Skip to content

Cataluña, Catalunya

Sobre eso que ahora llaman «el asunto catalán» me he resistido a escribir en profundidad. Supongo que quien me ha leído o conozca mínimamente puede intuir mi opinión, y quien además de eso tenga una correcta formación la entienda y comparta. Pero tengo que decir que el «asunto», lo reconozco con tristeza, me aburre soberanamente.

Y no me aburre porque no le conceda importancia, ni mucho menos. Al contrario. Me aburre porque es un lamentable espectáculo contemplar, alrededor de algo tan importante como la españolidad de cualquier rincón de la Patria, la carencia absoluta de argumentos de peso. De unos y de otros. Me atrevo a decir que de argumentos que siquiera tengan que ver con el asunto. Por un lado unos diciendo, tras años de labor de zapa, que todo pueblo tiene derecho a pronunciarse sobre cualquier cosa, aún para decidir si es de día y de noche, por otro los mismos que alentaron y posibilitaron esa labor de zapa alegando constituciones, leyes y números, tan fríos, feos y vacíos como ellos.

Nadie, por ningún lado, expone verdades. Y claro, si atendemos sólo a lo que se pone encima de la mesa los únicos que aportan algo son los separatistas. Lo que pasa es que, como decía, no exponen verdades y para darles la razón hay que desconocer esas verdades y dar por buenas sus mentiras. ¿Y por qué avanzan y triunfan? Porque esas mentiras han sido servidas y alentadas por los que ahora quieren oponerse a ellas pero no pueden porque no manejan verdades y nobleza, sino palabras huecas y números muertos, y en última instancia proponen como remedio uno de los orígenes principales del problema, como es la constitución del 78. Porque eso es lo más triste, que quienes se supone que tienen que defender a España de quien se manifiesta contra ella no lo hace. Se dedica únicamente a proclamar su defensa de los intereses económicos o de cosas como «la constitución», «la democracia» o «la convivencia». Palabras muy bonitas (o no) pero absurdas cuando lo que hay que defender no es eso, sino la muy superior idea de España. Pero claro, eso les viene grande. Al soso solemne, al seguidor de Jorge Javier y al resto de la banda.

Vamos a ver: Cataluña no puede separarse de España. Es imposible. Pero no porque lo diga la Constitución, el domicilio de La Caixa o la calificación de su deuda. Ni porque lo diga el 30 ni el 70 de los catalanes, ni aunque se votara así por todos y cada uno de los españoles. No puede porque es y será siempre España. Lo que sí puede separarse es de lo que hoy llamamos (sobre todo los separatistas) Estado Español. Es decir, la estructura política que administra lo que ocurre en España. De eso y de nada más puede separarse Cataluña. Y contra eso sinceramente me es difícil argumentar, porque yo mismo al analizarlo reniego de él en no pocas ocasiones.

El error de partida consiste en considerar que lo que ahora llaman «los territorios», o los reinos y condados de nuestra gloriosa Edad Media se fueron uniendo A España en determinados momentos de la Historia, y entonces viene la discusión de si en determinado siglo los Condados Catalanes fueron más o menos independientes o si en 1714 Catalunya resistía frente al invasor y tal y tal y tal. Y no somos pocos los que entramos en la discusión, porque es verdad que el nacionalismo, alentado por los partidos que se llaman constitucionalistas, llevan décadas mintiendo sobre la Guerra de Secesión Española, que enfrentó a defensores de Carlos y de Felipe obviando que el enfrentamiento se produjo no sólo en Cataluña sino por toda España, y en todos lados por la misma razón: Porque unos y otros defendían a uno u otro como Rey de ESPAÑA.

Pero la discusión no es esa. Ni que Felipe formalizara el centralismo francés frente a los fueros y las cortes. Eso puede analizarse históricamente y juzgar por ello al primer Borbón como buen o mal rey. Nada menos. Pero sobre todo nada más. Como cada régimen establecido durante la historia puede ser juzgado como mejor o peor, pero no por ser malo deja de ser nuestra historia. Es decir, los republicanos no dejan de ser españoles porque gane Franco. Ni los carlistas porque ganen los Isabelinos. Ni los partidarios de Pedro el Cruel / Justiciero por la victoria de los Trastámara. Y todo ello independientemente de nuestro juicio de los Trastámara, de los isabelinos o del franquismo.

La realidad es que los distintos reinos, condados y otras entidades no se unieron A España sino que ya formaban España desde antes, y lo que fueron constuyendo es la identidad y propósito común que ya existía siglos antes en una estructura administrativa y política común, como unión de reinos primero, como Monarquía Hispánica después y como esto que llamamos Estado Español al final (y eso también es discutible, porque a ese Estado le faltan piezas bien españolas, pero de momento no entraré en el caso). La cuestión es que Cataluña no es DE España, dándole a ese DE sentido de propiedad, como no lo es Castilla ni Valencia; sino que Cataluña es España, tanto y ni más ni menos como lo es Castilla, o Aragón, pero tampoco más ni menos España que el último pueblo de la última comarca del último valle que encuentren en esta tierra.

En este sentido, casi me atrae más la propuesta de algún separatista de liquidar el Estado de las Autonomías, dotar de soberanía a lo que ellos llaman «territorios» (absurdo, los territorios no pueden tener soberanía, ni competencias, ni nada más que kilómetros cuadrados, pero bueno) y dar forma a la «Unión de pueblos Ibéricos» (yo los llamaría Hispanos o Españoles) que proponen, en lugar de mantener el propio Estado que se supone que hay que defender contra el separatismo.

