Leía hace unos días una entrada del diario del amigo Fuego Negro y su búsqueda de talentos. Se refería a la importancia de enseñar a los niños a decir que no en ocasiones. Estando de acuerdo, me sorprendió porque esperaba un enfoque distinto al leer el título. Hoy vuelve a hacer sus siempre interesantes consideraciones sobre la educación y la prevención de la violencia infantil, hablando del entorno como influencia negativa.
El entorno y el tema de decir NO me parece que pueden formar un cóctel explosivo que está provocando muchísima más violencia infantil, que pasará a juvenil y acabará en delincuencia común, que otras situaciones sobre las que se habla y escribe mucho más.
Vivimos en una sociedad en la que nadie se priva de nada. A nadie le falta de nada. Y a los niños, menos. Varias consolas, ordenador y tele en sus cuartos, escapadas a Disneyland París… Y hablas con los padres y te lo dicen. Que si el niño es lo que quiere… Que si total, es su ilusión… Y hablas con padres y te dicen que «yo es que si puedo permitírmelo por qué le voy a privar al niño de esa ilusión» y que «a ver si va a ser malo para el niño ver mundo» o que «no, pero el niño juega los fines de semana y algún rato suelto, aunque tenga los cuatro modelos de consola. Eso ya para que elija a la que quiere jugar». Y no se trata de que el niño se vuelva tonto con la consola, que también. No se trata de que el niño vaya a tener un trauma cuando vea que Pluto es de trapo. Lo que ocurre es que el niño va aprendiendo en que, en su entorno cercano, cuando él quiere algo, lo tiene. Porque nadie le dice que no.
Y cuando ese niño vaya creciendo, tendrá asumido que si quiere algo, lo acabará teniendo. Y cuando salga de ese entorno cercano y no esté en las faldas de mamá, su planteamiento será el mismo. Verá algo y lo querrá. Y ahí viene el problema. Porque no se tratará ya de decirle a un niño de 9 años que como ya tiene la wii, se olvide de la 360. Sigan ese planteamiento y podremos encontrarnos que esa desviación de la educación en lo que a obtención de bienes materiales se refiere, podrá trasladarse a otros campos. Y ya no es que quiera eso, y como no me lo dan lo cojo. Es que quiero a esa, y como ella no quiere, me sirvo yo mismo.
Evidentemente estoy llevando el ejemplo a los extremos. No quiero decir que si un niño recibe un regalo para que no llore acabará siendo ladrón y violador en serie. No. Estoy diciendo que al niño hay que enseñarle, como bien apunta Fuego Negro, a decir que no. Pero también, y no menos importante, hay que enseñarle a que le pueden y le deben decir que no. Y además, en muchos casos, sin más explicaciones. Porque esa es otra. Ahora el niño tiene un trauma por cualquier cosa. Y si te pide 500 veces una cosa que ni necesita, ni es adecuado para él, ni tienes dinero para comprarle, le tienes que hacer un desglose de los motivos para tu negativa. Aunque el niño tenga 3 años. De repente, está prohibida la frase que nosotros tanto oímos: Que no, porque soy tu padre y punto.
Pues yo en esto, tampoco voy con los tiempos. De verdad que no. Que no. Que te he dicho que no.
2 Comments
Gracias por la mención, Gonzalo.
Un abrazo.
Pues no me dijeron a mi que no veces!!!!
Eso sí, por ello ahora gasto este trauma infantil que me aprisiona
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