decidir qué tipo de educación eligen y el estado colaborar (nada más, y nada menos, que colaborar) subsidiariamente con ellas. Esto no sólo incluye enseñanza concertada, pública o privada, sino con el ideario que sea y el método pedagógico elegido libremente. Y ahí incluyo la educación en casa y los colegios de educación diferenciada, por supuesto. Ir en contra de CUALQUIERA de esas modalidades libremente elegidas por las familias (con los controles que se quiera, de niveles mínimos equiparables a los de la pública en determinados momentos del currículum, por ejemplo) supone simplemente la pretensión de moldear al alumnado al gusto del Gran Hermano Estatal eliminando la discrepancia que pueda poner en peligro el chiringuito.
Porque de eso en el fondo es de lo que se trata. Lo que pasa es que algunos de los borregos todavía no lo saben y siguen -beee, beee- repitiendo la falacia de los privilegios mientras entregan la educación de sus propios hijos como tributo.
9 Comments
En Madrid, feudo de los social comunistas desde hace décadas como todos sabemos, el bachillerato tampoco es concertado…
Creo que no es concertado en ningún sitio, (En el Pais Vasco tampoco) pero me faltan datos para asegurarlo con rotundidad
El error es mío por citar a Andalucía. Mi convencimiento es general. Eso sí, hace menos de un año la lideresa anunció que concertaría bachillerato. Si no ha sido así finalmente, por favor qeu alguien avise a Sopena que casi le da un síncope: http://www.elplural.com/2012/04/04/la-comunidad-de-madrid-concierta-el-bachillerato-en-todos-los-centros-privados-de-la-region-aunque-no-lo-hayan-pedido/
La razón de no concertarlo es que el bachillerato no es obligatorio, por tanto no hay «necesidad» de ofrecer alternativas.
Que mis hijos cuando acaben la ESO tengan que trasladarse cada día a otro pueblo a cursarlo tampoco lo hace necesario ni interesante.
Mi convencimiento sigue en pie, pero no limitado al cortijo.
Siento discrepar, Gonzalo. La educación concertada surgió como alternativa a la pública en una situación de falta de plazas. Es cierto que, en general, hay peores resultados en la pública, pero no es atribuible exclusivamente al modelo de gestión. También se debe a la huida masiva de estudiantes «buenos» cuyos padres no están de acuerdo (con toda lógica, por otro lado) con que compartan clase con borricos que se niegan a estudiar.
Si un aula pública es más cara es porque se destinan muchos más recursos, que a menudo en un colegio concertado no se ofrecen para no cargar a los padres con cuotas «extraescolares» demasiado altas… Y también porque, lamentablemente, los propios alumnos son más responsables cuando saben que sus padres están pagando, aunque sea una mínima cuota.
Por otro lado, creo que no se deberían concertar colegios con tendencias radicales: ni del Opus, ni cooperativas pseudoanarquistas (que alguna hay en Madrid que acabó siendo no solo concertada, sino incluso absorbida por el sistema público). Pero, puestos a concertar, mejor una orden religiosa con cierta «solera» y saber hacer que una empresa de limpieza puesta a crear guarderías, como también sucede por estos lares. Los «conciertos blindados» de la Ley Wert son tan peligrosos como los «contratos blindados» de los funcionarios.
¿Hay alternativas para que la pública no se convierta en gueto? Las hay, por supuesto, y, fíjate, en muchas de ellas estarían de acuerdo los profesores de la pública y muchos de la concertada. Porque pasa por un gran pacto por la educación (un pacto de verdad, no lo que quieren las izquierdas o las derechas) que deje claro cuál debe ser el papel de los padres y de la escuela en la educación; una defensa real de los valores, que no necesitan una asignatura sino un tratamiento persuasivo y disuasivo en toda la educación (pero no exclusivamente en ella), y en segundo lugar un mecanismo para que los chavales comprendan que su obligación es estudiar. No las vías muertas que propone Werth, pero quizá si una promoción basada realmente en el conocimiento, con efectos desde el primer curso de la primaria (y te lo dice alguien que estuvo recibiendo apoyo en primero de básica). Que los maestros (religiosos o no) eduquen en la escuela, los curas en la parroquia y los padres en casa, pero que eduquen, al fin y al cabo… Porque lo importante, como dijo Ferlosio, no es defender uno u otro modelo de educación, sino que deje de haber «borriquitos con chándal».
Me acabo de cargar mi propio comentario, que además era bien largo y que puse hace unos días. Intentaré recuperarlo con la ayuda de lazarus… si es que en el ordenador dónde lo escribí tenía el lazarus instalado, que creo que sí.
Recuperado, creo que entero. Decía yo hace unos días, contestando a Jose y a otras voces que se oyen, lo siguiente:
—–
Querido Jose, el enorme placer de tener que asistir a una reunión de comunidad posiblemente impida que conteste tan profusamente como merece tu comentario.
Lo primero es agradecértelo sinceramente. Pero una vez hecho, paso a destripar algunos aspectos por los que entiendo que nuestra visión del problema no es distinta, sino antagónica.