Y una vez constituida esa Unión, decidir su nombre. Entre todos, claro. ¿Y qué nombre? Pues España. ¿Cuál si no? Pero bueno, no me meteré ahora en ese charco.

La máxima autoridad del Estado Español en Cataluña (eso y no otra cosa es el Presidente del gobierno autonómico en virtud de la legalidad que dicta la C78, y sólo en base a esa legalidad) quiere dejar de ser tal cosa y no depender más que de sí misma. Eso es lo que se plantea. Y las partes contendientes no son Cataluña y España como unos (por interés) y otros (porque son así de imbéciles y entran en el juego de la mentira) plantean y aceptan.

Y si triunfan los que plantean esa ruptura, en España habrá otro estado más, el Estat Catalá. Ni dejará de ser España ni la otra parte resultante (el «Estado Restospañol») será España. España seguirá siendo lo que es, y estando por encima de su disposición política y administrativa.

Los separatistas (y varios tontos más) gustan de evitar pronunciar la palabra «España» y usan la expresión «el Estado Español» o incluso «el Estado», a secas. Y solemos protestar por ello porque ciertamente lo usan erróneamente ya que el Estado es la estructura administrativa, no las gentes ni las tierras. Pero aunque fallen en las formas, en el fondo tienen razón, pero de una manera que posiblemente no quisieran tener. Porque no es España lo que discuten sino el Estado. Y no discuten España no porque no quieran. Sino porque no pueden. Como no puedo yo desde Sevilla ni mi familia riojana, ni usted desde Canarias, Galicia, Murcia o La Mancha. Porque España está por encima de eso, porque es una realidad tejida por siglos y siglos de Historia. Y ni ellos, los separatistas, ni los torpes separadores ni los entristecidos españoles de bien, ni yo somos más que mindundis, insignificancias históricas al lado de esa Historia y por tanto sin capacidad para cuestionarla, y menos para cambiarla.

Lo que está en cuestión es si en España se organizan más entidades político-administrativas de las que ya hay. Esa es la discusión. Y suceda lo que suceda, si la desgracia hace que para ir de una parte de España a otra, siguiendo el Ebro, haya que cambiar de moneda, o sacar la documentación, o lo que sea, será como digo una desgracia. Será una novedad administrativa. Será una frontera. Pero no será salir de España para entrar en otro sitio. Ni salir del Resto de España. Como yo no salgo del resto de mi provincia cuando voy a la capital de la misma, aunque me pusieran una valla, un peaje, una frontera.

Mientras unos y otros sigan con discusiones estúpidas sobre dineros, papeles y constituciones, oponiendo cada uno sus papelitos al contrario, no me esperen en ese debate si no es para escupir a la cara a unos y otros, porque con esos regateos de charlatanes unos y otros ofenden a Cataluña y a España (una cosa es inseparable de la otra) reduciéndolas a intereses comerciales, conveniencias políticas e interpretaciones legales siendo Cataluña, como toda España, mucho más que eso.

Algunos no olvidamos que con quien ofende a la Patria (y ofender a cualquier parte de ella es ofender al todo) no hay que sentarse a hablar.

Visca Catalunya, Viva España.

Sobre el aborto, los peperos y sus lacayos

El andar por redes sociales (en mi caso fundamentalmente google + y algo twitter) hace que uno entre en discusiones con más frecuencia pero también con menos profundidad y dedicación de lo debido, haciendo además que este rincón quede medio abandonado.

Toda mi vida uno de los temas recurrentes (a mi pesar, ojalá no hiciera falta, como no suele hacer falta discutir de la esclavitud) es el del aborto. Y evidentemente en las últimas fechas, pues todo lo que giraba en torno a la abortada ley de Alberto Ruiz Gallardón.

Creo que entre comentarios, tuits y publicaciones en el plus he dicho casi todo lo que había que decir del asunto, pero me gustaría intentar compilarlo todo por un lado para dejarlo claro y por otro para tenerlo como enlace permanente y no tener que repetirlo cíclicamente, como suele ocurrir.

En primer lugar, antes incluso de referirme a la ley en sí, o mejor habrá que decir al proyecto, me gustaría hacerlo a las circunstancias que acompañaron a su nacimiento:

Desde muchos medios de esos que se llaman conservadores y sobre todo desde muchas organizaciones de esas que llaman provida se había mentido a la población para orientar su voto hacia los peperos bajo el argumento de que para la defensa de la vida era la «única opción viable». Y se venía insistiendo desde el 20 de noviembre de 2011 (fecha en la que el recuento de los papelitos depositados en las cajitas decidió que el Partido Popular y el Sr. Rajoy podían formar gobierno y legislar con mayoría absoluta) en que un compromiso de los populares era «derogar el aborto». Lo cual era una falsedad palmaria, ya que semejante cosa jamás fue defendida por los chicos de la gaviota, y que en todo caso una supuesta derogación de la llamada Ley Aído no significaría más que su sustitución por otra ley cuya bondad o maldad estaba por ver. Pero para ellos, voceros de Don Mariano, lo que contaba era el gancho.

Ciertamente, durante la campaña de 2011, los peperos hablaron de la llamada Ley Aído, y lo hicieron sobre dos aspectos concretos: Por un lado, manifestando su oposición a que menores de edad pudieran realizar un aborto sin el permiso ni conocimiento de los padres (lo cual luego matizaban, porque claro, si hay una situación de presión habría que tenerla en cuenta) y por otro lado asegurando que incluirían medidas de «protección a la maternidad y a la mujer embarazada», cualquier cosa que esto signifique.

Y nada más. Jamás, nunca, en ningún documento, intervención o declaración ningún pepero relevante insinuó ni mucho menos se comprometió a absolutamente nada más en esta materia. Ni para defender la vida ni para eliminar, ojo, la impuesta inculcación de «educación sexual» desde la perspectiva abortera en los colegios. Es decir, JAMÁS dijo que fuera a acabar ni a limitar de forma alguna el aborto. Recalco esto porque es importante tener en cuenta la actitud en ese momento de los hoy sorprendidos (y me refiero a organizaciones y medios concretos) para analizarlo más adelante.

Andando meses y años de legislatura empieza el runrún sobre lo que ya no es la «derogación» sino la «reforma» de la ley del aborto, lo cual responde más a la realidad. Pasan meses y años, pero el asunto «no toca» porque lo importante es lo importante para Don Mariano, y reformas y amnistias fiscales son más necesarias que el que diariamente se exterminen trescientas vidas humanas. Oiga, que somos demócratas, liberales y occidentales, no me compare. Y los mismos medios y organizaciones que aseguraron que no quedaba más remedio que votar al PP porque eran los únicos que harían algo, empiezan a verse en ridículo y, con cariño y modales muy distintos a los utilizados con el gobierno anterior, comienzan a recordar el tema eso sí muy de vez en cuando.

Es cuando el Sr. Gallardón anuncia un proyecto de ley para las próximas fechas que acaba tardando varios meses en llegar al Consejo de Ministros, en donde es aprobado. La ley, desde el principio, era lo que cualquier persona con dos dedos de frente podía esperar del Partido Popular: Una ley abortista, recuperando de la legislación del 85 (aquella a la que el padre de Gallardón se opuso y AP, aún con Fraga al frente, aceptó una vez aprobada) la despenalización por supuestos en lugar de los plazos de aborto libre de la ley Aído.

Como principal bandera de enganche para los providas en nómina, un anuncio: Desaparecería el supuesto de malformaciones del feto. Los altavoces a sueldo rápidamente se ponen a trabajar: Con el pepé se acaba el aborto eugenésico. Sólo por eso ya merece la pena. Etcétera. Solo que ese etcétera, como siempre que se trata de los partidos del régimen, es falso. No se acaba con el aborto eugenésico, simplemente el supuesto para abortar libremente no es que el niño tenga una malformación, sino que esto suponga una presión psíquica para la madre. La izquierda juega sus bazas y entra en escena: ¡El pepé quiere obligar a las madres a «cargar» con monstruos deformes! Vomitivo discurso que evidentemente cala no sólo en la chusma de a pie, sino también en la chusma gobernante, que empieza a recular y ya se plantea ver qué deformaciones contemplamos y cuales -si es que alguna- no.

La ley termina de tomar forma. Las correas de transmisión siguen actuando y repiten una y otra vez: El aborto ya no es un derecho de la mujer. Los de enfrente braman ¡eso es inaceptable! ¡coartan la libertad de las mujeres! y tal y tal y tal. Y en esos tal y tal se apoyan los palmeros lacayos para lanzar su «¿Véis cómo se enfadan? ¡Eso es porque la ley es pistonuda!» El resto de la ley, simple y llana regulación del aborto, ya no por plazos sino por supuestos, aunque estos también tienen su limitación en el tiempo. Concretamente, 22 semanas. Así, comparando el efecto práctico entre ley Aído y ley Gallardón, ¿que diferencias prácticas y reales encontramos? Pues básicamente, y con los circunloquios en los que algunos quieran esconderlo, el hecho es el siguiente:

-Con la ley Aído existe el aborto libre como derecho (de iure) hasta la semana 14 de gestación.

-Con la ley Gallardón existe el aborto libre alegando presión psicológica (de facto) hasta la semana 22 de gestación.

No fueron pocos los que señalaron (ni los que nos hicimos eco) desde el principio la maldad intrínseca de esta nueva ley, o proyecto, dejando al descubierto su carácter de coladero, a imagen de la ley del 85 que tantas veces y con tanto ahínco Aznar y Rajoy defendieron. Sin embargo, las organizaciones que se denominan provida (Hazte Oír, Derecho a Vivir, Foro de la Familia) y los medios sostenidos por los obispos españoles (COPE, 13 TV) y afines (ABC, La Razón) manifiestan su contento con esta ley que, si no consideran perfecta, sí dicen que supone un cambio de rumbo desconocido hasta ahora en Europa.

Insólito.

O mejor, dicho, vergonzoso. El si estas organizaciones o medios actuaron así por bastardo interés político o por supina estupidez lo dejo a su criterio. Y si quieren ampliar el juicio a sus dueños, ustedes mismos.

Desde hace meses se venía especulando con la posible retirada de la ley y que ésta conllevaría la salida de Gallardón del gobierno. Finalmente hace unos días todo esto sucede. Y no son (somos) pocos los que creen (creemos) que la ley del Aborto tiene poco que ver, y que no ha sido más que la herramienta con la que cercenar la cabeza de Gallardón, y que influyen en ello más las cuentas pendientes dentro del partido (y que chorrean de sus problemas contables y legales, así como de las puñaladas traperas entre sus dirigentes) que otros criterios. Pero eso es otro asunto.