Para empezar, sí te doy la razón en que el modelo concertado surgió como parche a la falta de plazas en la pública. Ahora bien, esos problemas añadidos que señalas en la pública sí son un problema de gestión. Aunque debo añadir que no es un problema exclusivo de la pública ya que se da también en la concertada, dado que hay que recordar que la obtención de una plaza en un colegio concertado no depende del centro sino de la consejería de educación, que puede meter borricos tanto en una como en otra.
Un aula pública es más cara porque se obtiene de dividir el importe gastado en educación, así en bruto, dividido por el número de estudiantes. Y la pública, como parte de la administración del estado que es, tira el dinero que asusta.
Por otra parte, con la LOE de zetapeitor se estableció la prohibición de petición de cuotas a las familias, lo cual me parece radicalmente injusto. Y lo digo con pleno conocimiento de causa.
Me dejas pasmado con esta frase: Por otro lado, creo que no se deberían concertar colegios con tendencias radicales: ni del Opus, ni cooperativas pseudoanarquistas (que alguna hay en Madrid que acabó siendo no solo concertada, sino incluso absorbida por el sistema público). Y además me dejas pasmado por varias cosas. Pero sobre todo porque… ¿qué es una tendencia radical?
Yo de verdad me acojono con lo que alguno se debe imaginar que ocurre en un colegio del Opus.
Mira, aquí te dejo un enlace de un socialista escribiendo sobre Altair (colegio del Opus de actualidad porque es uno al que le quieren quitar el concierto por no ser mixto): http://lacomunidad.elpais.com/felipe1994/2012/12/16/de-donde-hay-ni-sectarismo-ni-adoctrinamiento-ni
Mira, yo parto con una ventaja, y es que no soy del Opus pero además sé porqué no lo soy ni tengo ninguna intención de serlo jamás, al contrario del 90% de la gente que ni sabe lo que es, pero lo dice mucho. Además de eso, he estado 6 años en un colegio «casi» del Opus. Y puedo calificarlo de muchas cosas, pero lo de radical directamente me causa risa.
Hombre, a no ser que todo lo que se salga de un JJ Tamayo o de un jesuíta al uso sea radical, claro.
Insisto en que la educación no es labor del estado sino de las familias. Y que la obligación del estado es colaborar. Por tanto, estableciendo unos controles lógicos (de calidad, de nivel mínimo alcanzado por fases o cursos, etc.), el estado debe colaborar con cualquier fórmula que las familias libremente elijan. Por tanto, si hay familias que quieren formar una cooperativa educativa de la tendencia que sea, hay demanda y los niños no salen rebuznando (yo establecería controles por ciclos, con alumnos de pública, privada, concertada y «homeschooling» mezclados y si no se pasan, revisar conciertos o autorizaciones de escolarización en casa, ya no habría blindaje), p’alante. Cualquier otra cosa me parece limitación de la libertad de elección.
Hay que buscar alternativas a la situación actual de la educación. Singularmente de la pública, pero en general. Y posiblemente la ley Wert no sea la ideal, ni muchísimo menos. Ahora, lo que no concibo es que muchos de tus compañeros de camiseta verde, particularmente en Andalucía, lleven 30 años callados mientras el sistema se derriba y se tira por los suelos, causando vergüenza general y particularmente a los que ponemos un millón de pesetas por niño y año, y ahora, sólo ahora, salgan a la calle con el argumento de las horas lectivas y de lo malo que es «blindar los conciertos».
Y lo digo yo, que estoy cansado de defender que los profesores cobran poco, que me peleo con mucha gente cuando critican «es que tienen muchas vacaciones», y que considero que todo lo que pidáis de mejora en vuestras condiciones estará, seguro, justificado.
Pero a los que se han callado 30 años y ahora dicen las soplapolleces que dicen (que el problema de la pública es el Opus, y no la gestión de los políticos de toda condición durante décadas), los ponía yo a dar clase en Écija a las 3 de la tarde al sol de julio.
Una particularidad sobre Altair, el colegio del que hablaba antes. EL discurso habitual dice que son centros elitistas y clasistas. Cuando la Junta haga colegios de esa calidad en zonas tan humildes como en la que se encuentra Altair, y ofrezca esa formación a chavales de toda condición, que hable Mar Moreno y sus borregos. Hasta entonces… hocicos cerrados, por favor.
Gonzalo: acá en Chile pasan cosas muy parecidas. Las mismas consignas, las mismas incoherencias, los mismos intereses de grupito, pero con discurso grandilocuente sobre «lo público». Y mientras tanto, todos los años, miles de jóvenes saliendo del colegio sin entender lo que leen.
Es que yo creo, Pedro, que precisamente eso es lo que quieren, que no sepan ni leer. Y por tanto el enemigo es el educador de calidad que puede formar mentes críticas.
Hola, Gonzalo.
Sin contar con tu permiso, estoy compartiendo tu artículo a diestro y siniestro porque representa la esencia de lo que otros sabemos y creemos. Con buen discernimiento y maestría verbal has retratado perfectamente el escenario en el que nos movemos.
Gracias.
Damián, muchas gracias a ti y por supuesto el permiso lo tienes por adelantado para todo lo que pueda ser de ayuda.
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