Dice Rajoy que la ley es aparcada porque no tenía consenso y es absurdo defenderla si el próximo gobierno la va a derogar. Esto es interesante. O lo sería. Primero porque sí encaja con lo que Rajoy decía antes de las elecciones de 2011, cuando supeditaba su posición (favorable) sobre el aborto al consenso. Por otra parte, deja entrever que no confía mucho en sus posibilidades electorales, cuando supone que «el próximo gobierno» no será suyo. Pero bueno, decía que sería interesante, pero tampoco podemos tomar muy en serio esta frase viniendo de quien ha aprobado sucesivas reformas (laboral, fiscal, judicial o la LOMCE) sin importarle que el principal partido de la oposición haya manifestado en todas ellas que serían derogadas cuando cambiara el gobierno. Credibilidad cero, como todo en Rajoy y su partido.

El caso es que la ley se retira, Marianico sale con sus cosas y se produce, a mi juicio, un espectáculo estremecedor. Y es el de multitud de personas, organizaciones y medios que públicamente pidieron como medida para luchar contra el aborto el votar a un partido que igual de públicamente se ha manifestado siempre, o al menos desde 1986 como favorable al aborto y a una legislación que, de facto, establece el aborto libre en España desde hace 29 años, se manifiestan escandalizados por que ese mismo partido deje el aborto tal y como está en lugar de dejarlo casi tal y como está, con matices teóricos.

En medio de los lamentos en nombre de una supuesta defensa de la vida por la retirada de esta ley, quiero dejar clara mi postura, basada en todo lo anteriormente dicho, y que he repetido en donde he podido:

La retirada de la ley Gallardón es una MAGNÍFICA NOTICIA desde el punto de vista de la defensa de la vida y la lucha contra el aborto.

Y me explico: El que una ley abortista, en la práctica de aborto libre, con el único «avance» de que no se reconozca el aborto explícitamente como derecho de la mujer (aunque sí implícitamente ya que algo recogido en la legalidad como matar a tu hijo por estrés psicológico es un derecho legal, diga Marianico, Nachete o sus señoras madres lo que digan) hubiese sido aprobada con el aplauso no sólo de las organizaciones que han demostrado no ser más que pantallas del régimen (HO, DaV, FF) sino de los medios no ya de la derecha sino de la propia organización de los obispos católicos españoles e incluso -lo más doloroso- de no pocos pastores consagraría -aún más- el aborto como algo aceptado y aceptable por las mismas capas sociales con las que algunos compartimos, hace ya treinta años, movilizaciones de oposición a cualquier tipo de aborto, y heriría -aún más- casi de muerte a cualquier movimiento realmente pro vida -esto es, que defienda la vida humana, sea en la circunstancia y opinión que sea, convenga o no- que pudiera existir en España en los próximos 30 ó 40 años.

Bien, haciendo un esfuerzo no entraré en el caso general de esa reacción de supuesta sorpresa por la actitud del gobierno. Pero no puedo dejar de hacerlo con respecto a sus cabecillas. Concretamente de Ignacio Arsuaga, de Gádor Joya o de Benigno Blanco, o de los responsables de COPE, ABC, 13TV o La Razón. Y de ellos sólo puedo decir una cosa: Nunca, jamás, bajo ningún concepto, ningún defensor (real) de la vida puede permitir que ninguno de ellos vuelva en ningún caso a tomar una pancarta o un micrófono en este asunto. Porque ellos son los que no solamente han impulsado y apoyado el abortado proyecto de aborto libre de facto hasta la semana 22, sino que han sido los que con diabólica furia y odio se han cuidado muy mucho de que nadie, fuera de sus compañeros de viaje, de la chusma del régimen, pudiera llamar a la defensa de la vida. Todo había de pasar por ellos, y todo para que ninguna propuesta de defensa inequívoca de la vida humana pudiera hacer sombra a sus pactos y componendas con la abortista ley pepera. A todos ellos yo los acuso de ser colaboradores necesarios en un gigantesco proyecto de consolidación de la cultura de la muerte y de la desarticulación para los restos del movimiento provida. Siendo generoso, podemos conceder que esa colaboración no haya sido dolosa y a precio pactado con el régimen. Puede ser. Pero entonces la otra opción nos obliga a señalar que su estrategia ha sido absolutamente equívoca, torpe, desastrosa. Si hay dolo, jamás debe permitirse que aparezcan tras una pancarta en defensa de la vida. Si ha habido torpeza, sólo cabe el reconocimiento de la misma y su humildad presentando sus disculpas y retirándose definitivamente. En cualquier caso, no volváis. Nunca.

Después de la retirada del proyecto y de las reacciones, también salen a la actualidad las palabras de algunos de nuestros obispos. No voy a entrar en analizarlas en profundidad, sólo en recomendar su atenta lectura. Podemos discutir si son tardías y si son completas. Bueno, no será ahora. Pero sí voy a subrayar tres de esas frases:

– Mons. Iceta: «En el Congreso hoy ningún partido defiende la vida humana desde su inicio».

– Mons. Reig Pla: «los partidos políticos mayoritarios se han constituido en verdaderas estructuras de pecado».

– Mons. Munilla: «un católico fiel a la Iglesia no puede votar a los partidos presentes en el Congreso de Diputados».

Con todo reconocimiento, obediencia y cariño a nuestros obispos, sólo diré: Ninguna de las estructuras de pecado presentes en el Congreso de los Diputados hoy han cambiado sus postulados en lo más mínimo ni ayer, ni el mes pasado, ni antes de las últimas elecciones ni hace décadas. Y tampoco hemos cambiado de postura los que hace esos días, meses, años y décadas venimos diciendo, en la más absoluta soledad, exactamente eso: que son estructuras de pecado invotables. Esperamos que ahora alguien nos escuche si no con más atención, quizá con menos desprecio.

Y ojo, voy a terminar con lo que es mi convencimiento del próximo capítulo que queda por escribir en esta historia. Ante la estúpida sorpresa de algún periodista lacayo del pepé, no han faltado miembros (y miembras) de esa estructura de pecado que han querido calmar estas sorpresas diciendo que aunque la ley gallardoniana no salga cumplirán su compromiso con respecto al aborto. Y posiblemente no mienten. Ellos se comprometieron a eliminar la posibilidad de que una menor de edad aborte libremente sin informar a sus padres. A nada más, ya lo hemos dicho.

Y tengo por seguro que de aquí a las próximas elecciones el gobierno hará algún movimiento en ese (y únicamente en ese) sentido. Entonces no duden que los lacayos mediáticos y «sociedadcivileros» que anteayer clamaban amenazando con retirar su voto, saldrán a decir «bueno, no es todo pero es algo, señal inequívoca de que nuestra presión es el buen camino y el único aceptable. Votadles, hijos míos, que nosotros ¡y sólo nosotros! seguiremos cuidando de que vayan avanzando en el buen camino».

Estén atentos, porque ese día llegará. Y la única esperanza de los cientos de miles de niños abortados y por abortar es que ese día no les dejemos ni acabar la frase y los lancemos a lo más hondo del pozo, sacudiéndoles duro y en la cabeza. Porque ellos son quienes más han hecho por la consolidación del aborto en España.

Ellos. Con diferencia.

El Parque

He intentado no pensar en ello. Desde que vi la noticia me abstuve de hacer comentarios ni de decir nada en el grupo de facebook. Pero en silencio, cuando nada me distrae, me viene a la mente la imagen. Y veo la piqueta echándote abajo.

Rodando por alguna estantería de mi casa lleva ventitantos años un viejo cascote. Es, según me aseguraron, un pequeño trozo del Muro de Berlín. Alguna vez lo he encerrado en el puño (porque tiene ese tamaño) intentando convencerme a mí mismo de que en mis manos encerraba un trozo de la Historia. Y supongo que en cierto modo es así. Pero al apretarlo no siento más que un frío y gris cascote.

Hoy he pensado en qué sentiría si pudiera hacer lo mismo con uno de los cascotes en que ya debe estar convirtiéndose tu vieja pista redonda. A simple vista podría parecer otro cascote, tan frío y gris como el alemán. Pero si aprieto la mano y cierro mis ojos estoy seguro de que sentiría calor. Y de repente a mi alrededor vería mi infancia, y por tanto mi patria feliz. Y en una milésima de segundo sentiría las carreras por esas juntas irregulares que dibujaban radios en tu suelo. Y oiría el alegre jolgorio de mil verbenas. Y mis ojos volverían a ver esos otros con los que sostuve miradas temblorosas. Y a mis sentidos llegarían olores y sabores de siempre. Se solaparían mil partidas de mus, y entre ellas furtivas partidas de futbolín jugado con castañas, donde era más importante que no nos pillaran la trampa a marcar el gol. Y los primos pediríamos a los abuelos que nos invitaran al aperitivo, donde un mosto y unos cacahuetes serían como el mejor de los banquetes. Porque los abuelos estarían allí, seguro, mirando hacia la ermita y el Sagrado Corazón.

Ese cascote tendría el poder de calentar mi alma como un furtivo rayo de sol entre tus castaños me calentó alguna tarde. Y a partes iguales estaría formado por cemento, pipas, risas, llantos y confidencias.

Ya no volveré a pasar por tu vieja y medio descolgada cancela. La próxima vez será un cierre sin duda mucho más digno de ti. Y seguro que será un buen trabajo, y que el Ayuntamiento hace lo que debe hacer, y todo eso. Por supuesto. Pero no sólo será herrumbre y baches lo que lleve la piqueta. Un trocito de alma de muchos de nosotros se irá también entre tus escombros.

(Foto: Pablo Ruiz en twitter)

10 de agosto, sangre de mártires

Tal día como hoy de 1936 era martirizado en Peñaflor (Sevilla) Antonio Molle Lazo, torturado y mutilado por el odium fidei y la irracionalidad de las hordas rojas, que le cosían a bayonetazos, sacaban los ojos y cortaban las orejas exigiéndole que apostatara mientras Antonio, que se había quedado a defender de estas bestias a las Hermanas de la Cruz, se negaba a renunciar a Cristo Rey, al que a cada herida repetía sus Vivas.

Mientras le recordamos, la sangre de los mártires, que nunca ha dejado de manar, corre a borbotones por el mundo, particularmente por Irak, debido al odium fidei y la irracionalidad de las hordas islamistas.

Que la sangre de todos ellos sirva, primero, para borrar el odio de los corazones de sus asesinos y que nazca en ellos la conversión. Y después, que sirva como alimento a nuestras almas para que, si llega el momento de que seamos nosotros los que nos veamos llamados al martirio, sepamos, como Antonio y como tantos hermanos nuestros a lo largo de la Historia, mantenernos firmes y abrazar, si es necesario, la Palma Gloriosa.

Ganadería: cría de borregos

Definitivamente la gilipollez imperante cuida en extremo su continuidad en el tiempo.

Preparando el veranito que mi primogénita se ha buscado, me encuentro con que del libro de sociales se saltan el primer tema. Para empezar. Ese que explica qué es la geografía, el medio físico de la tierra, qué elementos lo constituyen…

Claro, cuando más adelante dan cosas concretas y no son capaces de verlas en conjunto vienen los problemas. No progresamos adecuadamente. Pero, ¿para qué vamos a darles a estas pequeñas bestezuelas una visión general antes de concretar? ¡Vamos! ¡¿Y si hicieran lo mismo con todo y desarrollaran una capacidad de análisis?! ¡Quita, quita! Tema 1: Saltároslo. Si acaso hablamos del medio físico… de Andalucía, que con eso sobra.

Eso sí, más adelante les hablarán de objetivos del milenio sin exponerles su naturaleza criminal, de la unión europea sin hablarles de la tiránica oligarquía que ha expoliado al pueblo con más intensidad y rapidez que ningún otro régimen jamás conocido, de la división territorial y administrativa del Estado que nos hemos dado a nosotros mismos porque somos así de chulos… Y en el tema correspondiente hablarán de agricultura y ganadería, sin explicarles que ellos (los alumnos) es en esta actividad en la que quedan encuadrados. En la ovina, concretamente.

Y luego me discuten algunos que la Educación en Casa sea buena. No es que sea buena, coño, es que es la ÚNICA alternativa válida. Lo otro no es válido. Es balido.

Una nueva derecha para la segunda transición

Leía esta mañana una columna de ese mismo título en Gaceta.es firmada hace unos días por nuestro habitualmente apreciado y querido José Javier Esparza.

Mi primer impulso de dejar un comentario en la página en cuestión finalmente derivó en un texto un poco más largo (aunque mucho menos de lo que merece, creo sinceramente) y opté por dedicarle este espacio.

La verdad es que no recuerdo haber estado nunca tan en desacuerdo con Esparza. Dejando aparte otras consideraciones sobre la llamada transición y si realmente no sería lo mejor que toda su obra (repito: TODA) volara por los aires, o sobre la validez de los términos de izquierda o derecha, dice José Javier de la derecha es un sector muy amplio que ha sido ninguneado y no ha estado representado. Discrepo profundamente: La derecha en Estepaís ha estado perfectamente representada por un partido que es igual que sus votantes: acomplejado, cobarde y traidor.

Y en cuanto a sus consideraciones sobre la aparición de Vox a mi juicio ni por asomo significa la irrupción de gente decente con ideas sino la reclamación de su cuota de poder de la misma gente cobarde acomplejada y traidora que en su día acampaba en el Partido Popular, porque ahora encuentran con la pérdida de capacidad electoral y con el final de los juegos de manos de tiempos pasados peligran sus puestos y representaciones públicas.

La prueba más evidente es que públicamente hace un discurso de recuperación de las políticas tradicionales del Partido Popular. Es decir que hacen bandera de quien hasta hace poco, como dice Esparza, «ha venido aceptando en la teoría y en la práctica todos los desbordamientos del marco constitucional impuestos por los separatistas y la izquierda», de las mismas políticas que el columnista reconoce que nos han traído hasta aquí.

Así que, sinceramente, líbrenos Dios de derechas nuevas y viejas. Y si no nos libramos en su día de la nefasta primera transición, no seré yo quien se preocupe de que ahora su legado salte por los aires. Brindaré por ello. Aunque sea mientras engraso el arma, que la misma falta me hará contra los hijos de la primera o de la segunda.

39 años no son nada

En 1936 España sufría de altos índices de paro, amenazas separatistas, violencia en las calles, desigualdades sociales, desprotección laboral, gobernantes corruptos, injerencias extranjeras…

39 años de Franco

En 1975 España era un país con una industria creciente, con pleno empleo técnico, con una floreciente clase media, con protección al trabajador, unido y en paz.

39 años de Juan Carlos.

En 2014 España sufre de altos índices de paro, amenazas separatistas, violencia en las calles, desigualdades sociales, desprotección laboral, gobernantes corruptos, injerencias extranjeras…

Juan Carlos I el desandador.

(Nota: no se corten, ahí abajo está el espacio para los comentarios. Digan lo que quieran, a ser posible que sea cierto).

Una de horarios…

Por el festivo de San Fernando, Santo Rey, Patrón y Libertador de Sevilla, hoy es no laborable. Pero los niños si tienen cole por no estar en Sevilla capital (cuando San Fernando debería ser fiesta cuando menos a nivel regional, pero bueno).

Gonzalete anduvo pachucho ayer y no ha ido. Y los cuatro mandados que yo tenía que hacer se han convertido en tres horas de andar a 0,5 km/h, para a verlo todo, jugar con cada naranjita que caía de los árboles, explorar cada rincón del camino, analizar el color y modelo de cada coche que cruzaba o discernir qué bicho era bueno o malo según su pinta.

Todo esto después de un mes largo en mi nuevo trabajo con horario comercial sin poder estar con él (con ellos) más que a ratos.

Por la tarde intento poner cosas al día, en casa y en el jardín. Y me da tiempo de sentarme apenas un ratito con la mayor. El final de curso acecha y no tiene a un padre pesado al lado como el curso pasado. Y así la amenaza parece más grande. Tiene mala cara. Dice simplemente que se encuentra mal. Sin bata blanca ni fonendo le diagnostico al vuelo: un ataque de catorceañitis agudo, y una necesidad inmensa de mimo combinada con la necesidad de mantener su status de adolescente que gruñe siempre al ver acercarse a los padres. Difícil solución. El tratamiento de choque necesita de muchotiempil 500 y pacientol 750. Y de eso mi nuevo horario me deja sin existencias ni genéricos sustitutivos.

Algunas conclusiones:

Este horario es demencial. Y me replanteo desde ya varias cosas, si bien dejo como siempre en manos de la Providencia que vaya disponiendo.

Siendo difícil pero soportable la situación con uno de los padres (sea progenitor A o B) así pero el otro en casa, es inadmisible para los niños que ambos estuvieran igual. Inadmisible. Les estamos robando parte de su vida.

Si la situación y organización económica obliga a ello, entonces hay que cambiarla. Por las buenas o las malas.

Si la gente opina que la situación es buena, incluso mejor que otras pasadas, es que la estafa ha llegado hasta el límite, siendo éste (el límite) inalcanzable para la estupidez humana.

Corolario: Ay, Nomadelfia

Principios No Negociables

En febrero de 2007, el hoy Papa Emérito Benedicto XVI publicaba su exhortación apostólica post-sinodal Sacramentum Caritatis. En su punto 83 hacía referencia a un asunto que ya había apuntado en su «Nota Doctrinal sobre algunas cuestiones relativas al compromiso y la conducta de los católicos en la vida política» cuando era el Cardenal Ratzinger, prefecto de la Congregación para la doctrina de Fe cinco años antes. Este asunto era el de los compromisos que los bautizados con representación pública y política deben asumir con lo que el propio Papa llama PRINCIPIOS NO NEGOCIABLES:

Coherencia Eucarística

83. Es importante notar lo que los Padres sinodales han denominado coherencia eucarística, a la cual está llamada objetivamente nuestra vida. En efecto, el culto agradable a Dios nunca es un acto meramente privado, sin consecuencias en nuestras relaciones sociales: al contrario, exige el testimonio público de la propia fe. Obviamente, esto vale para todos los bautizados, pero tiene una importancia particular para quienes, por la posición social o política que ocupan, han de tomar decisiones sobre valores fundamentales, como el respeto y la defensa de la vida humana, desde su concepción hasta su fin natural, la familia fundada en el matrimonio entre hombre y mujer, la libertad de educación de los hijos y la promoción del bien común en todas sus formas.[230] Estos valores no son negociables. Así pues, los políticos y los legisladores católicos, conscientes de su grave responsabilidad social, deben sentirse particularmente interpelados por su conciencia, rectamente formada, para presentar y apoyar leyes inspiradas en los valores fundados en la naturaleza humana.[231] Esto tiene además una relación objetiva con la Eucaristía (cf. 1 Co 11,27-29). Los Obispos han de llamar constantemente la atención sobre estos valores. Ello es parte de su responsabilidad para con la grey que se les ha confiado.[232]

A partir de este llamamiento se puso en marcha un intento por plasmar esa petición en algo concreto, y meses después se publicó el que se llamó «Manifiesto de los Principios No Negociables», que llamaba sobre todo a los católicos, aunque no sólo a ellos, independientemente de sus opiniones políticas en otros temas, a comprometerse en la defensa de lo primordial, de lo no negociable. De ahí surgió también una iniciativa que buscaba aglutinar a todas las personas y partidos que se comprometieran con el manifiesto para presentar una alternativa que cumpliera con él. Abierta a todos, aunque pudieran tener diferencias en asuntos menores en comparación con éstos: «respeto y la defensa de la vida humana, desde su concepción hasta su fin natural, la familia fundada en el matrimonio entre hombre y mujer, la libertad de educación de los hijos y la promoción del bien común en todas sus formas». Valores FUNDAMENTALES y NO NEGOCIABLES.

Desgraciadamente NINGUNO de los grandes partidos acogió, siquiera en forma de corrientes internas, esta interpelación absolutamente clara y directa. Es más, tampoco los obispos cumplieron la clarísima indicación en ella contenida: «Los Obispos han de llamar constantemente la atención sobre estos valores. Ello es parte de su responsabilidad para con la grey que se les ha confiado.»

A partir de esta realidad indiscutible, como es que políticos de distintos partidos que se autodenominan católicos y gustan de hacerse notar en celebraciones religiosas SE NIEGAN a seguir las indicaciones DIRECTÍSIMAS del Papa, es fuera de las grandes fuerzas políticas donde sí hay católicos comprometidos con la actividad política que, sin dudas, sin complejos y sin necesidad de interpelación papal, aceptan ese compromiso, o mejor dicho, manifiestan mantener ese compromiso que ya tenían como católicos sin necesidad de que el Papa les recordara algo por otra parte tan evidente.

El próximo domingo, 25 de mayo, se celebran elecciones al Parlamento Europeo. Ninguno de los partidos que actualmente tienen representación pública, ni las marcas blancas que estos han creado, se comprometen con esos valores no negociables. PP, PSOE, IU, UPyD, CiU, PNV, BNG, Vox o C’s aceptan el aborto, la equiparación de otras uniones a la familia natural, la intervención del estado en la educación de nuestros hijos y en repetidas veces han demostrado (aquellos que tienen o han tenido responsabilidad pública) que no defienden el bien común sino intereses particulares. Por tanto al desoír no ya esos partidos sino sus representantes autodenominados católicos las más principales guías básicas de acción política que no sólo se extraen del Catecismo Católico, sino que son explícitamente indicadas por el Papa, es evidente que para un católico no son opciones moralmente aceptables. Incluso aunque nuestros obispos desobedezcan al Papa dejando de «llamar constantemente la atención sobre ello». Decía que el Manifiesto de los Principios no Negociables no era sólo un papel escrito sino el llamamiento a personas y organizaciones a comprometerse en la defensa de los mismos. Durante años, se ha trabajado en torno a ello abandonando otro tipo de planteamientos para centrarse en lo verdaderamente importante. De ahí surgió el acuerdo entre tres partidos como AES, CTC y PFyV que han puesto por delante del resto de sus planteamientos la defensa incuestionable de la VIDA HUMANA, desde su concepción a su muerte natural, sin excusas, sin supuestos, sin plazos y sin complejos; la defensa de la FAMILIA NATURAL, esto es, la formada por un hombre, una mujer y sus hijos si los tuviesen, y ninguna otra combinación por mucho que presione o mucho dinero que mueva; la defensa de la LIBERTAD DE LOS PADRES A EDUCAR A SUS HIJOS en los valores que ellos, y sólo ellos, elijan sin ningún tipo de imposición ni desviación; y la defensa de la búsqueda del BIEN COMÚN por encima de otros intereses, que lleve a la JUSTICIA SOCIAL que por definición es distributiva.

Esta coalición se llama Impulso Social y se presenta a las próximas elecciones del 25 de mayo. Y lo hace sabiendo que lo que defiende es fundamental e innegociable, y que lo seguirá siendo así obtenga millones de votos o unas pocas docenas. Y no sacrificará esos principios, esas convicciones, a la posibilidad de tener un puñado de papeletas más. Aquí tenéis su programa: http://impulso-social.es/programa

El próximo 25 de mayo votad lo que queráis. O no votéis. Pero por favor, si tenéis un mínimo de respeto a lo que un Papa de la Iglesia Católica pone negro sobre blanco en una Exortación Apostólica poned en la balanza lo que ahí se indica como fundamental e innegociable y si eso puede cambiarse por opciones inmorales porque hay cosas (la macroeconomía, la administración autonómica o la regulación de los aranceles) que os importan más. Vosotros mismos.

Yo lo tengo claro:

¿Todos bien? Sí, muy bien

Durante varias semanas me iba encontrando con gente, paseando por la calle, a la que por unas u otras cosas no veía últimamente. Las conversaciones son las propias de esos casos en los que cada uno lleva una dirección, un quehacer, y apenas sirve para un intercambio de cordialidades. El resumen máximo es el del título. Nos preguntamos por la familia, en general con el «¿Todos bien?» y la respuesta también general. «Sí, muy bien».

Coincide algún caso que después de verles yo en estos días en que voy y vengo, entro y salgo, se encuentran otro día con mi santa, o con alguien de la familia. «¿Cómo? ¿Gonzalo en paro? ¡Si lo vi el otro día y no me dijo nada!» Y yo, ante la petición de explicaciones, tiro de manual: No hablamos de trabajo. «Pero te pregunté cómo estabais». Claro,y yo contesté. Bien, muy bien. Tengo una esposa que me soporta, unas hijas pre o plenamente adolescentes que me llenan de canas y sofocos y un hijo pequeño que me hace tirarme por el suelo del que luego recuerdo que hace diez años era más fácil levantarse, y que me dejará contracturas varias en espalda y hombros para los próximos días. ¿Qué más puedo pedir?.Un huerto y gallinas, es cierto, eso me sigue faltando.

¿Y trabajo? Bueno, ya, también, pero insisto: Ante la pregunta general, contestar lo fundamental. Bien, muy bien.

Van pasando días y otros amigos, a los que sí he dado a conocer mi situación, bien porque ha salido al caso o bien porque están entre aquellos a los que dirigí un correo contándola y remitiendo mi CV, me van preguntando. Agradezco sinceramente su interés, también sincero, pero me descoloca un poco la preocupación de algunos. ¿Cómo lo llevas? ¿Estas bien? me dicen. Bien, bien. Todo muy bien. E insisten y repiten. ¿Seguro, necesitas algo? Estate tranquilo que verás como…

Y su preocupación por mi situación laboral se gira hacia otra preocupación, por mi estabilidad mental, cuando les digo que no, que no he tirado de contactos en mi sector, de mis antiguos compañeros, porque yo lo que quiero es cambiar radicalmente. ¿A tu edad, con tu familia y con tu currículum? Y yo me río pero sólo por dentro, porque cuando se me sale por fuera a alguno no le termina de sentar bien. Y les sigo agradeciendo sinceramente su interés y preocupación, pero me incomoda parecer mucho menos preocupado que ellos. Sobre todo porque es cierto.

Y no, claro que no, nadie se tome esto a chufla. No soy un inconsciente al que no preocupe haberme quedado sin trabajo con una familia a la que alimentar. Pero por un lado, como he dicho a los cercanos, este pase al paro ha sido casi una liberación, después de meses y meses muy difíciles. Y por otro, siempre he sabido y aquí me habéis leído que todo ocurre por algo y que Dios proveerá.

Y una serie de sucesos imprevistos alentados por las oraciones de muchos de vosotros parece que hacen que provea en una salida inesperada y harto interesante. Porque SIEMPRE provee. Aunque no lo merezcamos.

Seguramente empiece después de Semana Santa. Ya os contaré.